La importancia de la unidad organizativa

Puede que muchos estudiosos de la revelación, así como nuestros miembros, se pregunten por qué es importante la unificación de la Asociación Urantia Internacional y la Urantia Book Fellowship. Una encuesta reciente dirigida por la Asociación Urantia reveló que una mayoría abrumadora (el 92,3 % de los encuestados) estaban a favor de la unidad. Si bien muchos rezamos por la unidad dentro del movimiento Urantia, quizá no comprendamos plenamente lo que la unidad requiere de nosotros y de las dos organizaciones implicadas en el proceso de unificación.

La unidad no es meramente un asunto de preocupación por el bienestar de las organizaciones involucradas; impacta de manera significativa la misión de la revelación en el mundo. ¿Por qué es así? Para responder esta pregunta, debemos plantearnos las preguntas correctas. Consideremos lo que el joven Jesús valoraba cuando se enfrentaba a una decisión importante: «Con el paso de los años el joven carpintero de Nazaret medía cada vez más todas las instituciones de la sociedad y todos los usos de la religión por un mismo criterio: ¿Qué hace por el alma humana? ¿Lleva a Dios hacia el hombre? ¿Lleva al hombre hacia Dios?»

En el contexto de la cuarta y la quinta revelación de época, el bienestar de la misión de la revelación debería tener prioridad sobre el bienestar de las organizaciones. Deberíamos preguntarnos: ¿estar unidos da mejor servicio a la revelación, o dificulta su misión en el mundo? ¿La unidad reduce la confusión y crea más armonía? ¿Cuál es mi objetivo principal: la misión de la revelación o el bienestar de las organizaciones? Estas son preguntas críticas que debemos plantearnos cuando consideramos la unidad de las dos organizaciones.

Cuando se trata del atractivo espiritual de nuestras organizaciones, ¿qué imagen proyectamos al mundo? ¿Nos ven como una familia cohesionada y unida, o nos perciben como divididos y fragmentados? Como se afirma en El libro de Urantia, «una casa dividida contra sí misma no puede permanecer». Es crucial que personifiquemos las enseñanzas de esta revelación si estamos verdaderamente comprometidos con el éxito de nuestras organizaciones en propagar la luz al mundo.

El mayor desafío al que nos enfrentamos es vivir de acuerdo con las enseñanzas que estamos ansiosos por compartir con el mundo. ¿Estamos preparados para aceptar nuestro papel como verdaderos hijos de Dios, trabajando en armonía como hermanos espirituales? La dedicación a nuestras organizaciones y creencias personales ¿tienen prioridad sobre el bien mayor de la revelación? ¿Estamos preparados para presentar un frente unido al mundo, listos para enfrentarnos a los desafíos espirituales que tenemos por delante?

¿No se supone que debemos ser la luz del mundo, hemos perdido nuestra capacidad de influir e inspirar? Es imperativo que dejemos de lado nuestras diferencias y nos mantengamos unidos en nuestra misión de llevar el evangelio de Jesús a todos los rincones del mundo. La división solo obstaculizará nuestra capacidad de cumplir esta misión vital y compartir la abundancia de dones espirituales que ofrece la revelación. Esforcémonos por ser faros de unidad y fuerza, listos para enfrentar las batallas espirituales que se avecinan con una determinación inquebrantable.

La división ha dado como resultado un daño significativo, ha llevado a la confusión entre los estudiantes y ha alejado a algunos del servicio organizado. Ha fomentado una competencia malsana por atraer recursos humanos y financieros, ha agotado activos esenciales a través de proyectos redundantes. Sin embargo, hay esperanza de mejora si reconocemos los errores del pasado y aprendemos de la historia.

También deberíamos considerar a quién beneficia realmente la división entre múltiples organizaciones.

Nos animo a reflexionar y orar sobre cómo podemos servir de la manera más eficaz a la revelación y a Miguel. No estamos solos en este esfuerzo; Las ángeles de las iglesias y las ángeles del progreso están, sin duda, buscando la unidad entre nosotros y colaborando con nosotros para compartir esta revelación con el mundo.

¿Estamos listos para abrazar el desafío de vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesús, la paternidad de Dios y la hermandad de todas las personas?

En el futuro, la historia dirá quiénes somos en realidad.