Nuestro Dios Madre desaparecido: monoteísmo a costa del trinitarismo

A finales de la década de 1980, mientras cursaba un programa de posgrado en psicología transpersonal, asistí a una clase de Espiritualidad de la Creación con Matthew Fox, antiguo sacerdote dominico, teólogo y autor de 37 libros, entre ellos Creation Spirituality: Liberating Gifts for the Peoples of the Earth (Espiritualidad de la Creación: dones liberadores para los pueblos de la Tierra). Esta fue mi primera incursión significativa en la idea de que Dios tiene una función creativa omnipresente, vivificante y maternal.

En aquel tiempo, desde el punto de vista del magisterio de la Iglesia católica romana, la perspectiva de Fox rozaba la herejía. Fue expulsado del sacerdocio dominicano pero más tarde, en 1994, fue recibido como sacerdote en la Iglesia Episcopal por el obispo William Swing.

Sin embargo, el concepto de espiritualidad de la creación se plantó en mi mente como algo que merecía la pena reflexionar. La espiritualidad de la creación postula que Dios está en todas las cosas (panenteísmo), que la divinidad impregna todas las cosas y que todas las cosas llevan el plano energético de la divinidad. Esto no quiere decir que Dios sea todas las cosas, que es una afirmación panteísta, aunque sí es cierto que sin Dios o una Causa Primordial, nada existiría.

Hay una resonancia de este atributo de la omnipresencia de Dios en la revelación de Urantia, donde leemos que «El Espíritu Infinito permea todo el espacio y mora en el interior del círculo de la eternidad» [34:3.2]. Lo mismo ocurre con las Hijas Creativas del Espíritu Madre Infinito a nivel del universo local. Consideren la afirmación de que «la Ministra Divina de Salvington está por todas partes en Nebadon» [45:1.8].

Cuando la Hija Creativa comienza el asombroso acto de creación conjunta con el Hijo Creador, aprendemos que de la vasta fuente de energía de su ser «proceden las corrientes establecidas y los circuitos ordenados de poder de espíritu e influencia espiritual destinados a permear todos los mundos y a todos los seres de ese universo local» [34:1.2]. De este pasaje y de otras referencias a lo largo de la revelación Urantia podemos extraer la imagen de una omnipresencia espiritual envolvente que impregna todo el espacio, todos los mundos arquitectónicos y evolutivos, y todos los seres del universo del Espíritu Madre con diversas corrientes de energía espiritual-mental y canales discretos de su presencia personal que le proporcionan los medios para conectarse y comunicarse con todos los habitantes de su universo.    

Estos poderes y atributos manifiestos nos ayudan a comprender mejor la naturaleza de esta gran Hija Creativa del Espíritu Infinito y su función omnipresente como Madre divina de todas sus criaturas, fuente de vida, mente y poder espiritual en el universo. Ella es totalmente diferente en su naturaleza omnipresente y en muchas otras funciones del Hijo Creador, Padre de nuestro universo local e Hijo único y original del Padre Universal e Hijo Madre Eterno.

El Hijo Creador es un ser divino que, a diferencia de la Hija Creativa (su eterna compañera cocreadora y cogobernante) no tiene ninguna de las limitaciones del tiempo en el gran universo, pero solo puede estar en un lugar discreto a la vez, a diferencia de la Madre Divina que está en todas partes dentro de los límites de su universo local.

La mayoría de las religiones del mundo pasan por alto y subestiman a la Madre divina, excepto el hinduismo, que venera a la Gran Diosa Madre Devi, que encarna todos los aspectos de la feminidad y la maternidad. Devi es tan poderosa como los principales dioses masculinos de la Trinidad hindú: Visnú y Shiva. Aunque es suave, cariñosa y alimentadora en su función maternal, en ocasiones también es feroz en el ejercicio de su impresionante poder cósmico para crear y destruir mundos.


