Mensaje del presidente – diciembre 2020

Este año me ha dado mucho tiempo para estar en casa con mi familia. No solo ese tiempo de calidad del que a todos les gusta hablar, sino grandes y sólidos trozos de tiempo de cantidad. He visto a mis hijos de diez y ocho años adaptarse a este año de aislamiento con buen ánimo y aceptación, pero al mismo tiempo reconozco que se están enrollando como una bobina y que cuando esta pandemia termine saldrán al mundo con una energía incalculable. 

Hay una pregunta que los niños nos suelen hacer a mi esposa y a mí con algunas variantes que finalmente se reducen a: «¿Por qué Dios deja morir a la gente? ¿Por qué no deja que todos vivan para siempre?». Tratamos de responderla lo mejor que podemos, intentamos respuestas como «en realidad las personas no mueren, solo sus cuerpos», pero eso no responde realmente a sus preguntas. Entonces intentamos que vean las cosas desde la perspectiva de Dios usando una analogía como esta: «Cada mañana les hacemos cambiar de ropa, y aunque a veces puede ser un reto no nos sentimos mal por la ropa desechada. Bueno, Dios piensa en nuestros cuerpos de manera similar». Se preocupa por nosotros, pero no le importa cuándo necesitamos cambiar de cuerpo. No sé si eso ayuda a los niños o no, pero me hace pensar en cómo es la mortalidad desde el punto de vista de Dios. ¿Cómo ve Dios este año de COVID? ¿Cómo ven este reto nuestras guardianas seráficas?

Ahora parece un documento del pasado lejano, pero hace un año escribí los planes y objetivos para el año 2020. Habría conferencias continentales, una gran conferencia en Vancouver (Canadá), viajes para visitar comunidades Urantia en ciernes en África y Europa, y celebraciones de nuevas asociaciones nacionales en América Latina. En cambio, la historia de este año ha consistido en contemplar la resistencia del paciente.  

Un Consejero Divino nos dice: La religión de Jesús salva del yo, libera de los males del aislamiento de la criatura en el tiempo y en la eternidad [5:4.5]. Y el mismo Consejero Divino nos implora a reconocer que la consigna del universo es el progreso [4:1.2].

Es fácil entusiasmarse con el crecimiento de la Asociación Urantia Internacional viajando por el mundo para reunirse con compañeros lectores, pero este año ha demostrado que somos capaces de mantenernos entusiasmados en casa. Los seminarios web de todo el mundo han reunido a nuevos amigos y nos han permitido compartir nuestro continuo crecimiento espiritual. Los hechos del aislamiento no se han convertido en una excusa para no hacer nada. Seguimos creciendo y progresando en nuestros intentos de traer la quinta revelación de época al mundo. Espero que nuestras ayudantes seráficas estén satisfechas con nuestra capacidad de ajuste y adaptación, pero sin frenar la misión de llevar al mundo la buena noticia del evangelio.  

El 24 y 25 de abril del año que viene la comunidad mundial se reunirá para celebrar la versión virtual de la Conferencia Internacional 2021, que llevará a sus hogares la experiencia de la cultura peruana. Espero que puedan unirse a nosotros para pasar un tiempo de calidad celebrando unas enseñanzas que todos apreciamos, y también espero el día en que podamos reunirnos de nuevo y entusiasmarnos juntos en algún momento. 

En servicio.
Chris Wood
Presidente