Los métodos de enseñanza de Jesús

… y cómo organizó a sus apóstoles y discípulos para que enseñaran

Jesús no solo fue un gran maestro; fue EL gran Maestro. Fue la fuente de conocimiento e inspiración para la cuarta revelación de época a nuestro mundo. ¿Cómo lo hizo? ¿Cómo se las arregló para tocar el corazón de la gente de forma tan hermosa y lograr ganarlos para su mensaje evangélico? ¿Y cómo enseñó y organizó a esos seguidores entregados que iban a llevar ese mensaje al mundo después de su muerte? ¿Qué podemos aprender del modo en que gestionó su misión cuando intentamos difundir sus enseñanzas en el mundo actual, tal y como se han restablecido en la revelación de Urantia? Todas estas preguntas son muy complejas y trataré de responderlas en los próximos 30 minutos.

He aquí un extracto de esta famosa cita orientadora:

Una de las cosas más importantes del vivir humano es averiguar lo que Jesús creía… Lo más valioso de todo el saber humano es conocer la vida religiosa de Jesús y su manera de vivirla. [Documento 196:1.3, página 2090.4]

Ministerio personal

A partir de los 12 años, Jesús pasó la mayor parte de su vida enseñando a los demás. Lo hizo de la manera más natural, simplemente dando de sí mismo y compartiendo sus pensamientos, ideales y creencias. Era amistoso de manera natural, se interesaba por sus semejantes y era un filósofo nato (apelaba al sentido de la razón de la gente). La palabra clave aquí es natural: sabemos que hizo algunas de sus enseñanzas más efectivas «al pasar». En otras palabras: enseñaba lo que vivía y mientras vivía, y vivía lo que enseñaba.

Uno de los rasgos de la eficacia de Jesús con la gente era el modo brillante en que era capaz de adaptar sus enseñanzas a cualquiera que se encontrara. Se interesaba de verdad por las personas, respetaba su integridad y se apresuraba a entablar amistad con ellas. Era considerado y nunca les bombardeaba irreflexivamente con sus pensamientos; más bien les sonsacaba cuidadosamente haciéndoles preguntas, se hacía una idea de dónde se encontraban, y luego adaptaba su lenguaje y su forma de hablar a cada persona. De este modo, era capaz de implicarse plenamente con ellos y se preocupaba tanto por ellos que, inevitablemente, conseguía tocar sus almas.

Vemos ejemplos en todo el libro. He aquí algunos obvios:

A un molinero le enseñó a moler los granos de la verdad en el molino de la experiencia viva… [Documento 133:4.2, página 1474.2]

Al juez romano le dijo:

«Cuando juzgues a los hombres, recuerda que tú mismo comparecerás un día ante el tribunal de los Regidores de un universo.» [Documento 133:4.7, página 1474.7]

A un mercader chino le dijo:

«Adora solo a Dios, que es tu verdadero antepasado en el espíritu [Documento 133:4.9, página 1475.2]

Al muchacho fugitivo Jesús le dijo:

«Recuerda que hay dos cosas de las que no puedes escapar: Dios y tú mismo…» [Documento 133:4.22,7,9,11 , página 1474-1475]

Y a los líderes religiosos de Roma cuando los preparaba para ese momento futuro en el que recibirían el mensaje del evangelio:

… Su método de instrucción consistió en no combatir ninguno de sus errores ni mostrar los fallos de sus enseñanzas. Seleccionaba en cada caso la verdad de lo que enseñaban y luego embellecía e iluminaba esa verdad en sus mentes de tal manera que en muy poco tiempo esta verdad acrecentada rechazaba por sí misma el error asociado a ella…  [Documento 132:0.4, página 1455.4]

Jesús era un verdadero erudito y había acumulado una gran cantidad de conocimientos durante sus años de adolescencia. Empezamos a tener una buena visión de cómo se comportó durante su vida de joven adulto cuando trabajaba y vivía con la familia Zebedeo.

De hecho, organizaba grupos de discusión diarios e incluso tenía un grupo de estudio semanal.