Nuestra Madre divina – DEC (Desaparecida en Combate)

Aunque ya conocía al Espíritu Madre del Universo de El libro de Urantia, tendía a pasar por alto su presencia en todas partes y en la mente, y sus impresionantes poderes creativos, como quizá hayan hecho muchos otros lectores del libro. De hecho, me parece que el concepto de Dios Padre eclipsa el concepto de Dios Madre en El libro de Urantia hasta tal punto que casi borra el aspecto maternal de Dios, algo parecido al brumoso brillo de la luna perdido en la brillante luz del sol.

Como crecí en la cultura patriarcal occidental del judeocristianismo, la imagen antropomórfica de Dios que se me presentaba era completamente masculina en términos de un Dios Padre del Antiguo Testamento y del Hijo de Dios del Nuevo Testamento. ¿Por qué no me cuestioné antes la ausencia de la madre en la familia divina de la Trinidad del Paraíso? ¿Es la cultura religiosa tan omnipresente que, como un pez en el agua que no cuestiona el agua que le rodea, no notamos ni cuestionamos la ausencia de la función materna en la representación simbólica de la Trinidad?

«Dos hombres blancos y un pájaro»

El meme de arriba ha circulado por Internet. ¿Qué le pasa a esta imagen?

Lo primero que se me ocurre es que el Espíritu Infinito es una persona. Necesitamos un símbolo mejor y más revelador de la verdad del Espíritu Infinito y del Espíritu Madre Creativo para el nuevo milenio y más allá, porque la antigua simbología cristiana se rechaza cada vez más. El símbolo de un pájaro no es adecuado, principalmente porque carece de personalidad-omnipresencia espiritual personal. 

El Espíritu Infinito es tan complemento del Hijo Eterno como el Hijo es complemento del Padre Universal. El Hijo Eterno es una personalización espiritualizada del Padre; el Espíritu Infinito es una espiritualización personalizada del Hijo Eterno y el Padre Universal. [Documento 9:2.2, página 100.4, negrita añadida]

Los que estudian la divinidad en la revelación de Urantia saben que el Padre Universal no está solo en la infinitud y que nunca ha actuado solo en los ciclos de la eternidad, a pesar de la verdad absoluta de que es la Primera Fuente y el Centro de todo lo que es. Los otros dos Absolutos siempre están copresentes existencial y eternamente: la Madre Eterna Hijo y el Espíritu Infinito, el Actor Conjunto de la Trinidad. Esta es la relación familiar original del Paraíso. Las Tres Personas, en la unidad indivisa de la Trinidad del Paraíso, parecen ser necesarias para la creación, la diversidad, la variabilidad y el mantenimiento del gran universo en la presente edad del Supremo.

Al tiempo que la razón exige una unidad monoteísta de la realidad cósmica, la experiencia finita requiere el postulado de los Absolutos plurales y de su coordinación en las relaciones cósmicas. Sin existencias de igual rango no hay posibilidad de que aparezca la diversidad de las relaciones absolutas, no hay ninguna oportunidad de que actúen los diferenciadores, los variables, los modificadores, los atenuadores, los limitadores ni los reductores. [Documento 104:3.4, página 1146.6]

Entonces, ¿dónde está el aspecto materno de Dios en las culturas religiosas de nuestro mundo evolutivo, especialmente en las tradiciones judeocristianas e islámicas?

¿Qué sucedió para detener el desarrollo del verdadero concepto de la Trinidad en el mundo occidental, la realidad de un Dios de tres personas en una que muestra una familia divina de Padre, Madre e Hijo que son iguales y uno con el otro?

Hay numerosas descripciones de las Tres Personas de la Trinidad del Paraíso y su relación familiar en la revelación de Urantia:

En lo concerniente a la identidad, la naturaleza y otros atributos de la personalidad, el Hijo Eterno es el equivalente pleno, el complemento perfecto y el homólogo eterno del Padre Universal. En el mismo sentido que Dios es el Padre Universal, el Hijo es la Madre Universal. Y todos nosotros, altos y bajos, constituimos su familia universal. [Documento 6:8.1, página 79.4]

El primer acto del Espíritu Infinito es inspeccionar y reconocer a sus padres divinos, el Padre-Padre y el Hijo-Madre. Él, el Espíritu, identifica plenamente a ambos. Tiene pleno conocimiento de sus personalidades separadas y de sus atributos infinitos así como de su naturaleza conjunta y de su funcionamiento unido. [Documento 8:1.2, página 90.6]

