Una visión cósmica

Mi reflexión comenzó durante la lectura de la revista Science & Vie publicada en agosto de 2021 donde aparecía una fotografía del centro de nuestra galaxia en dirección a la constelación de Sagitario tomada inicialmente por el satélite Chandra de la NASA equipado con un telescopio de rayos X. A continuación, el astrónomo Daniel Wong superpuso otra imagen de la misma región en ondas de radio tomada por el radiotelescopio sudafricano MeerKAT. La combinación de las dos longitudes de onda permite vislumbrar los fenómenos de alta energía que dominan allí. Podemos distinguir gigantescos puentes magnéticos que distribuyen su energía desde el centro galáctico a las demás regiones de la Vía Láctea. Todo esto me recordó el trabajo de los Centros Supremos de Poder descrito en el documento 29 de El libro de Urantia.

¡Energía en todo!

Dios no es solo espíritu, también es energía. Es precisamente esta imagen del centro de nuestra galaxia la que me inspiró a ver más claramente el papel de los Directores del Poder Universal, sobre todo el de sus descendientes activos en los universos del tiempo y del espacio: los Centros Supremos del Poder del gran universo. Operan en siete grupos que controlan mentalmente toda la vasta red de funciones realizadas por los Controladores Físicos Maestros y los Supervisores del Poder Morontial [29:2].

Desde la creación de los universos del tiempo y del espacio los Centros de Havona, el segundo grupo de los Centros Supremos de Poder, son ahora requeridos allí, ya que este acontecimiento ha precipitado a Havona a su segunda edad. Por el momento, y solo en Havona, existe un perfecto control energético [29:2.12].

En cada una de las capitales de los siete superuniversos, incluyendo Uversa, la capital de nuestro superuniverso Orvonton, hay mil Centros de los superuniversos, el tercer grupo. Tres corrientes primarias de energía, cada una de las cuales está subdividida en diez segregaciones, entran en estos centros de poder, y siete circuitos de poder especializados y bien dirigidos, aunque imperfectamente controlados, emergen de su sede de acción unificada. Esta es la organización electrónica del poder del universo [29:2.13]. Estos siete circuitos de organización electrónica revelan una sensibilidad variable a la gravedad local o lineal. Son movimientos de energías dirigidos a fines específicos, análogos a la Corriente del Golfo, que baña todo superuniverso [29:2.15]. Son estas corrientes de energía a las que me refería en la imagen del principio de este texto.

Energía, incluso más cerca de nosotros

Si nos acercamos un poco más a nuestra existencia terrestre, cien Centros del universo local estacionados en los mundos sede de los universos locales operan para reducir y modificar de diferentes maneras los siete circuitos de poder que emanan de la sede de su superuniverso para hacerlos aplicables a los servicios de las constelaciones y sistemas. En nuestro caso están estacionados en Salvington. Fueron de gran ayuda para nuestro Hijo Creador, Miguel de Nebadon, durante los períodos finales de organización del universo y de movilización de la energía. Imaginen el espacio de nuestro universo atravesado por un movimiento libre e indiferenciado de energías, y entre ellas corredores de energía que conectan dos centros del poder o dos controladores físicos. Estos circuitos energéticos individualizados son útiles para las comunicaciones interplanetarias y similares [29:2.16].

Aún más cerca

El quinto orden de Centros del Poder, los Centros de las constelaciones, son diez y están ubicados en cada constelación. Proyectan energía hacia los cien sistemas tributarios locales. De ellos surgen las líneas de energía para las comunicaciones y el transporte y como suministro de energía para los seres vivos que dependen de estas energías físicas [29:2.17]. Yo consideraría en esta última afirmación a los seres intermedios y a los seres no respiratorios.

¿Qué tiene que ver todo esto con nosotros?

A cada sistema local se le asigna permanentemente un Centro Supremo del Poder. Estos centros del sistema envían los circuitos de energía a los mundos habitados del tiempo y el espacio, coordinan las actividades de los controladores físicos subordinados y también actúan para asegurar la distribución satisfactoria del poder en el sistema local. Los relés de los circuitos que hay entre los planetas dependen de la perfecta coordinación de ciertas energías materiales y de la regulación eficaz de la potencia física [29:2.18].

Los planetas individuales están confiados al cuidado de los Controladores Físicos Maestros. Reciben las líneas de energía encircuitadas que envían los centros del poder de su sistema. Con excepciones extremadamente raras, se asigna un centro no clasificado a un planeta debido a relaciones energéticas bastante extraordinarias, o este centro no clasificado actúa como equilibrador universal o gobernador de energía [29:2.19]. Un cuerpo espacial entre un millón encaja en este caso, y creo que Urantia es uno de ellos, ya que está situado cerca de un circuito energético extremadamente poderoso.

¿Qué tienen que ver los Centros Supremos del Poder con nosotros? Yo respondería que sin ellos no existiríamos. Todo es energía; todo lo que compone nuestro mundo material, las plantas, los animales y nuestros cuerpos, está hecho de energía que se transforma en átomos, luego en moléculas y después en células vivas [42:1.2]. Siempre se requiere la presencia de los Controladores Físicos Maestros cuando los Portadores de Vida plantan vida en un planeta.

Anatomía de un Centro Supremo del Poder

Los centros del poder utilizan inmensos mecanismos y coordinaciones de tipo material en conexión con los mecanismos vivientes de las diversas concentraciones separadas de energía. Cada centro individual del poder está compuesto exactamente de un millón de unidades de control funcional, y estas unidades modificadoras de la energía no son estacionarias como los órganos vitales del cuerpo físico del hombre; las posibilidades asociativas de estos «órganos vitales» de la regulación del poder son móviles y verdaderamente caleidoscópicas [29:3.7].

