Urantia Association
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Journal – mayo 2019

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En este número

Editorial del Journal – mayo 2019

Suzanne Kelly (EEUU)

Saludos, amigos lectores de El libro de Urantia:

El primer número de 2019 del Journal tiene a autores destacados de todo el mundo que aportan profundas presentaciones de esas partes del libro que les hablan personalmente. Con estas experiencias esperamos que ustedes descubran también una mayor comprensión.

El primer artículo es de Jeannie Vázquez, de Uruguay. La función de la oración para fortalecer nuestra fe se presentó en la II Conferencia Latinoamericana de São Paulo (Brasil) en noviembre de 2018. Para aclarar lo que ella entiende por fe y la función que realiza la oración para hacerla más fuerte, primero examina esta cita:

La creencia llega al nivel de la fe cuando motiva la vida y da forma a la manera de vivir. La aceptación de una enseñanza como verdadera no es fe; es meramente creencia; tampoco lo es la certidumbre ni la convicción. Un estado mental llega a los niveles de fe tan sólo cuando domina efectivamente la manera de vivir. La fe es un atributo vivo de la experiencia religiosa personal genuina. Una persona cree en la verdad, admira la belleza y reverencia la bondad, pero no las adora; esta actitud de fe salvadora está centrada solamente en Dios, quien es todas estas cosas personificadas e infinitamente más. [Documento 101:2.1, página 1114:5]

Jeannie asume personalmente que «… creer en la enseñanza divina, incluso creer en El libro de Urantia, sin que esas verdades se conviertan gradualmente en una realidad viva en nosotros, no es fe». Expande esta idea más allá de la creencia misma aplicándola a sus experiencias personales y a través de su fe viva, lo que le permite conocer a Dios. Dice: «La fe viviente y creciente es una dádiva de Dios que domina efectivamente nuestra manera de vivir cuando seguimos la guía y la enseñanza divina, por lo tanto, nuestras elecciones y acciones de valor moral y espiritual son parte esencial del proceso dinámico del fortalecimiento de la fe». Al examinar las «características de la oración esclarecida y eficaz enseñada en El libro de Urantia», edifica la experiencia de adoración y la transmite fielmente al lector. «La espiritualización de nuestra alma y mente surge de la experiencia espiritual personal con Dios dentro de nosotros, creciendo por medio de la adoración-comunión con Dios y el servicio amoroso y altruista a la humanidad, cumpliendo el deber supremo de cada ser humano creyente de producir cada vez más los frutos espirituales en nuestra vida».

El segundo colaborador, Mark Blackham, de Canadá, aporta una hoja de ruta espiritual en Adoración, la experiencia de un hijo. A partir de sus experiencias Mark descubrió que «muchos buscadores espirituales, entre ellos muchos lectores de El libro de Urantia, tienen dificultades en practicar una adoración sincera… Me llevó mucho tiempo superar este obstáculo y fui capaz de superarlo solo tras reflexiones profundas, oraciones tímidas y la amable ayuda de los demás». Al examinar sus interacciones familiares personales, comenzó a comprender que «el reconocimiento consciente de mis problemas no resueltos, la vida de mi padre y el nacimiento del perdón trajeron cambios significativos en mi punto de vista, y las experiencias siguientes de curación fueron profundas». Encontró consuelo en las palabras de Jesús del siguiente pasaje de El libro de Urantia:

«A medida que pase el tiempo, los padres y sus hijos se amarán más los unos a los otros, y esto producirá una mayor comprensión del amor del Padre que está en los cielos por sus hijos de la Tierra[Documento 142:2.2, página 1597.2] 

La hoja de ruta de la experiencia de adoración de Mark hace un alto en el camino para abarcar los puntos de vista de la adoración y la comunión, conocer a Dios, verificar actitudes, tomar decisiones, así como muchas otras consideraciones panorámicas que completan el viaje al  destino que encontró en los beneficios de la adoración, superando las limitaciones de la adoración y haciendo la Voluntad de Dios, todo lo cual nos lleva al Paraíso.