El Espíritu Infinito es una personalidad completa y perfecta, el igual divino y del mismo rango del Padre Universal y el Hijo Eterno. [Documento 8:6.2, página 96.4]

El Hijo y el Espíritu presiden ahora el universo de forma muy parecida a como un padre y una madre velan y atienden a su familia de hijos e hijas. [Documento 33:3.7, página 369.2]

Volviendo a la idea de nuestra Madre Divina desaparecida, ¿cuáles podrían ser las consecuencias a nivel sociológico de nuestro empobrecido pensamiento espiritual sobre Dios Padre y Dios Madre, funciones de la Trinidad existencial, su modelo de familia divina, así como nuestros Padres divinos del universo local, en el desarrollo de la cultura religiosa y la civilización en nuestro mundo evolutivo? ¿Y cuál podría ser el impacto posterior de esta visión deficiente y desequilibrada de la Deidad en los roles y el valor relativo de hombres y mujeres en la sociedad y su estatus desigual en muchas culturas del mundo?

Creo que estas son preguntas que deberíamos plantear como estudiantes de la revelación de Urantia, que tiene como uno de sus principales propósitos la mejora de las religiones evolutivas, el pensamiento espiritual y la civilización planetaria. Aunque no podemos abordar estas cuestiones adecuadamente en el ámbito de este artículo, creo que nos corresponde a nosotros como pensadores religiosos (hombres y mujeres por igual) abordar esta intersección vital de la revelación y la evolución y contribuir con conceptos divinos más elevados al mayor despertar espiritual de la humanidad.

El estudio de la religión humana es el examen de los estratos sociales portadores de fósiles de edades pasadas. Los usos y costumbres de los dioses antropomórficos son un fiel reflejo de la moral de los hombres que concibieron por primera vez esas deidades. Las religiones antiguas y la mitología retratan fielmente las creencias y tradiciones de pueblos perdidos desde hace mucho en la oscuridad. Esas prácticas cultuales de antaño conviven con costumbres económicas y progresos sociales más recientes y, como es lógico, destacan por su incongruencia. Los vestigios de los cultos ofrecen un cuadro auténtico de las religiones raciales del pasado. Recordad siempre que los cultos se establecen no para descubrir la verdad sino más bien para promulgar sus credos. [Documento 92:3.1, página 1005.3]

El hombre moderno es suficientemente autoconsciente de la religión, pero sus hábitos de adoración han quedado confundidos y desacreditados por su acelerada metamorfosis social y sus desarrollos científicos sin precedentes. Los hombres y mujeres pensantes quieren una redefinición de la religión, y esta exigencia obligará a la religión a revaluarse a sí misma. [Documento 92:7.13, página 1013.8, negrita añadida]

El hombre moderno se enfrenta a la tarea de hacer en una generación más reajustes de los valores humanos de los que se han hecho en dos mil años. Y todo ello influye en la actitud social hacia la religión, pues la religión es una manera de vivir además de un método de pensamiento. [Documento 92:7.14, página 1013.9]

Este artículo es un intento de plantear cuestiones sobre la relación de conceptos y símbolos teológicos confusos y anticuados con el desarrollo de la cultura y la civilización religiosas. Y es un esfuerzo por introducir conceptos espirituales más elevados y promover el intercambio de ideas y valores en los debates entre pensadores de los campos de la religión revelada, la filosofía, la psicología social y la antropología sociocultural, incluida la antropología de la religión.

Los conceptos y valores religiosos son inseparables de la cultura social, han conformado el desarrollo de la sociedad y la cultura desde los primeros seres humanos. La forma en que pensamos en Dios, en el sentido de la existencia, en lo que hay más allá de la muerte y en el valor que asignamos a las personas y a toda la vida, influye de forma profunda y absoluta en la evolución de nuestras costumbres, tabúes y leyes: las normas sociales que rigen las creencias, el comportamiento y las interacciones con los demás.

