Queridos amigos:
Más que nunca, en estos tiempos de gran tensión mundial, siento la urgencia de servir al Padre y a la hermandad. Por servicio no me refiero específicamente a la entidad jurídica de la Asociación, sino a lo que esta administra.
El hecho de que la Asociación Urantia Internacional sea una organización de ámbito mundial puede dar a la gente la impresión de que somos una organización institucional que quiere controlar sus vidas y dictar normas de comportamiento, en lugar de ser un centro acogedor de armonía y unidad, de ayuda, apoyo y amistad.
Soy un ferviente admirador de la definición sobre quiénes somos, que figura en el primer párrafo de nuestro sitio web. Vean Sobre nosotros – Quiénes somos.
La Asociación Urantia Internacional es una red mundial de personas corrientes que han encontrado un libro extraordinario: El libro de Urantia. Los estudiantes creen que las enseñanzas de este libro tienen el potencial de rejuvenecer la espiritualidad del mundo y mejorar la comodidad, la felicidad y el bienestar de todas las personas..
Es decir, somos un grupo de personas apasionadas por las enseñanzas de El libro de Urantia y creemos que estas enseñanzas pueden cambiar el mundo y traer finalmente el estado de luz y vida. Así, juntos, decidimos organizarnos para cumplir una misión específica, que es:
Fomentar el estudio de El libro de Urantia y difundir sus enseñanzas.
Como grupo de personas entusiastas y deseosas de cambiar el mundo a través de esta revelación, anhelamos ampliar nuestro cuerpo e incorporar nuevos miembros al grupo. El mundo es amplio y tenemos muchos retos que superar para cumplir con éxito nuestra misión. Por eso necesitamos más entusiastas, más amigos con talento para esta misión.
No obstante, nuestro objetivo no es contar con nuevos miembros o nuevos asociados. En cambio, nuestro objetivo es entronizar a Dios en el corazón de todas las personas, saciar el hambre y la sed espirituales de todos los que buscan conocer a Dios.
[Jesús] enseñó desde el principio a sus seguidores que el reino de los cielos era una experiencia espiritual consistente en entronizar a Dios en el corazón de los hombres. [Documento 137:7.13, page 1535.5]
Si los nuevos descubridores de la revelación están entusiasmados con las enseñanzas y quieren unirse a nuestra organización para ayudar a ampliar el grupo de voluntarios dedicados al servicio de nuestro Padre, la hermandad y la revelación, son más que bienvenidos. Y son realmente necesarios. Pero nuestra misión se alcanzará verdaderamente cuando encuentren a Dios.
Nuestro trabajo y dedicación, en mi opinión, adquieren un sentido de urgencia ante los inquietantes cambios y enfrentamientos que se están produciendo en el mundo. No podemos estar seguros, pero tal vez estos cambios en curso sean los previstos por el Mandato de Publicación:
El libro pertenece a la era que seguirá inmediatamente a la conclusión de la actual lucha ideológica. Ese será el día en que los hombres estarán dispuestos a buscar la verdad y la rectitud. Cuando haya pasado el caos de la confusión actual, será más fácil formular el cosmos de una era nueva y mejorada de relaciones humanas. Y es para este mejor orden de cosas en la tierra para lo que se ha preparado el libro [negrita añadida].
Así que ¡el libro está ahí! ¿Y nosotros? ¿Estamos preparados? ¿Se acerca esta era anticipada? ¿Podría ser la situación actual del mundo la lucha ideológica a la que se refiere el mandato? Puede que no lo sea y que aún tengamos mucho tiempo para prepararnos, pero en realidad no lo sabemos. Simplemente sentimos que las cosas están sucediendo y no hay duda de que tenemos que estar preparados. El mundo necesita urgentemente buscar a Dios. ¡No podemos perder el tiempo! Tal y como anticipa el mandato de la publicación, no podemos ni imaginar la importancia de nuestro trabajo para esta misión:
(Vosotros) que habéis dedicado (vuestra) vida al servicio del libro y de la Hermandad poco podéis daros cuenta de la importancia de (vuestras) acciones. Sin duda viviréis y moriréis sin daros cuenta de que estáis participando en el nacimiento de una nueva era religiosa en este mundo.
Tenemos que estar listos; tenemos que estar preparados. Debemos hacer lo que mejor sabemos hacer: ayudar a otros a conectar con Dios compartiendo las enseñanzas de El libro de Urantia.
Estar preparados, algo importante que conseguir en estos tiempos turbulentos, es lograr la armonía y crear un lugar seguro para las almas que buscan a Dios. La armonía requiere UNIDAD, un punto de convergencia libre de conflictos.
La unidad y la armonía son dos cosas que la gente de todo el mundo ha sido incapaz de alcanzar a lo largo de las actuales batallas ideológicas. En este escenario, la forma más eficaz de que converjan las ideas es a través de Dios; es amor y es un lugar donde todos podemos hablar el mismo idioma y sentir el mismo consuelo. Un lugar donde podemos sentirnos como UNO.
No tenéis que ver las cosas de la misma manera ni sentir de la misma manera, ni siquiera pensar de la misma manera, para ser espiritualmente de la misma manera. La unidad espiritual proviene de la consciencia de que cada uno de vosotros está habitado en su interior y dominado cada vez más por el don de espíritu del Padre celestial. Vuestra armonía apostólica debe surgir del hecho de que la esperanza espiritual de cada uno de vosotros es idéntica en origen, naturaleza y destino. [Documento 141:5.1, página 1591.6]
¿Cómo puede la Asociación atraer a un reino seguro de armonía y paz a todas aquellas almas perdidas y afligidas que puedan surgir del caos que se avecina? ¿Cómo podemos aceptar la idea de estar divididos entre nosotros? Es hora de pensar, de reflexionar sobre las enseñanzas que tan bien conocemos. El reino de Dios no tiene divisiones; no está separado. Es la unidad lo que nos lleva a la armonía. Para lograrlo, debemos centrarnos en el servicio y la revelación. Debemos tener un plan, una estrategia que nos lleve a ejercer acciones coordinadas y armoniosas guiadas por las enseñanzas de El libro de Urantia.
Muchos somos personas con talento, pero no podemos descartar la unidad necesaria para alcanzar nuestros objetivos. Debemos guiarnos por un plan que defina las funciones que debemos desempeñar para poder concentrar nuestros esfuerzos conjuntos en servir y cumplir nuestra misión.
Ya se ha hecho mucho en los últimos 68 años. Sin duda hemos hecho grandes progresos gracias a la dedicación y el esfuerzo de personas con talento y entusiasmo, pero ahora es el momento de corregir el rumbo.
Actualmente estamos centrados en buscar la unidad y construir un plan a largo plazo. Para ello, necesitamos actuar como un verdadero equipo, en el que cada uno de nosotros sea consciente de sus responsabilidades individuales. Debemos evaluar lo que estamos haciendo bien, lo que hay que mejorar y cómo ayudarnos mutuamente.
Confiemos en el camino que nos revela el Espíritu de la Verdad y sigamos la guía de nuestro Ajustador del Pensamiento para recorrerlo. Asegurémonos de que estaremos allí «el día en que los hombres estén dispuestos a buscar la verdad y la rectitud cuando haya pasado el caos de la confusión actual».
Hagamos la voluntad del Padre.
Enrique Traver