Notas sobre el origen de El libro de Urantia

Nota del editor: El texto que viene a continuación se ha tomado de dos documentos, cada uno de los cuales contiene una breve historia de la recepción y preparación de El libro de Urantia. Aunque parte del material está repetido, se incluye de todas formas. El segundo documento, “Relato personal de cómo encontré El libro de Urantia”, contiene la historia más detallada.

La autenticidad histórica de El libro de Urantia

La siguiente historia es producto de años de investigación y muchas horas de conversación con los implicados en el origen de los Documentos Urantia. Incluye el conocimiento personal y la amistad con personas clave del movimiento Urantia a lo largo de los últimos treinta y ocho años.

Durante este periodo, ejercí de pastor en la United Church of Christ, y me uní al cuerpo docente del Indiana Institute of Technology, donde actué como jefe del departamento de Psicología, responsable de la división de Humanidades y presidente. He tenido un cuidado especial en mantener la objetividad académica y ejercer la evaluación crítica de El libro de Urantia y del movimiento Urantia. Los elementos esenciales de la siguiente narración se han contrastado muchas veces con numerosas personas que tuvieron una experiencia de primera mano en los acontecimientos relacionados con el origen de El libro de Urantia.

La historia de Chicago

El Dr. William S. Sadler (1875-1969), médico, cirujano, psiquiatra, profesor universitario y autor de cuarenta y dos libros, fue un hombre de capacidades inusuales. Fue un conferenciante popular en las plataformas Chautauqua y promovió la medicina moderna y los temas de salud mental a través de charlas, artículos en revistas y libros. A consecuencia de esta efectiva campaña, a él y a su esposa, la Dra. Lena Sadler, sus amigos y conocidos les pedían con frecuencia organizar grupos informales donde se pudieran tratar temas médicos y sociales. En consecuencia, los Sadler comenzaron un té de tarde los domingos a mediados de los años 20, que se conoció como “el Foro”, donde se examinaban esos temas y a veces se debatían. Con el tiempo, el Foro llegó a estar compuesto de profesionales: doctores, abogados, dentistas, ministros religiosos y profesores, junto con individuos de todos los ámbitos de la vida: amas de casa, secretarias, granjeros y obreros.

Un domingo, un miembro del Foro preguntó al Dr. Sadler lo que pensaba sobre un médium que atraía grandes multitudes en uno de los teatros de la ciudad. El Dr. Sadler replicó que había investigado a muchos de esos médiums y descubierto que eran o fraudes deshonestos o personas sinceras pero que se autoengañaban, a las que la actividad de su mente subconsciente les llevaba a creer que estaban obteniendo conocimiento del mundo de los espíritus. “Aun así”, añadió, “hay un caso que no he podido resolver”. Por supuesto, ellos quisieron saber de esa persona, llamada más adelante “la personalidad de contacto”, y el Dr. Sadler compartió alguna de la información recopilada desde 1911.

Durante algunos años, él y un grupo pequeño de asociados, llamado “la comisión de contacto”, tuvieron la oportunidad de poner a prueba y verificar el contenido de formas inusuales de comunicación a distancia. Fueron capacitados y se familiarizaron con la técnica de comunicación e información impartida por las supuestas personalidades extraplanetarias, conocidas más adelante como “los reveladores”. Gracias a compartir toda esa información, los reveladores se apropiaron prácticamente de los propósitos del Foro.

Por aquel entonces, una personalidad que afirmaba ser un visitante estudiante del planeta desafió a la comisión de contacto al decirles: “si ustedes supieran de la fuente espiritual tan alta a la que están asociados, dejarían de hacer esas investigaciones pueriles para detectar el fraude y se plantearían algunas preguntas significativas acerca de la naturaleza de la realidad y del universo”. El Dr. Sadler llevó este mensaje al Foro y sugirió que aceptaran el desafío escribiendo preguntas que pudieran dirigirse a los reveladores. Estuvieron de acuerdo y el Dr. Sadler organizó las numerosas preguntas formuladas. La primera pregunta presentada fue: “¿Existe Dios? Y si existe, ¿cómo es?”. En respuesta, recibieron cinco documentos que los reveladores solicitaron que se leyeran ante el Foro y se mantuvieran a buen recaudo en el despacho de Sadler.