El progreso de la civilización mundial hacia la luz y vida depende en gran medida de los significados y valores espirituales más elevados de la religión revelada, y la revelación de Urantia es el último de estos marcos divinos para ayudar a las culturas mundiales a evolucionar espiritual, social e intelectualmente.


Sí, tenemos un Dios Madre creativo, pero está sumergido en muchas culturas del mundo

Volviendo a mi clase sobre la espiritualidad de la creación, Matthew Fox expuso una idea que se grabó en mi mente y que ha agitado mi pensamiento desde entonces. Dijo unas palabras que decían: «Si quisiera crear un mundo que estuviera condenado a la extinción final, crearía un mundo con solo un Dios Padre y ningún Dios Madre».

Aunque el concepto de la Santísima Trinidad estaba grabado en mi alma cuando era niña, ignoraba el carácter maternal de Dios. De repente, vi la religión católica romana en la que me había criado bajo una luz totalmente nueva. Le faltaba el Dios-Madre y ese vacío era tan evidente (y revelaba una necesidad tan grande de un Dios-Madre) que miles de millones de católicos a lo largo de los siglos prácticamente habían deificado a María, la madre humana de Jesús, para llenar el espacio que faltaba.

Pero María era, después de todo, solo humana, no una Persona de la Trinidad del Paraíso. Sin embargo, durante los últimos dos mil años, innumerables millones de personas le han mostrado la reverencia, el amor y la casi adoración que normalmente se reservan para el Dios Padre del Paraíso. ¿Por qué?

Una respuesta a esta pregunta podría ser la existencia de una necesidad profunda y antigua en la psique humana (incorporada allí tanto por las revelaciones epocales anteriores de la Trinidad del Paraíso a la humanidad como por el espíritu-mente adjutor de adoración y el Espíritu Santo que han actuado durante un millón de años en nuestra evolución humana progresiva) de una representación femenina de Dios como Madre para equilibrar y complementar a un Dios Padre todopoderoso.

Así lo demuestran las numerosas personificaciones femeninas de la Deidad que se encuentran en las religiones animistas y en los artefactos de las sociedades antiguas, así como en las principales religiones de Asia. Algunas de las diosas más conocidas son Gaia, Isis, Hécate, Rea, Thiên Y A Na, Devi, Parvati, Durga, Kali, Saraswati, Lakshmi, Tara y Kwan Yin.

De hecho, tenemos un Dios Madre no reconocido que es totalmente personal y está mentalmente presente en nuestro cuerpo a través de los espíritus-mente adjutores y del Espíritu Santo. Ella está en nosotros y a nuestro alrededor en su presencia omnipresente. Nuestro ser está impregnado de la mente y la energía vital de la Madre, y ella nos ministra a través de sus innumerables espíritus hijos, nuestras guardianas seráficas.

De hecho, igual que los peces que no son conscientes del agua porque están tan metidos en ella que ni siquiera la reconocen ni la cuestionan, también nosotros existimos sin ser conscientes de la mente omnipresente y los campos de energía del Espíritu Madre Creativo. Pero con la educación, las técnicas y el estímulo adecuados para mejorar nuestra percepción espiritual, podríamos ser capaces de desarrollar la capacidad de ser conscientes y sintonizar con las influencias espirituales trinitarias en nosotros y a nuestro alrededor, incluyendo la presencia espiritual personalizada del Espíritu Santo.

De nuevo, El libro de Urantia nos proporciona detalles significativos sobre la presencia espiritual omnipresente del Espíritu Infinito, las Hijas Creativas del Espíritu Infinito y nuestro contacto con su presencia personalizada. ¿No se nos dice que la cualidad fundamental de la personalidad es su capacidad de reconocer siempre a otras personalidades y hacer contacto con ellas? 