…La familia de Zebedeo … nunca dejaban de asistir a los coloquios que [Jesús] solía mantener a diario después de la cena … Los jóvenes del vecindario acudían a menudo a esas reuniones vespertinas de sobremesa donde Jesús impartía una instrucción variada y avanzada, tan avanzada como ellos eran capaces de comprender. Hablaba con ellos sin reservas y les presentaba sus ideas y sus ideales sobre política, sociología, ciencia y filosofía, pero solo se atrevía a expresarse con autoridad incuestionable cuando hablaba de religión: de la relación del hombre con Dios.

Una vez por semana se reunía con todo el personal que trabajaba en la casa, en el taller y en la ribera del lago —pues Zebedeo tenía muchos empleados— y entre estos trabajadores fue llamado por primera vez «el Maestro». [Documento 129:1.9-11, página 1420.7 – 1421.1]

Ministerio público: organización y formación de apóstoles y discípulos

Siempre me ha intrigado y me ha impresionado la forma en que Jesús organizó y formó a sus apóstoles y discípulos. Por un lado, era como el mejor amigo de cada uno de ellos: se quedaban con él a pesar de que no «entendían» muchas de las cosas que les enseñaba, y a pesar de que a menudo echaba por tierra sus esperanzas y expectativas, le amaban de verdad y le fueron leales en todos los momentos difíciles. Por otro lado, Jesús podía ser un severo maestro de ceremonias y los sometía a un período de entrenamiento muy riguroso. A menudo los reprendía y muchas veces decía cosas como: «hasta cuándo os he de soportar».

Se nos dice que, aunque Jesús enseñaba principalmente a las multitudes utilizando historias y parábolas, invariablemente enseñaba a los apóstoles y discípulos mediante preguntas y respuestas. Muchas de sus respuestas a estas preguntas nos han sido dadas en sus incontables discursos y sermones que podemos estudiar en profundidad y a nuestro antojo en El libro de Urantia.

Mientras Jesús vivía y trabajaba junto a sus apóstoles, les daba sesiones intensivas de enseñanza. Luego los enviaba a la gente para que enseñaran lo que habían aprendido. Cuando regresaban, discutían sus experiencias entre ellos y Jesús utilizaba estas experiencias y las preguntas resultantes para impartir una mayor formación. Esta técnica tan natural y efectiva de «aprender haciendo» se llevó a cabo durante todo el ministerio público.

Jesús era el gran maestro y los apóstoles y discípulos se convirtieron en los maestros secundarios que transmitían sus conocimientos y experiencia a los demás. De este modo, los seguidores de Jesús evolucionaron y pasaron de ser un grupo confuso y mal informado de inocentes aunque bienintencionados buscadores de la verdad a convertirse en experimentados maestros y valientes «mensajeros del reino».

El establecimiento y la organización de los diversos campos de formación son un estudio fascinante del plan maestro de Jesús. Estableció el equivalente a un campus universitario con clases, tutorías, enseñanza práctica y exámenes; este periodo fue como un conjunto continuo de grupos de estudio y conferencias.

Básicamente, era como un «campo de entrenamiento», un curso intensivo de tres años a beneficio del grupo de elite de maestros que estaban siendo preparados y programados para llevar el mensaje del evangelio a todo el mundo después de que Jesús se fuera. Con el tiempo, se estableció un cuartel general en la casa de Zebedeo, y a medida que aumentaban los seguidores se estableció un gran campamento. Las siguientes citas describen claramente cómo se organizaron las cosas durante este tiempo:

Durante este periodo de cinco meses… se montó un enorme campamento que se había ampliado considerablemente para acomodar a la creciente familia de Jesús. Este campamento a la orilla del mar, ocupado por una población muy volátil de buscadores de la verdad, candidatos a la curación y adictos a la curiosidad, alojó desde quinientas hasta mil quinientas personas. Esta ciudad de tiendas estaba bajo la supervisión general de David Zebedeo… El campamento era un modelo de orden, salubridad y buena administración general.  [Documento 148:0.1, página 1657.1]

Aunque Andrés seguía siendo el responsable general de la actividad apostólica, la escuela de los evangelistas era plena competencia de Pedro. Por las mañanas todos los apóstoles colaboraban a la instrucción de los grupos de evangelistas, y por las tardes tanto los maestros como los alumnos enseñaban a la gente. Los apóstoles organizaban coloquios de preguntas y respuestas para instrucción de los evangelistas cinco noches por semana después de la cena. Una vez por semana Jesús presidía este coloquio y contestaba a las preguntas que habían quedado pendientes en las sesiones anteriores. [Documento 148:0.3, página 1657.3]