Estos seres, así como los controladores físicos que mencionaré más adelante, son todos creados perfectos y actúan de manera perfecta. Nunca cambian su función. Son totalmente prácticos en todas sus acciones y están siempre de servicio. Solo se ocupan de la energía material o semifísica. No la emiten, sino que la modifican, manipulan y dirigen. Tienen el poder de resistir la gravedad lineal. Estos controladores supremos del poder siempre operan desde esferas arquitectónicas diseñadas para facilitar sus operaciones [29:3.9]. Estos seres están estrechamente asociados de alguna manera con el supercontrol cósmico del Ser Supremo [29:3.3].

Los Controladores Físicos Maestros

Los Controladores Físicos Maestros son quizás más interesantes para nosotros, ya que operan en planetas como el nuestro. Pueden metamorfosearse para realizar diversos transportes autónomos. Pueden cruzar el espacio casi a la misma velocidad que los Mensajeros Solitarios, es decir, 1.354.458.739.000 km/s, ¡lo cual no es una hazaña! Sin embargo, como todos los viajeros espaciales, necesitan la ayuda de sus compañeros y de algunos otros tipos de seres para superar la gravedad del planeta y la resistencia de la inercia cuando parten de una esfera material [29:4.1].

Los Controladores Físicos Maestros son de siete órdenes. Los tres primeros son personales; los cuatro últimos parecen actuar de forma más bien automática, pero son superinteligentes [29:4.13]. Ajustan las energías fundamentales no descubiertas en Urantia para el transporte y las comunicaciones interplanetarias. Estas energías también son empleadas por los seres intermedios [29:4.14].

Orvonton cuenta con tres mil millones de subdirectores del poder, tres millones por sector menor. Además de sus funciones energéticas, sirven para instruir a todos los que estudian las ciencias del control de la energía y las técnicas de transmutación [29:4.16].

Billones y billones de controladores mecánicos están comisionados en Ensa, nuestro sector menor. Son con mucho los más poderosos asignados a un mundo habitado. Poseen el don de la antigravedad y superan a todos los demás órdenes de seres. Diez de ellos estaban estacionados en nuestra esfera en el momento de las revelaciones de El libro de Urantia. Su función principal es facilitar la salida de los transportes seráficos, lo que les permite alcanzar la velocidad de 899.580 km/s [23:3.2]. Para ello todos actúan al unísono, mientras una serie acoplada de mil transmisores de energía proporciona el impulso inicial para la partida [29:4.19]. Actuán sobre la energía juntos o por separado. Para hacernos una idea de sus funciones, actúan como nuestros transformadores eléctricos, interruptores, amplificadores, transistores electrónicos, etc.

Los Transformadores de la energía suelen ser cien por cada mundo habitado [29:4.22]. Son los inspectores planetarios de las salidas seráficas, así como interruptores poderosos y vivientes de la acción. También pueden aislar un planeta de las poderosas corrientes de energías que pasan por él.

Los otros cuatro órdenes de Controladores Maestros apenas son personas tal y como las entendemos. Los Transmisores de la energía podrían compararse con nuestras líneas eléctricas para dirigir la energía a un nuevo circuito. Se colocan en el camino deseado, y con su poder de atracción de energía redirigen la energía hacia donde se espera. Pueden detectar una corriente débil y luego amplificarla para transmitirla de forma inteligible a los receptores de las transmisiones [29:4.29]. Son indispensables, junto con los transformadores de la energía, para sostener la vida en mundos con condiciones atmosféricas pobres, como los de los no respiradores [29:4.31].

Los Asociadores Primarios son conservadores de la energía, algo así como las plantas que almacenan la luz del sol. Convierten las energías del espacio en un estado físico desconocido para nosotros. Son catalizadores vivientes capaces de realizar transformaciones hasta el punto de producir algunas de las unidades primitivas de la existencia material [29:4.32]. Manipulan átomos, electrones y ultimatones para expresar diferentes estados de la materia. También liberan energía en momentos deficitarios.

Los Disociadores Secundarios son lo contrario de los Asociadores. Están dotados de inmensas facultades antigravitatorias y se ocupan de la evolución de una forma de energía poco conocida para nosotros en el momento de esta revelación (¿energía nuclear?) [29:4.35].

Los frandalanks tienen la función de registrar automáticamente el estado de todas las formas de fuerza-energía cualitativa y cuantitativamente. Los cronoldeks son frandalanks que además registran la presencia del tiempo [29:4.37].

Ideas descabelladas… o no

En este estudio, vemos que la energía pura de la Deidad se transmuta en muchas formas y manifestaciones, no todas reconocidas por nosotros. Cuando descubramos la forma de energía mencionada en el Documento 42:1.3, y esperando que nuestra humanidad haya alcanzado un alto nivel de sabiduría, podremos dominar la rotación energética de las unidades eléctricas de la materia hasta el punto de modificar sus manifestaciones físicas [42:1.4]. ¡Imaginen las inauditas posibilidades que esto representaría!

Si buscan en El libro de Urantia la expresión «controladores físicos», se encontrarán no menos de cien resultados referidos a ellos. Así de importantes son para la organización de un planeta y así de esenciales son para nuestra existencia. Estamos familiarizados con el concepto del Padre como espíritu perfecto, ¡sería bueno pensar en él como la energía, la vida y el soporte de su vasta creación!