En sus prerrogativas personales, un Espíritu Creativo… está presente de manera uniforme y difusa en todo su universo local y, por lo tanto, está tan literal y personalmente presente en un mundo como en cualquier otro. [Documento 34:3.3, página 376.6, negrita añadida]

Esta presencia personalizada del Espíritu Infinito, el Espíritu Madre Creativo del universo local, es conocida en Satania como la Ministra Divina. A todos los efectos prácticos y para todos los propósitos espirituales, esta manifestación de la Deidad es un individuo divino, una persona de espíritu. [Documento 34:1.4, página 375.3, negrita añadida]

Hay numerosos pasajes en El libro de Urantia que nos informan de las formas en que estamos conectados con Dios e incluyen la línea directa del Espíritu Madre con los seres personales a través de su Espíritu Santo, como en el siguiente pasaje:

La presencia del espíritu universal del Hijo Eterno la conocemos, podemos reconocerla de manera inconfundible. La presencia del Espíritu Infinito, la Tercera Persona de la Deidad, incluso el hombre mortal la puede conocer, pues las criaturas materiales pueden experimentar de hecho la beneficencia de esta influencia divina que actúa como el otorgamiento del Espíritu Santo a las razas de la humanidad en los universos locales. [Documento 9:2.5, página 100.7, negrita añadida]


Revelaciones de época del concepto de Trinidad

Al buscar en El libro de Urantia a lo largo de los años pistas sobre nuestra Madre Divina desaparecida, encontré al menos parte de la respuesta a su desaparición (o sumersión, según el caso) en el documento 104, «El crecimiento del concepto de trinidad». Incluso los estudiantes veteranos de El libro de Urantia pueden haber pasado por alto el hecho de que la revelación de la Trinidad del Paraíso (el Padre Universal, el Hijo Madre Eterno y el Espíritu Infinito) fue hecha por el equipo del Príncipe a las gentes de Urantia hace medio millón de años. Lamentablemente se desvaneció en la oscuridad que se apoderó de nuestro mundo después de la rebelión planetaria hace unos 200 000 años [104:1.1]. 

El concepto de trinidad fue posteriormente revivido y enseñado por Adán y Eva hace unos 38 000 años en el primer y segundo jardín [104:1.2]. Sin embargo, con el incumplimiento de la misión adánica y el paso de muchos milenios, el concepto de un Dios «Tres en Uno» se había desvanecido para cuando Maquiventa Melquisedec apareció en el escenario mundial hace unos 4 000 años, aunque no se borró del todo gracias a las enseñanzas del sacerdocio setita [104:1.5].

La misión principal de Maquiventa Melquisedec era evitar la extinción de la verdad revelada sobre Dios, que incluía el concepto de trinidad, y revivir el concepto de un solo Dios sobre todos los dioses, preparando así las mentes de la humanidad para que fueran más receptivas a la inminente misión de otorgamiento humano del Hijo Creador en nuestro mundo. Maquiventa logró este objetivo supremo desarrollando una escuela de misioneros que fueron hasta los confines de la tierra con su mensaje de El Elyón, el Altísimo, y el concepto de trinidad colocado allí para los que pudieran recibirlo.

Es fascinante observar que los misioneros de Salem encontraron una receptividad mucho mayor para el concepto de trinidad en la mente cultural de los pueblos de la India y China que en Occidente.

A través de las actividades de los misioneros de Salem, las enseñanzas de Melquisedec sobre la Trinidad se difundieron gradualmente por gran parte de Eurasia y el norte de África.

Entre los hindúes el concepto trinitario arraigó como Ser, Inteligencia y Alegría. (Una concepción india posterior fue la de Brahma, Siva y Visnú.) Aunque las primeras descripciones de la Trinidad fueron llevadas a la India por los sacerdotes setitas, las ideas posteriores de la Trinidad fueron importadas por los misioneros de Salem y desarrolladas por pensadores nativos de la India a base de combinar estas doctrinas con las concepciones evolutivas de tríada.

La fe budista desarrolló dos doctrinas de naturaleza trinitaria. La primera, presentada por Gautama Siddharta, fue Maestro, Ley y Hermandad. La idea posterior, desarrollada por la rama norte de los seguidores de Buda, englobaba al Señor Supremo, al Espíritu Santo y al Salvador Encarnado. [Documento 104:1.4-6, páginas 1144.1-3]

Mientras que el concepto trinitario arraigó en el hinduismo y el budismo, no logró arraigar entre los hebreos y los pueblos del Próximo Oriente, que se aferraron tenazmente y con celo a un Dios Padre monoteísta en detrimento del concepto trinitario de Dios. El autor del documento 104 también afirma que los seguidores de Mahoma tuvieron más tarde la misma dificultad intelectual que los hebreos para tolerar a un Dios trinitario, pues no podían conciliarlo con el monoteísmo, la doctrina de un solo Dios. A ellos también les resultaba difícil separar el concepto de trinitarismo del politeísmo [104:1.9]. 

