Dos caras de la misma moneda

(Nota de la redacción: Este artículo se publicó por primera vez en el Tidings de junio de 2021. Lo volvemos a publicar aquí en memoria del difunto David Linthicum.)

En una conferencia reciente de la Asociación Urantia se planteó una pregunta a los allí reunidos: «¿Cuántos han tenido éxito dando a conocer El libro de Urantia a familia o amigos?». No hubo sorpresa en las respuestas; un rápido conteo reveló que solo unas pocas personas levantaron la mano. A todos los que han intentado presentar el libro a familia y amigos: están en buena compañía.  

Tenemos en nuestras manos una revelación divina, la quinta revelación de época a la humanidad, el tesoro más asombroso desde que Jesús caminó por la Tierra y ni así la familia y los amigos están interesados. Estoy seguro de que esta es una realidad para muchos de nosotros, ¡y decepcionante además!

Llevo estudiando el libro 26 años y a pesar de que me he esforzado en interesar a familia y amigos, la mayor parte como mucho solo muestran un interés pasivo; quizá tolerancia o incluso conciliación sería lo más parecido; ninguno se ha tomado tiempo para leer el libro. Tuve la posibilidad de hacer que una antigua novia leyera el libro hace varios años y se convirtió en una estudiante devota, de modo que conseguí una persona después de 26 años de intentos, ¡no es un gran récord!

La incapacidad de compartir El libro de Urantia con mis seres cercanos ha sido decepcionante como mínimo. Es un fracaso que a veces es difícil de soportar. Si es su historia, saben a lo que me refiero.

No será por no haberlo intentado, porque lo he probado todo. Incluso intenté hablar del libro sin mencionarlo. Lo que descubrí es que la mayoría de las personas no están interesadas en ese tipo de conversación y se adscriben típicamente a la vieja excusa de que «es mejor no hablar de religión ni de política».

He llegado a probar la psicología inversa con un amigo que me preguntó lo que estaba leyendo. Es una de las personas más leídas que conozco y hemos sido amigos íntimos durante más de 40 años. Le conté un poco sobre lo básico del libro, pero le sugerí que no debería tomarse la molestia de leerlo. «Tiene más de 2.000 páginas», le dije, «y es un libro difícil de leer y aún más de comprender».

Me pidió que le enviara un ejemplar, cosa que hice rápidamente. ¡Sí!, pensé, ¡un éxito después de tanto tiempo! Según parece, nunca lo leyó ni quiso hablar sobre él; una vez más, mis esperanzas se vieron frustradas.  

Sí que tuve a un completo extraño preguntándome sobre el libro hace un par de meses. Mientras estaba en la zona de espera de una tienda de neumáticos, un señor se dio cuenta de que estaba leyendo un libro y me preguntó de qué trataba; se preguntaba si era algún tipo de Biblia. Le pregunté si era un hombre religioso y le dije que el libro iba en esa línea. Él dijo que sí, dijo cuál era su Iglesia y añadió que tenía la mente abierta, así que le entregué el libro, abrí el «índice de materias», nos sentamos y hablamos mientras él echaba un vistazo a las páginas.

Después de una agradable conversación, dijo que pediría el libro cuando volviera a casa y que tenía ganas de leerlo. Parecía realmente entusiasmado. Le di mi número de teléfono y le pedí que me llamara una vez tuviera la oportunidad de haber leído algo. ¿Pidió el libro? Si lo pidió, ¿lo leyó? No lo sé, no he vuelto a saber de él. Aun así, fue una experiencia agradable.

Esa es una de las caras de la moneda; siempre tenemos la otra cara. En la otra cara, me gusta decir, he enviado personalmente El libro de Urantia a cientos de personas por todo el país. Y lo más importante, sé con seguridad que muchos de ellos han leído o están leyendo el libro actualmente. ¿Cómo lo sé? Lo sé porque me escriben a menudo. Me escriben para hacerme preguntas, para expresar lo agradecidos que están de poseer un tesoro tan maravilloso, para decirme cómo el libro ha cambiado su vida y cómo lo están compartiendo con su familia y amigos.

¡Me gusta esa cara de la moneda!

Aquí está la diferencia: cada persona a la que le he enviado un libro me lo pidió personalmente. La mayoría de hombres y mujeres a los que he enviado libros dijeron que habían sabido del libro por un amigo. Es muy estimulante ver propagarse esta hermosa revelación de alma en alma de maneras tan asombrosas e inexplicables.

¡Qué servicio tan gratificante el de ser una pequeña parte de esta poderosa época en la que vivimos!