Poco después de que se presentaran los primeros Documentos Urantia, los reveladores solicitaron que formaran un grupo cerrado. Se pedía a cada miembro del Foro que firmara un compromiso que decía: “Reconocemos nuestro compromiso de confidencialidad y renovamos nuestra promesa de no tratar sobre las revelaciones Urantia o sus temas con nadie aparte de los miembros activos del Foro, no tomar notas de dichos temas cuando se lean o debatan en las reuniones del Foro, o hacer copias o tomar notas de lo que hemos leído personalmente”. Se repartieron carnets de miembros y fueron un total de treinta. De vez en cuando se incorporaban nuevos miembros al Foro, después de ser entrevistados por sus cargos y de firmar el acuerdo de confidencialidad. Durante la existencia del Foro, llegó a tener un total de 486 miembros. Se permitía que los miembros del Foro fueran al 533 Diversey Parkway y leyeran los documentos, pero estos no salían del edificio.

Los documentos originales estaban escritos a mano. Los grafólogos expertos estuvieron de acuerdo en que no era la letra del individuo humano cuya mente superconsciente estaba siendo utilizada de alguna manera en la materialización de los documentos. Se pidió que se mecanografiaran estos documentos originales y que se comprobaran cuidadosamente por los miembros de la comisión de contacto. Siempre que los documentos originales se mecanografiaban y comprobaban, los originales que estaban en la caja fuerte desaparecían.

A veces, los documentos desaparecían después de que se leyeran y colocaran en la caja fuerte. Cuando la comisión de contacto preguntaba por su desaparición, se daban muy pocas explicaciones, más allá del hecho de que habían decidido retirar el documento. Otros documentos fueron alterados después de ser leídos en el Foro. Por ejemplo, uno de los documentos afirmaba que el apóstol Natanael tenía “un buen sentido del humor para ser judío”. Los miembros del Foro rieron por lo bajo ante este comentario. La siguiente vez que extrajeron el documento de la caja fuerte, descubrieron que la expresión “para ser judío” había sido borrada. Se supuso que estos altos seres pedían que se leyeran estos documentos al Foro para que pudieran observar las reacciones humanas ante el material presentado. De esta manera, los documentos que componen El libro de Urantia se recibieron a mediados de los años 30.

En 1939, pidieron al Foro voluntarios que estuvieran dispuestos a reunirse los miércoles por la noche para estudiar de manera seria y sistemática los Documentos Urantia. Setenta personas expresaron su deseo de participar en esta clase, y fueron conocidos como “Los Setenta”. Los setenta fueron capacitados por los documentos y directrices de los reveladores, y por los líderes del Foro hasta la publicación de El libro de Urantia. Se hizo un hincapié especial en la naturaleza evolutiva de la aceptación de nueva verdad y el peligro de usar los medios de comunicación y métodos revolucionarios al presentar el mensaje de los Documentos Urantia a nuestra cultura contemporánea.

Cuando se dio el permiso para publicar los Documentos Urantia, los reveladores afirmaron que consideraban El libro de Urantia como una característica de la evolución progresiva de la sociedad humana. Dijeron que el libro pertenecía a la era inmediatamente posterior a la lucha ideológica en la que veían envuelto a nuestro planeta. Se concedió una publicación temprana para que pudieran capacitarse líderes e instructores y publicarse traducciones del libro a otros idiomas. Se dieron varias instrucciones para la publicación del libro, incluyendo la obtención de un copyright internacional.

Para preparar la publicación de El libro de Urantia, el 11 de enero de 1950 se estableció la Fundación Urantia mediante una Declaración de Fideicomiso bajo las leyes del Estado de Illinois. La Fundación está gestionada por una Junta de Fideicomisarios de cinco miembros que se nombran a perpetuidad. Los deberes y responsabilidades de los fideicomisarios están definidos en la Declaración de Fideicomiso. Entre las más importantes está publicar El libro de Urantia y preservar su texto íntegro perpetuamente.

Cuando la Fundación hizo una llamada a los miembros del Foro para recaudar fondos que cubrieran la primera edición de 10.000 ejemplares, la respuesta fue inmediata. El coste de la primera edición fue de unos 75.000 $. El libro se imprimió en la planta de Crawfordsville (Indiana) de R. R. Donnelly and Sons Company, y fue publicado por la Fundación Urantia el 12 de octubre de 1955.

Se publicó una traducción al francés de El libro de Urantia en 1962. Las traducciones al finés y español se publicaron en primavera de 1993. Se sigue el trabajo con las traducciones al holandés y al ruso, y hay en el horizonte traducciones al coreano, alemán, sueco, húngaro e italiano.