Pero a Maquiventa le costaba mucho instruir a los beduinos palestinos sobre el Padre Universal, el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito. La mayoría de sus discípulos pensaban que la Trinidad consistía en los tres Altísimos de Norlatiadek… [Documento 104:1.3, página 1143.6]

Los hebreos tenían conocimiento de la Trinidad por las tradiciones kenitas de los días de Melquisedec, pero su celo monoteísta por Yahvé, el Dios único, había eclipsado de tal manera todas esas enseñanzas que en tiempos de Jesús la doctrina de los Elohim había sido prácticamente erradicada de la teología judía.

Tampoco los seguidores de la fe islámica lograron captar la idea de la Trinidad. Para un monoteísmo emergente enfrentado al politeísmo siempre es difícil tolerar el trinitarismo.  A los grandes monoteístas, los hebreos y los mahometanos, les costaba distinguir entre adorar a tres dioses, el politeísmo, y el trinitarismo, la adoración de una sola Deidad que existe bajo una manifestación trina de divinidad y personalidad. [Documento 104:1.8-9, página 1144.5-6, negrita añadida]

A Jesús no le fue mucho mejor con sus discípulos al intentar elevar y ampliar su pensamiento sobre Dios más allá del concepto racial de Yahvé, la idea avanzada del Señor Dios de Israel.

Jesús enseñó a sus apóstoles la verdad respecto a las personas de la Trinidad del Paraíso, pero ellos creyeron que hablaba de forma simbólica y figurada. Al haber sido criados en el monoteísmo hebraico les resultaba difícil albergar cualquier creencia que pareciera estar en conflicto con su concepción dominante de Yahvé. Los primeros cristianos heredaron el prejuicio hebraico contra el concepto trinitario. [Documento 104:1.10, página 1144.7]

Jesús recordó a sus discípulos el significado plural de Elohim, el nombre anterior de Dios entre los hebreos, que posteriormente fue suplantado por el concepto monoteísta singular de Yahvé:

Elohim. La enseñanza sobre la Trinidad del Paraíso ha perdurado desde los tiempos de Adán. ¿No recordáis que las Escrituras empiezan afirmando que «En el principio los Dioses crearon los cielos y la tierra»? Esto indica que cuando se escribió este pasaje el concepto trinitario de tres Dioses en uno había encontrado lugar en la religión de nuestros antepasados. [Documento 142:3.6, página 1598.7]

Así, por muchas razones que tienen que ver con la lingüística cultural y la mentalidad religiosa de los hebreos y otras tribus semíticas antiguas, el concepto de trinidad no ganó tracción en el Próximo Oriente. En su lugar, dio paso a un Dios monoteísta, paternalista y duradero que eliminó la función materna de Dios y el concepto de la Trinidad del Paraíso como familia divina de deidades personales.


El largo y lento camino para reconocer, comprender y abrazar el concepto de trinidad

Me gustaría avanzar la idea de que un concepto primario de Dios que las mentes religiosas de nuestra generación y del futuro deben descifrar y absorber en nuestros sistemas de creencias en evolución y en la civilización planetaria progresiva es este: el trinitarismo y el monoteísmo no son contradictorios ni incompatibles.

El Dios Único de Todo que vemos en el monoteísmo es en realidad y siempre ha sido «Tres Personas en un Dios». La Trinidad de Tres Personas existenciales de la eternidad (las Tres Fuentes y Centros de absolutamente todo lo que existe en el universo de universos) fue revelada muchas veces en el pasado pero mal comprendida, a menudo rechazada, y se perdió una y otra vez en el transcurso de la evolución humana.