Junto con un pequeño grupo de hermanos y hermanas de El libro de Urantia, estudiantes «veteranos» del libro, hemos tenido la posibilidad de proporcionar casi 3.000 libros de la misma manera a lo largo de los últimos 16 años. Cada libro fue una petición; no pusimos tenderetes en un parque ni stands en una feria de libros ni usamos ninguno de los métodos típicos de llegar a la gente y llevar el libro «ahí fuera». Aun así hemos sido bendecidos con las aptitudes y los medios de proporcionar libros a muchas personas, ¡miles de libros a miles de almas buscadoras! Es una historia asombrosa y una experiencia maravillosa y satisfactoria.

Una de las alegrías supremas para un lector/estudiante de El libro de Urantia es la oportunidad de dar a conocer el libro a un ávido buscador de la verdad. El gozo de poder responder a las preguntas de alguien que está leyendo el libro por primera vez es ciertamente una alegría para el alma. En relación con el envío de tantos libros, no debería sorprendernos que muchos de esos destinatarios agradecidos sigan escribiendo para enviar preguntas.

He aquí algunas de las preguntas que recibí justo el año pasado:

  • Me preocupa mucho lo que dice en la página 30: «… una personalidad amorosa difícilmente se puede revelar a una persona desprovista de amor». ¿Pueden explicar lo que significa?
  • Quiero sentir amor, pero no sé cómo activar ese sentimiento dentro de mí.
  • …Caligastia. ¿Qué pueden decirme sobre este ser y cómo debería guardarme de él?
  • Entonces tenemos un Ajustador del Pensamiento, una «partícula de Dios» en nosotros. ¿Dónde? ¿En el cerebro? ¿En el plexo solar? Me lo pregunto porque si está en mí ¿dónde está para poder contactar y comunicarme con él? Luego pensé que si estoy contactando con Dios, ¿qué significa eso?
  • ¿Son lo mismo el Espíritu Santo y el Ajustador del Pensamiento?
  • ¿Qué nos motiva o nos lleva a este libro? ¿Es solamente nuestro libre albedrío? ¿Es el «ministerio interior» del fragmento del Padre? Me pregunto muchas veces: ¿por qué yo? ¿Por qué yo en relación con las bendiciones y la misericordia? Supongo que todavía lucho con mi mentalidad de «no ser lo bastante bueno».
  • Sé que necesito trabajar en la oración, ¿alguna sugerencia?

Para los que asisten a grupos de estudio, entendemos que esas preguntas son esenciales para los nuevos lectores a medida que revisan sus creencias actuales o sus no creencias sobre tantas cosas. Tener la posibilidad de responder con sensatez sus preguntas no es siempre tarea fácil. Debemos ser conscientes de no insultar ni ofender a las mentes inquisitivas, no decir demasiado demasiado pronto y evitar confusiones que puedan desanimar un estudio futuro.

Se necesita delicadeza cuando la única forma de comunicación es la palabra escrita, el intercambio de cartas, ¡cartas postales! Sí, a la antigua usanza.

He ahí la cuestión: nunca he hablado con nadie a los que he proporcionado un libro, con ninguno, ni en persona, ni por teléfono, Zoom o ningún otro medio. Solo por carta.

He aquí el resto de la historia, como Paul Harvey suele decir. Cada una de las personas a las que he enviado un libro es un hombre o una mujer que cometieron un crimen y están encarcelados en una instalación estatal o federal. Se podría decir que los voluntarios tenemos una audiencia «cautiva». El hecho de que esos hombres y mujeres estén encarcelados no disminuye lo más mínimo su valor a ojos de Dios, ¡ni debería disminuir para nosotros!

Ha sido toda una experiencia durante estos últimos 16 años poder hacer brillar la luz de la verdad en lugares tan oscuros y lúgubres. He descubierto que hay muchos que desean sinceramente saber más, ser más, hacer más, conocer a Dios, esforzarse por tener la oportunidad de arreglar las cosas con sus seres queridos y, lo más importante, con ellos mismos. ¡Me alegra el corazón recibir los testimonios de los espíritus renovados! Esta misma gente, a su vez, está corriendo la voz entre su familia y amigos.

Doy gracias a Dios por la oportunidad de experimentar la alegría de estar implicado con hermanos y hermanas afines que desean de manera sincera y desinteresada compartir este regalo divino, El libro de Urantia, con los que más lo necesitan, las llamadas almas perdidas, ovejas perdidas, almas buscadoras, para los que buscan respuestas, para todos los que buscan la verdad, sin importar su posición social.

Si les gustaría saber más, si les gustaría participar, si les gustaría donar a la causa, contacten conmigo cuando quieran. Siéntanse con libertad de mandarme un correo a [email protected]. Estaré aquí hasta que me gradúe…