Pedro, Santiago y Andrés formaban el comité designado por Jesús para evaluar a los candidatos a la escuela de evangelistas. Todas las razas y nacionalidades del mundo romano y de oriente, incluso hasta la India, estaban representadas entre los estudiantes de esta nueva escuela de profetas. El método de esta escuela era aprender y hacer. Lo que los alumnos aprendían por la mañana lo enseñaban por la tarde al público reunido a la orilla del mar. Después de la cena debatían libremente sobre lo que habían aprendido por la mañana y lo que habían enseñado por la tarde. [Documento 148:1.1, página 1657.6]

Así que todos se sentaron en grupos a conversar sobre las enseñanzas. Me recuerda a lo que hacemos en nuestros grupos de estudio y conferencias.

Mensajeros del reino: la elección de los setenta

De estas multitudes crecientes de seguidores y estudiantes vemos finalmente el surgimiento del grupo de evangelistas, setenta de los cuales fueron ordenados más tarde como «mensajeros del reino». Utilizando de nuevo la analogía de la universidad, se podría decir que estos setenta evangelistas ordenados fueron los estudiantes graduados con honores.

Esta serie de citas cuenta una interesante historia sobre el cuidadoso proceso de selección de este grupo:

… En ese momento se habían reunido también… el cuerpo de evangelistas, el cuerpo de mujeres y otros ciento cincuenta discípulos de probada lealtad procedentes de toda Palestina. Después de dedicar unos días a los contactos personales y la reorganización del campamento, Jesús y los doce impartieron un curso de formación intensiva a este conjunto especial de creyentes. Al final del curso el Maestro eligió a setenta maestros entre estos discípulos bien formados y experimentados y los envió a proclamar el evangelio del reino.  [Documento 163:0.1, página 1800.1]

Jesús hablaba al grupo todas las mañanas. Pedro enseñaba los métodos de predicación pública, Natanael los instruía en el arte de enseñar, Tomás explicaba cómo contestar preguntas y Mateo dirigía la organización de sus finanzas colectivas. Los demás apóstoles también contribuían a la formación del grupo según su experiencia particular y sus talentos naturales. [Documento 163:0.2, página 1800.2]

Más de cincuenta discípulos que aspiraban a ordenarse y ser admitidos entre los setenta fueron rechazados por el comité designado por Jesús para seleccionar a los candidatos. Formaban este comité Andrés, Abner y el jefe en funciones del cuerpo de evangelistas. Cuando no había acuerdo unánime entre los tres miembros del comité, llevaban al candidato ante Jesús, y aunque el Maestro no rechazó nunca a nadie que anhelara ordenarse como mensajero del evangelio, más de doce aspirantes abandonaron la idea de convertirse en mensajeros del evangelio después de hablar con Jesús. [Documento 163:2.1, página 1801.4]

Este episodio de la elección de los setenta nos da una gran visión de hasta qué punto Jesús insistió en que se comprometieran al doscientos por cien si querían ser «mensajeros del reino». Esto es lo que dijo a varios de los que no podían comprometerse plenamente:

«Si deseas ser ordenado tienes que estar dispuesto a renunciar a todo. Los mensajeros del evangelio no pueden tener su afecto dividido. Nadie que pone la mano en el arado y mira atrás es digno de convertirse en mensajero del reino.»  [Documento 163:2.3, página 1801.6]

«Eres un discípulo fiel y puedes seguir siéndolo cuando vuelvas a tu casa para atender a tus seres queridos, pero no ocurre lo mismo con los mensajeros de mi evangelio. Ellos han renunciado a todo para seguirme y proclamar el reino. Si quieres ser ordenado maestro, tendrás que dejar que otros entierren a los muertos mientras tú sales a anunciar la buena nueva.»  [Documento 163:2.2, página 1801.5]

He aquí algo de importancia crítica:

Cada uno de los maestros apostólicos enseñaba su propio punto de vista sobre el evangelio del reino. No hacían ningún esfuerzo por igualar sus enseñanzas; no había una formulación uniformizada o dogmática de las doctrinas teológicas. Aunque todos enseñaban la misma verdad, cada apóstol presentaba su propia interpretación personal de las enseñanzas del Maestro. Jesús respaldaba esta representación de la diversidad de experiencias personales en las cosas del reino, y en las sesiones semanales de preguntas armonizaba y coordinaba siempre las múltiples visiones divergentes del evangelio.  [Documento 148:1.2, página 1658.1]

La razón por la que Jesús permitió a sus seguidores decidir su propia manera de enseñar es por su respeto a la asociación única que cada uno tiene con el Padre. Y me encanta la última parte en la que todos compartieron sus numerosos y divergentes puntos de vista sobre el evangelio. ¿No es eso lo que hacemos cuando nos reunimos en grupos de estudio y conferencias?