Grupos de estudio y Sociedades

Los miembros del Foro reconocieron que seguramente surgiría algún tipo de organización fraternal de las enseñanzas de El libro de Urantia. En consecuencia, organizaron la Urantia Brotherhood el 2 de enero de 1955, y la Urantia Brotherhood Corporation, que actúa como el agente legal y fiscal de la Brotherhood, el 21 de octubre de 1955, bajo las leyes del Estado de Illinois. En diciembre de 1959, el Internal Revenue Service de los Estados Unidos dictaminó que la Fundación Urantia, la Urantia Brotherhood y la Urantia Brotherhood Corporation eran organizaciones exentas de impuestos y sin ánimo de lucro.

Los ladrillos organizativos de la Urantia Brotherhood son las Sociedades locales, que surgen de grupos de estudio maduros y funcionan con gran autonomía. En 1989, como resultado de una disputa sobre el control democrático de la Brotherhood, esta rompió su conexión orgánica con la Fundación Urantia y cambió su nombre a Fifth Epochal Fellowship, ahora mejor conocida como la Fellowship por estudiantes y lectores de El libro de Urantia, con sede en el 529 Wrightwood, Chicago, IL 60614. La Fundación Urantia, con sede en el 533 de Diversey Parkway, Chicago, IL 60614, está patrocinando una nueva organización fraternal llamada la Asociación Internacional Urantia. Estas organizaciones fraternales están interesadas principalmente en el estímulo y crecimiento espiritual de personas de todas las creencias y religiones.

Desarrollo futuro

La Fundación Urantia y la Fellowship se han abstenido de usar los medios de comunicación, pues creen que el contacto persona a persona y el crecimiento evolutivo lento es la política más efectiva a largo plazo para introducir a las personas en El libro de Urantia. Es asombroso que, en unos tiempos en los que los periodistas están examinando todo tipo de cultos y nuevos movimientos religiosos, El libro de Urantia haya recibido poca publicidad general. El mundo académico está justo comenzando a descubrir su existencia. En 1983, el Dr. Jacques Rheaume, de la Universidad de Ottawa, escribió una tesis doctoral sobre el tema “Análisis de un texto revelado: El libro de Urantia” (Analyse d’un Texte Revele: The Urantia Book). En 1985 hubo una consulta de la American Academy of Religion sobre el tema “El libro de Urantia en los estudios religiosos”.

El libro de Urantia es una de las fuentes más prometedoras de pensamiento creativo en filosofía, religión y cultura de nuestro mundo contemporáneo. Tiene ramificaciones extremadamente amplias. La comprensión global de los autores de las dinámicas de la civilización y la cultura vierte sabiduría en casi cada campo del esfuerzo humano. Aunque confiamos en que la Iglesia vea algún día El libro de Urantia como una fuente auténtica y ampliada de verdad espiritual, solo ganará tal reconocimiento a través de la evaluación crítica de laicos, ministros religiosos y teólogos.

Relato personal de cómo encontré El libro de Urantia

Alrededor de 1960 (Copiado de un escrito redactado a mano 8/4/97)

Como la mayoría de personas que se introducen en El libro de Urantia y se les dice que está escrito por seres celestiales y materializado en nuestro planeta, yo era sumamente, si no totalmente, escéptico ante esa afirmación cuando un amigo abogado me presentó un ejemplar de El libro de Urantia a principios de la primavera de 1956. Para seguirle la corriente a mi buen amigo que, hasta donde yo sé, siempre había tenido una reputación poco común de juicio sensato como abogado y juez, y para mostrar mi aprecio por su regalo de quince dólares, decidí, después de echar una ojeada al contenido del libro, leer un par de capítulos de la sección de la vida y las enseñanzas de Jesús, y así ser capaz de hablar con conocimiento acerca del libro la próxima vez que viera al juez.

Mientras leía, buscaba en vano el misticismo esotérico que estaba seguro que debía impregnar el libro. En su lugar, me intrigó cada vez más la perspicacia espiritual, la coherencia filosófica y la relevancia científica de su mensaje. Un par de meses después, cuando terminé la última de sus 2.097 páginas, supe que El libro de Urantia era uno de los libros más importantes de nuestro tiempo. Luego fui a ver al juez con la pregunta persistente que tantas personas desde entonces me han planteado: “¡Ahora quiero saber quién escribió realmente este libro! ¿Quiénes son las personas responsables de su origen?”. Mi actividad central durante los años siguientes, que incluyó muchísimos viajes a Chicago y a otros lugares, fue la de recopilar pruebas de primera mano que arrojaran luz a la respuesta adecuada a esa pregunta.