El abrazo del trinitarismo permite a la gente darse cuenta y hacer uso del conocimiento de que cada una de las Tres Deidades del Paraíso tiene funciones únicas y diversas que nos nutren, enseñan, guían y ayudan a crecer en la semejanza con Dios mientras nos atraen hacia ellos en el Paraíso a través del circuito de la personalidad del Padre, la gravedad de espíritu del Hijo, la gravedad de mente del Espíritu y la estupenda actividad de Dios Séptuplo en los universos evolutivos del espacio y el tiempo.

En combinación y asociación, la Trinidad del Paraíso presenta a las mentes evolutivas un enfoque equilibrado de las cualidades y atributos de Dios, que son principalmente el AMOR y la LEY. En cierto modo, estos aspectos de la naturaleza de Dios representan una mezcla equilibrada de cualidades maternas y paternas en el tejido mismo de la vida en el gran universo.

Sin embargo, si una o dos de las Personas de la Trinidad son disminuidas o eliminadas de la comprensión cultural religiosa de Dios, creo que la gente sufre la pérdida relacional, en cierta medida, de esas características y rasgos asociados de Dios en su cultura colectiva y su sistema personal de creencias.

Creo que es justo sugerir que ese desequilibrio en nuestra comprensión de Dios afecta negativamente al desarrollo cultural y al progreso de la civilización hacia la luz y la vida en la medida en que no se logra el correcto funcionamiento integrado del amor y la ley en la sociedad. Podemos sufrir un exceso de énfasis en la ley a expensas del amor y convertirnos en esclavos de la autoridad. A la inversa, un énfasis excesivo en el amor a expensas de la ley puede conducir a una falta de disciplina y autorregulación.

Este desequilibrio se manifiesta en muchas agrupaciones sociales y culturas religiosas, como estamos presenciando actualmente en los graves disturbios civiles de Irán y en las guerras culturales de Estados Unidos. En contraste con los mundos evolutivos imperfectos del superuniverso, el equilibrio adecuado de amor y ley se manifiesta perfectamente en la exquisita armonía del Paraíso-Havona.  

A través del reconocimiento del concepto de trinidad, la mente del hombre puede esperar captar algo de las interrelaciones entre el amor y la ley en las creaciones del espacio-tiempo. A través de la fe espiritual el hombre obtiene una visión interior del amor de Dios, pero pronto descubre que esa fe espiritual no tiene ninguna influencia sobre las leyes ordenadas del universo material. [Documento 104:2.3, página 1145.4]

Curiosamente, los primeros cristianos tenían una idea de la Trinidad, aunque confusa en cuanto a la naturaleza y función de cada una de las Tres Personas de la Deidad. En el estudio de la historia doctrinal de la Trinidad en la religión cristiana se observa que durante mucho tiempo ha habido debate y confusión sobre la divinidad, especialmente sobre la Tercera Persona de la Trinidad.

De hecho, el cristianismo oriental y el occidental siguen divididos hasta el día de hoy, entre otras cuestiones teológicas, sobre si la tercera persona de la Trinidad (el Espíritu Santo) procede del Padre y del Hijo, o solo del Padre. Esta disputa acabó provocando el Gran Cisma entre el catolicismo y la Iglesia Ortodoxa en 1054, en el que los católicos defendieron la opinión de que el Espíritu procede tanto del Padre como del Hijo.

Varias sectas cristianas discrepan sobre la divinidad y sobre si el Espíritu Santo es o no una persona o solo una energía o fuerza vital de Dios. Los Testigos de Jehová, por ejemplo, no creen en la Trinidad. Creen que Dios es todopoderoso, Jesús es un Dios poderoso y el Espíritu Santo es la fuerza activa de Dios. 

Otras sectas cristianas interpretan al Espíritu Santo como lo que la revelación de Urantia llama el Espíritu de la Verdad. Ninguna entiende al Espíritu Santo como la Hija Creadora del Espíritu Infinito, la presencia personal del Espíritu Madre del Universo que es el otorgador de la vida y la mente en su universo evolutivo. Ninguno la conoce actualmente como la eterna cocreadora y cogobernante con nuestro Hijo Creador Miguel del universo local en el que vivimos.