Se podría decir mucho más sobre los métodos de formación de Jesús, pero no hay tiempo de cubrirlo todo. Sin embargo, me gustaría llamar la atención sobre lo que pasó después de que los seguidores de Jesús cayeran de 5 000 a alrededor de 200, cuando las inconstantes masas que buscaban maravillas finalmente se alejaron al darse cuenta de que Jesús no era su esperado Mesías. Jesús dijo a sus fieles seguidores:

«Ya veis, hijos míos, que el resultado de apelar a los sentimientos humanos es transitorio y totalmente decepcionante; apelar exclusivamente al intelecto del hombre es igual de estéril y vacío; solo apelando al espíritu que vive dentro de la mente humana podéis aspirar a un éxito duradero y a realizar las maravillosas transformaciones del carácter humano que se manifiestan enseguida en la producción abundante de los auténticos frutos del espíritu en la vida diaria de todos los que se liberan así de las tinieblas de la duda…» [Documento 152:6.3, página 1705.3]

Enseñar a las multitudes: parábolas

Hemos visto cómo Jesús fue capaz de adaptar sus enseñanzas en su ministerio de persona a persona, y cómo fue formando a los maestros, pero ¿cómo se las arregló para enseñar a las multitudes? La mayoría de ellos eran completos desconocidos para él, por lo que no podía utilizar sus métodos de persona a persona para atraerlos y hacerles preguntas. Una de las muestras más notables de la capacidad de Jesús para adaptar sus enseñanzas de modo que todos las comprendieran fue la forma en que pudo enseñar verdades profundas mediante el uso de parábolas. Jesús dijo a sus apóstoles:

«… debéis adaptar siempre vuestra presentación de la verdad a la mente y el corazón de los que os escuchan. Cuando os encontréis ante una multitud de intelectos y temperamentos variados no podréis emplear palabras diferentes para cada clase de oyente, pero sí podréis contar una historia para transmitir vuestra enseñanza. Y así cada grupo, incluso cada individuo, podrá hacer su propia interpretación de vuestra parábola según sus propias dotes intelectuales y espirituales. Haced que vuestra luz brille, pero hacedlo con sabiduría y buen criterio.» [Documento 151:3.1, página 1691.4]

Sobre las parábolas, Jesús enseñó:

La parábola hace un llamamiento simultáneo a niveles muy distintos de la mente y el espíritu. La parábola estimula la imaginación, desafía al discernimiento y provoca el pensamiento crítico; promueve la simpatía sin despertar antagonismos.

Rechazar la verdad contenida en la analogía de una parábola requiere una acción intelectual consciente que se oponga directamente al juicio recto y la decisión equitativa de la persona. La parábola conduce a forzar el pensamiento a través del sentido del oído.

El uso de la parábola como medio de enseñanza permite al maestro presentar verdades nuevas e incluso sorprendentes, evitando al mismo tiempo en gran medida toda controversia y todo conflicto externo con la tradición y la autoridad establecida. [Documento 151:3.6,9,10, página 1692.5,8,9]

¿Qué podemos aprender de los métodos de Jesús cuando intentamos difundir sus enseñanzas en el mundo actual?

Al estudiar el modo en que Jesús formó y organizó a sus seguidores inmediatos, debemos recordar que, antes de los días de la imprenta, el único modo en que la verdad revelada podía difundirse al mundo era boca a boca, de ahí la necesidad de que Jesús se esforzara en asegurarse de que hubiera un potente grupo de personas formadas que tuvieran una sólida comprensión de sus enseñanzas; personas que pudieran llevar el mensaje del evangelio al mundo y anunciar una nueva era de iluminación. Inevitablemente, se hizo hincapié en la necesidad de contar con oradores y maestros hábiles que fueran enviados a correr la voz.