Aquí, de forma resumida, está la historia de la autenticidad histórica de El libro de Urantia. Cada aspecto de la historia se ha comprobado de primera mano y mediante la observación crítica de las personas directamente implicadas en ella. Estoy personalmente convencido de la integridad absoluta de las personalidades implicadas. Para mi sorpresa, descubrí que el Dr. William S. Sadler fue el líder de un pequeño grupo de personas de Chicago que recibió y acabó siendo responsable de publicar los Documentos Urantia. El Dr. Sadler es uno de los psiquiatras más sumamente respetados del país y en algunos círculos se le llama el “padre de la psiquiatría americana”. Durante muchos años enseñó en la escuela médica de posgrado de la Universidad de Chicago, y durante casi treinta años fue conferenciante en el Consejo Pastoral del Seminario Tecnológico McCormic. La esposa del Dr. Sadler, la Dra. Lena Sadler, también médico, compartió el liderazgo de este grupo.

Como médico, el Dr. Sadler entró en contacto por primera vez en 1911 con la persona que se utilizó de alguna manera en la producción de los Documentos Urantia. Al ser especialmente escéptico respecto a los fenómenos esotéricos y espiritistas, hizo una gran labor de investigación examinando personalidades mediúmnicas y llegó a la conclusión de que todas esas personas eran o un fraude o se engañaban a sí mismas mediante anormalidades psíquicas subconscientes. Informó sobre estos hallazgos en un libro titulado The Mind at Mischief, publicado por Funk y Wagnalls en 1929. En este libro, llama la atención sobre un caso que no encaja en este patrón [las páginas 382 a 384 del Apéndice].

Durante el periodo que va de 1911 a mediados de los años 20, el Dr. Sadler tuvo la oportunidad de observar, examinar y poner a prueba a la personalidad de contacto de varias maneras, lo que ayudó a establecer su confianza en la fiabilidad de la información recibida a través de la personalidad de contacto. Se convenció concienzudamente de que el “sujeto” que se asoció más tarde con los Documentos Urantia no era de ninguna manera similar a cualquier otro tipo bien conocido de fenómeno psíquico como la escritura automática, la canalización, la clarividencia, la telepatía, los trances, la mediumnidad de espíritus o la personalidad múltiple.

Tanto el Dr. William como la Dra. Lena Sadler estaban muy solicitados como conferenciantes, y el Dr. William Sadler fue un prolífico escritor durante la mayor parte de su carrera como médico. Como consecuencia de este contacto con el público, construyó un extenso círculo de amigos que estaban interesados en abordar cuestiones médicas, psicológicas y religiosas. Para satisfacer esta demanda, los Sadler abrieron su hogar para tener un grupo de discusión los domingos por la tarde. Este grupo fue conocido como “El Foro” y estaba compuesto por todo tipo de personas: doctores, abogados, ministros religiosos, profesores, amas de casa, secretarias y obreros.

Finalmente, uno de los miembros del Foro preguntó al Dr. Sadler lo que pensaba acerca de los médiums. Sadler respondió que sus investigaciones le convencieron de que había fraudes o personas que se engañaban a sí mismos, pero que había un caso que él todavía no había podido explicar. El grupo le pidió que les hablara de este caso inusual, y de esta manera el interés central del Foro se acabó desplazando hacia los Documentos Urantia.

Por esa época, se les dijo en una sesión de contacto que, si se dieran cuenta de la alta calidad de su fuente de comunicación, acabarían con sus investigaciones mundanas y comenzarían a plantear verdaderas preguntas acerca de la naturaleza de las cosas que hay en el universo. En consecuencia, el Dr. Sadler pidió a los miembros del Foro que le entregaran preguntas respecto a lo que les gustaría saber.

Entre las primeras preguntas planteadas estuvo “¿Existe Dios? Y si existe, ¿cómo es?”. En respuesta a esta pregunta se recibieron cinco documentos. Estos documentos se leyeron y trataron en las reuniones del Foro. Este procedimiento continuó a medida que pasaban por las preguntas enviadas por el Foro.

Al principio de este proceso, las personalidades superhumanas que supervisaban las sesiones de contacto habían seleccionado a un pequeño grupo de entre el Foro como la “Comisión de Contacto”, a los que se les había asignado la responsabilidad de salvaguardar los documentos, mecanografiarlos y actuar como comité de enlace entre los “reveladores” y el Foro. Los manuscritos originales estaban redactados a mano. Después de que la comisión de contacto los mecanografiara y comprobara, los documentos originales que estaban en la caja fuerte del Dr. Sadler desaparecían.