Veamos lo que nos dice El libro de Urantia sobre los primeros conceptos de trinidad del cristianismo:

La primera trinidad del cristianismo se proclamó en Antioquía y consistía en Dios, su Verbo y su Sabiduría. Pablo conocía la Trinidad del Paraíso de Padre, Hijo y Espíritu, pero rara vez predicó sobre ella, y solo la mencionó en algunas de sus epístolas a las Iglesias que se estaban formando. Por otra parte e igual que los demás apóstoles, Pablo confundía a Jesús, el Hijo Creador del universo local, con la Segunda Persona de la Deidad, el Hijo Eterno del Paraíso.

El concepto cristiano de la Trinidad, que empezó a ganar reconocimiento hacia finales del siglo primero después de Cristo, comprendía al Padre Universal, el Hijo Creador de Nebadon y la Ministra Divina de Salvington, el Espíritu Madre del universo local y consorte creativa del Hijo Creador.

Desde los tiempos de Jesús hasta su exposición en estas revelaciones, la identidad fáctica de la Trinidad del Paraíso no ha sido conocida en Urantia (excepto por unos pocos individuos a quienes les fue revelada de forma especial). [Documento 104:1.11-13, páginas 1144.8-1145.1]

A partir de estos pasajes, podemos ver que nuestro mundo tiene un largo camino que recorrer intelectual y espiritualmente para llegar a reconocer, aceptar y abrazar el misterio de «Tres Personas en un Dios». Quizás también podamos discernir que el concepto profundamente arraigado de un Dios único, monoteísta y paternalista, divorciado de una comprensión adecuada de las otras dos Deidades de la Trinidad del Paraíso, es un impedimento para que progrese nuestra civilización espiritual planetaria.

Decenas de millones de personas de la era moderna rechazan el cristianismo (no a Jesús en sí) por buenas razones, debido a sus símbolos anticuados y a su negativa a seguir el ritmo de la evolución de la cultura. Un segmento cada vez mayor del mundo occidental, en particular, rechaza el concepto de un Dios del Antiguo Testamento que sigue arraigado en nuestra cultura como una figura de Padre severo, juzgador, autoritario y castigador. Esta es la misma imagen simbólica que Jesús hizo todo lo posible por suplantar con su enseñanza de un Padre amoroso e indulgente en el cielo y la familia divina de Dios.

El precio que pagamos por el concepto anticuado y severamente limitante del monoteísmo, creo, es la pérdida de la plenitud de significados y valores que están disponibles en la Trinidad. El monoteísmo debe ceder, tarde o temprano, a la comprensión y apreciación más plena de los dones, poderes e influencias benéficas de las Tres Personas de la Trinidad (el Padre Universal, el Hijo Madre Eterno y el Actor Conjunto o Espíritu Infinito en igual medida) y de sus Hijos Creadores e Hijas Creativas que salen a los superuniversos del espacio y del tiempo para formar sus propias familias divinas.

Existe una relación innegable entre la comprensión y abrazo individual y colectivo de la familia original del Paraíso, junto con los Padres divinos de nuestro universo local, y los significados y valores culturales y espirituales que otorgamos a los hombres, las mujeres, los niños y las familias en nuestra civilización global.

Podemos ver signos de una agitación, un nuevo despertar, en la conciencia espiritual colectiva de la humanidad en los siglos XX y XXI para ampliar el concepto de Dios desde un único Padre solo en el vacío a una Trinidad de Deidades que son totalmente amorosas, que otorgan personalidad, que dan vida, ley y mente, y que nos ministran continuamente en un esfuerzo incesante por ayudarnos a crecer para ser como ellos.

Sus naturalezas personales ilimitadas, individuales e indivisas son la esencia y la fuente del AMOR y de todo lo que es bueno, verdadero y bello. Han creado todo en el amor y por la ley. Estas dos realidades del amor y de la ley, de los caracteres, funciones y rasgos maternos y paternos, por los que están hechas todas las cosas y los seres, deben buscar siempre el equilibrio en los mundos evolutivos del espacio y del tiempo hasta que reflejen el exquisito equilibrio y la armonía de Havona-Paraíso.