Jesús hizo todo lo posible por preparar a sus mensajeros para difundir posteriormente sus enseñanzas. Este método de boca a boca funcionó hasta cierto punto, pero sabemos lo rápido que se diluyeron y distorsionaron las enseñanzas porque las generaciones siguientes ya no tenían acceso a la fuente del mensaje original.

Por suerte, hoy día no tenemos ese problema con la revelación de Urantia. En comparación, podemos sustituir el tiempo que Jesús pasó entrenando a sus apóstoles y discípulos por nuestro estudio personal de El libro de Urantia. Hoy todo el mundo y cualquiera puede tener acceso directo al mensaje original… si lo quiere…

¿Se comportará la revelación de Urantia mejor que las revelaciones anteriores, dado que está en forma de libro? Yo digo que sí. Este pequeño paquete de dinamita contiene la dosis concentrada, la fuente del conocimiento revelador. Tiene un enorme potencial para anunciar un renacimiento espiritual moderno en nuestro mundo. Los apóstoles y discípulos tuvieron que vivir con Jesús durante años y sentarse literalmente a los «pies del Maestro» para aprender y absorber sus enseñanzas. Hoy podemos leer y estudiar a nuestro antojo para aprender y absorber las enseñanzas. Pero, al igual que con los apóstoles, el resultado de nuestro estudio y esfuerzo dependerá únicamente de la capacidad para interiorizar las enseñanzas y dar frutos espirituales en nuestra vida de servicio.

Entonces, ¿qué se espera de nosotros, estudiantes entusiastas del libro? Debemos preguntarnos si pensamos que este libro está destinado a ser leído por todo el mundo. ¿Se supone que debemos intentar «excitar a la gente» con El libro de Urantia, o este libro está diseñado para formar a los que se sienten especialmente atraídos por él, para que difundan las enseñanzas a su manera?

Dada la naturaleza de El libro de Urantia, creo que es muy poco probable que el libro en sí tenga una aceptación mundial a escala masiva en un futuro previsible. El libro tiene un problema de credibilidad en el mundo secular escéptico de hoy en día debido a su dudoso origen y a la naturaleza fantástica (como en el género fantástico y de ciencia-ficción) de su contenido. ¿Cómo explicar a la gente común y corriente que nos lo envían «seres invisibles»?

Pero sí sabemos que el mundo está preparado para las enseñanzas de este libro. Los que han abrazado el libro, se han tomado el tiempo de estudiarlo y han sido transformados por él SON los maestros de las enseñanzas del libro. Si nos fijamos en la forma en que Jesús compartió su filosofía y sabiduría y en cómo enseñó a sus apóstoles y discípulos a enseñar, deberíamos ser capaces de compartir este mensaje sin parecer demasiado locos; sin embaucar a la gente con historias sobre intermedios, no respiradores y otra terminología extraña.

Si doce apóstoles y setenta mensajeros del reino ordenados fueron capaces de llevar el mensaje de Jesús al mundo, poner patas arriba el imperio romano y crear una religión que constituyó la base moral de la civilización más avanzada y progresista de la tierra, ¿qué pueden hacer cientos de miles de almas que abrazan las enseñanzas de Urantia?

La mente se queda pasmada al pensar en el poder que contiene este pequeño «Gran Libro Azul».

Y a este respecto, me gustaría hacer una última comparación entre los métodos de Jesús para organizar a sus «mensajeros del reino» y nuestras organizaciones urantianas actuales.

Las personas involucradas en las organizaciones actuales están totalmente centradas en ayudar a los lectores a estudiar El libro de Urantia y difundir las enseñanzas del libro. En cierto sentido, están ayudando a movilizar a los «mensajeros» de las enseñanzas de Urantia. Ofrecen a los lectores la oportunidad de mejorar su comprensión de las enseñanzas, proporcionando servicios de información y redes de valor incalculable. Hacen posible eventos como este, apoyan y fomentan la formación de grupos de estudio, proporcionan una plétora de material de ayuda al estudio y otros servicios educativos, proporcionan centros de información en forma de comunicaciones, sitios web y redes sociales, y apoyan programas de divulgación.