Por aquel entonces, se recibieron instrucciones de los reveladores de formar un grupo cerrado. De vez en cuando se admitían nuevos miembros después de ser entrevistados por los cargos del Foro. Se pedía a todo miembro del grupo cerrado que firmara un compromiso que decía: “Reconocemos nuestro compromiso de confidencialidad, y renovamos nuestra promesa de no tratar sobre las revelaciones Urantia o sus temas con nadie excepto con los miembros activos del Foro, no tomar notas de estos temas mientras se lean o se traten en las sesiones del Foro, o hacer copias o notas de lo que leamos personalmente”.

Cuando se respondió a las preguntas presentadas por el Foro, había cincuenta y siete documentos. Entonces, los reveladores sugirieron que, puesto que el Foro, como resultado de los cincuenta y siete documentos, podía ahora plantear preguntas más inteligentes, llevarían a cabo la ampliación de la revelación de acuerdo con una nueva lista de preguntas. Se siguió este procedimiento durante los años siguientes y hacia 1934 dio como resultado los 196 documentos que se encuentran ahora en El libro de Urantia.

En este punto, se debe mencionar el tipo de personas que eran los miembros del Foro. Esperaba encontrar a personas con brillo en sus ojos, místicos e individuos con inclinaciones mesiánicas. Encontré justo lo contrario. El Foro original estaba compuesto de personas inteligentes y bien equilibradas que mostraban de manera destacada una actitud científica crítica. Durante este periodo, el Dr. Sadler trabajó con el mago, Thurston, y con el conocido explorador, Sir Hubert Wilkins, para intentar diagnosticar esta situación tan poco habitual. Thurston había ayudado a Sadler previamente a investigar a médiums fraudulentos.

Finalmente, llegaron a la conclusión de que estaban tratando con algún tipo de fenómeno genuino y que, en cualquier caso, el individuo de contacto era simplemente incapaz de producir la calidad de los documentos recibidos. Thurston llegó a sentirse tan fascinado con el contenido de los documentos que dejó su espectáculo durante todo un año para estudiar detalladamente los Documentos Urantia. Wilkins se tomó un permiso de tres meses de su trabajo para estudiar los documentos. Antes de morir, los dos hombres habían llegado a la conclusión de que los documentos eran, con toda probabilidad, lo que afirmaban ser.

En 1939, los líderes del Foro, con asesoramiento de los reveladores, decidieron que era el momento de formar una clase para estudiar los Documentos Urantia de manera seria y sistemática. El proyecto fue presentado al Foro y setenta personas se prestaron voluntarios para comenzar este estudio. La clase fue conocida como “Los Setenta” y las comunicaciones de los reveladores se dirigieron a los setenta. Los setenta fueron capacitados hasta que se publicó el libro, con énfasis especial en la naturaleza evolutiva de la aceptación de una nueva verdad y en el peligro de usar métodos de difusión indiscriminados o revolucionarios para presentar el mensaje de los Documentos Urantia.

Las restricciones de confidencialidad se fueron relajando gradualmente y en 1955 dieron permiso para publicar el libro. Se les dijo que el libro no pertenece a la era presente, sino a los tiempos que seguirán a la presente lucha ideológica. No obstante, se daba una publicación temprana del libro para que pudiera capacitarse a líderes e instructores y para que se pudiera encontrar a hombres con recursos para proporcionar traducciones a otros idiomas. Aunque un miembro adinerado del Foro estaba dispuesto a aportar el dinero necesario para publicar la primera edición (75.000 $) y la Dra. Lena Sadler había reunido 25.000 $ con este fin antes de su muerte en 1939, los reveladores pidieron que a los miembros del Foro se les solicitaran aportaciones voluntarias para financiar la publicación.

Antes de que el libro se publicara, los reveladores pidieron a los miembros de la comisión de contacto y a otras personas que tenían información que tomaran un juramento para prometer no revelar la identidad del individuo cuyo Ajustador del Pensamiento se había usado de alguna manera en la transmisión de los Documentos Urantia, y no decir nada que pudieran saber acerca del método de materialización de los documentos. Se les dieron tres razones importantes para pedirles esto. Los reveladores reconocieron que esta petición sería una piedra en el camino durante los primeros años que siguieran a la publicación del libro, pero dijeron que era sensato no tener un san Pedro o san Pablo vinculado a la publicación de aquí a mil años. En segundo lugar, deseaban evitar que se relacionara con los documentos cualquier cosa de naturaleza milagrosa. Y finalmente, admitieron que el libro no se recibiría debido a algún fenómeno inusual vinculado a su origen, sino solo por los que reconocieran la calidad espiritual del mensaje del libro.

El Dr. Sadler me dijo que él probablemente sabía más sobre la naturaleza de la materialización de los documentos que nadie, pero que no sabía realmente cómo se había hecho. Si le permitieran decirme todo lo que sabía, me aseguró que, por cada punto en el que hubiera una pregunta, tendría dos preguntas en su lugar.

El Dr. Sadler dirigió muchas pruebas en el transcurso de la recepción de los documentos. Por ejemplo, los reveladores pidieron que las preguntas se pusieran por escrito y, cuando los documentos llegaban, las preguntas siempre desaparecían. Así que comenzó a colocar las preguntas en la caja de seguridad de un banco del centro de la ciudad. Seguían desapareciendo, pero acabaron diciéndole que deseaban que cesara con esas actividades pueriles, pues les causaban un trabajo extra.

Uno de los miembros de la comisión de contacto me dijo que las mejores hipótesis que él tenía respecto a la producción de los documentos tenía tres puntos de actividad: (1) el ser celestial que era el autor del documento, (2) la mente del sujeto humano y (3) un intermedio (seres supermortales muy cercanos a los seres materiales y que pueden llevar a cabo actividades físicas) que hacía el dictado. “Supe dónde estaba el punto dos, pero nunca supe nada del punto uno y el punto tres”. Reconoció que esta hipótesis podía ser incorrecta. El Dr. Sadler me dijo que casi todo lo que se conoce sobre el origen de los Documentos Urantia puede encontrarse en varios lugares de El libro de Urantia.

A medida que el Foro continuaba leyendo los Documentos Urantia, el Dr. Sadler vio que su mujer, Lena, y muchos otros estaban muy impresionados con su contenido. Así, un domingo dio un discurso recordándoles que eran un grupo de debate crítico, pero que había observado que algunos estaban siendo influidos por los documentos. La respuesta general que recibió vino a ser: “No lo aceptamos incondicionalmente. A pesar de la autoría de los documentos, tienen más sentido que cualquier cosa de ese ámbito que hayamos leído jamás”.

Pregunté al Dr. Sadler cuándo y por qué aceptó finalmente que los documentos eran lo que afirmaban ser. Respondió que su orgullo profesional estaba en juego, así que mantuvo una actitud profesional crítica hasta que se recibieron la mayor parte de los documentos. La decisión de arrojar la toalla intelectual llegó, según dijo, cuando recibieron el documento sobre los doce apóstoles. “Soy psiquiatra”, dijo, “y creo que conozco mi oficio. Pero este documento me dio complejo de inferioridad. Incluso si hubiera tenido un equipo de psiquiatras y años para trabajar en ello, no creo que hubiera preparado un documento de esta calidad. Casi tienes que tener acceso al interior de la mente humana para escribir un documento así. De modo que finalmente decidí admitir que estábamos tratando con un conocimiento superior”.

Para preparar la publicación de El libro de Urantia, se creó y acreditó a la Fundación Urantia como organización sin ánimo de lucro del Estado de Illinois. La Fundación Urantia es la editora, bajo copyright internacional, de El libro de Urantia.

Al saber que algún tipo de organización surgiría de las enseñanzas de El libro de Urantia, se decidió que era sensato organizar la Urantia Brotherhood como dicha organización fraternal y evitar en lo posible los extremismos al crear una organización así. La Urantia Brotherhood no es el intento de crear una nueva Iglesia, sino simplemente un grupo de personas interesadas en las enseñanzas de El libro de Urantia.

Esto es, en resumen, lo que encontré en mi investigación. Y si bien estoy personalmente convencido de la integridad absoluta de las personas vinculadas al origen de El libro de Urantia, deseo hacer hincapié en que el hecho de su autenticidad no demuestra nada acerca de la calidad o el mérito de El libro de Urantia. Esto puede juzgarse únicamente por el contenido del libro mismo.

Considero la pregunta sobre el origen y la autoría como algo puramente secundario. Estoy interesado en El libro de Urantia solo porque las ideas elevadas y la relevancia de su mensaje es superior a cualquier punto de vista filosófico-religioso que conozco. Pero también me gustaría hacer hincapié en que el libro no puede evaluarse hasta que veamos la totalidad de su imagen filosófico-religiosa.

 

 

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