Ah, y no he mencionado que algunos de ellos se encargan de que el libro siga imprimiéndose y de que el texto original no sea alterado, organizan las traducciones y la distribución del libro… La lista es interminable. Muchas veces oigo suspirar a un voluntario agotado mientras dice: «el trabajo es pesado, pero los obreros son pocos».

El trabajo de las organizaciones Urantia en todo el mundo (colectivamente) puede compararse con el trabajo que se realizó en el «enorme campamento» de Jesús que se estableció para formar a los mensajeros del reino.

Cada persona que se siente atraída por este libro y lo abraza plenamente posee un pozo ilimitado de poder espiritual del que puede extraer y enseñar las enseñanzas a su manera en su propia esfera de influencia.

… Si conocemos a Dios, nuestra verdadera tarea en la tierra es vivir de tal modo que permitamos al Padre revelarse en nuestra vida…” [Documento 132:7.2, página 1466.2]

Sé que las siguientes citas se utilizan mucho en este tipo de contextos, pero para mí son tan poderosas que está bien seguir revisándolas:

La religión necesita nuevos líderes, hombres y mujeres espirituales que se atrevan a confiar solamente en Jesús y en sus enseñanzas incomparables. Si el cristianismo continúa descuidando su misión espiritual… el renacimiento espiritual deberá esperar a la llegada de nuevos maestros de la religión de Jesús que se entregarán exclusivamente a la regeneración espiritual de los hombres. [Documento 195:9.4, página 2082.9] (negrita añadida)

Todo Urantia está esperando la proclamación del mensaje ennoblecedor de Miguel liberado del peso de los dogmas y doctrinas acumulados en diecinueve siglos de contacto con las religiones de origen evolutivo. Llega la hora de presentar al budismo, al cristianismo, al hinduismo, incluso a los pueblos de todas las creencias, no el evangelio sobre Jesús, sino la realidad viva, espiritual, del evangelio de Jesús. [Documento 94:12.7, página 1041.5] (negrita añadida)

Creo que aquí podrían referirse a los estudiantes serios de El libro de Urantia. ¿Seremos lo suficientemente sabios como para seguir el camino de Jesús de adaptar las enseñanzas al nivel de educación y experiencia de la gente, a su herencia cultural y nivel de comprensión? ¿Seremos capaces de embellecer las verdades que ya existen en sus sistemas de creencias actuales sin quitarles nada?

¿Seremos capaces de compartir las enseñanzas del libro sin mencionar nunca el propio libro, o sin mencionar siquiera a Jesús en el caso de relacionarnos con quienes tienen connotaciones negativas sobre los términos Jesús y cristianismo?

Pero si vamos a compartir las enseñanzas de Jesús con el mundo, por favor, recordemos esta:

Pero los líderes religiosos cometen un grave error cuando intentan llamar al hombre moderno a la lucha espiritual al son de las trompetas de la Edad Media. La religión debe acuñar nuevos lemas actualizados… [Documento 195:6.10, página 2077.6]

La adaptabilidad es la clave…

No hay reglas estrictas sobre cómo debemos salir a «proclamar el evangelio», pero debemos ser sabios, sagaces y espiritualmente fragantes si queremos tener éxito. Tenemos una gran guía en las enseñanzas de El libro de Urantia. El estudio en profundidad de estas enseñanzas debería ser nuestra máxima prioridad, junto con nuestra vida de oración personal. Compartirnos a nosotros mismos y lo que hemos aprendido con nuestros semejantes «al pasar» debería ser un fruto natural del espíritu si tenemos el verdadero deseo de «hacer el bien a los demás».

Si queremos tomar nota de esta lección:

Lo más valioso de todo el saber humano es conocer la vida religiosa de Jesús y su manera de vivirla. [Documento 196:1.3, página 2090.4]

…entonces tenemos que estudiar El libro de Urantia en su totalidad una y otra vez para que podamos conocer bien al verdadero Jesús y cuál es su verdadero mensaje.

Y mientras estudiamos y servimos a nuestro prójimo con nuestros conocimientos y percepciones profundas, asegurémonos de aprovechar el Espíritu de la Verdad y sacar de ese profundo pozo de poder espiritual.

Asegurémonos de dirigirnos al Espíritu de la Verdad en las personas con las que nos mezclamos y considerémoslas como nuestros hermanos y hermanas espirituales en la familia universal de nuestro amoroso Padre celestial.