Si os sometéis a las directrices de las fuerzas espirituales que están en vosotros y alrededor de vosotros, no podréis dejar de alcanzar el alto destino que un Dios amoroso ha establecido… [Documento 5:1.12, página 64.3]

El último artículo sobre El significado de la adoración y el servicio viene de William Wentworth, de Australia, y se presentó inicialmente en la conferencia nacional australiana de octubre de 2010. En su búsqueda del significado de la adoración y el servicio, el autor entiende que la adoración es una experiencia personal y una manera de honrar a Dios como nuestro Padre, pero también pregunta: «¿es también reconocer el aspecto no personal de la deidad?». Como cree que sí, se refiere a las enseñanzas de Jesús, cuando define la adoración como:

… el acto de un fragmento que se identifica con el Todo, lo finito con lo Infinito, el hijo con el Padre, el tiempo en la operación de ajustarse al ritmo de la eternidad. La adoración es el acto de la comunión personal del hijo con el Padre divino, la aceptación de unas actitudes vivificantes, creativas, fraternales y románticas por parte del alma-espíritu del hombre. [Documento 143:7.8, página 1616.10].

William nos ayuda también a comprender la diferencia entre oración y adoración: «La oración es pedir algo al Padre, pedir el ejercicio de poder divino para ayudar al hijo a resolver un problema. Está implicado el interés propio. Por otro lado, la adoración no pide nada, es simplemente un intento de estar en comunión con el Padre…».

Cuando define adoración y oración, subraya los beneficios de ambas y la manera en que refuerzan el sentido del servicio vinculado al amor, y reitera que el amor es «el deseo de hacer el bien a los demás; el servicio es el intento de hacer realmente ese bien». La adoración es el resultado de entenderlo así y de reconocer nuestra filiación con Dios nuestro Padre.

Y por último, pero no menos importante, encontrarán una introducción a SuperMeditation, meditación en el superconsciente, que es una ayuda al estudio temática y exhaustiva compuesta por una serie de módulos creada por Neil Francey, de Australia. Si alguna vez han querido hacer un estudio en profundidad de la adoración tal como se enseña en El libro de Urantia, esta ayuda al estudio es para ustedes. Como dice Neil: «Este enfoque de la meditación busca los ideales más elevados, las metas divinas y las visiones más destacadas. Está libre de las restricciones de las religiones de autoridad, del misticismo, de rituales y de fórmulas habituales. Es polifacético: resolución meditada de problemas, toma de contacto con el espíritu interior, entrega a la adoración, orientación al servicio; todos son anhelos distintos y aun así están interrelacionados».

Feliz e iluminadora lectura.

La función de la oración para fortalecer nuestra fe

Jeannie Vázquez (Uruguay)

(Adaptación de una presentación dada en la II Conferencia Latinoamericana, São Paulo, Brasil, noviembre 2018)

Para comenzar a analizar este tema y entender con más claridad la función de la oración para el fortalecimiento de nuestra fe para convertirla en una fe viva y creciente, experiencial, comencemos por ver qué es en realidad la fe.

La creencia llega al nivel de la fe cuando motiva la vida y da forma a la manera de vivir. La aceptación de una enseñanza como verdadera no es fe; es meramente creencia; tampoco lo es la certidumbre ni la convicción. Un estado mental llega a los niveles de fe tan sólo cuando domina efectivamente la manera de vivir. La fe es un atributo vivo de la experiencia religiosa personal genuina. Una persona cree en la verdad, admira la belleza y reverencia la bondad, pero no las adora; esta actitud de fe salvadora está centrada solamente en Dios, quien es todas estas cosas personificadas e infinitamente más. [Documento 101:8.1, página 1114.5]

De acuerdo a esta cita, creer en la enseñanza divina, incluso creer en El libro de Urantia, sin que esas verdades se conviertan gradualmente en una realidad viva en nosotros, no es fe. La fe es un atributo vivo de la experiencia religiosa personal genuina [101:8.1, 1114.5], y esta experiencia se origina en las presencias espirituales que nos guían.

Veamos cómo podemos progresar desde el nivel de la creencia meramente intelectual en Dios y en la enseñanza divina entregada a nosotros por sus Hijos, hasta la aplicación en nuestra vida de esas enseñanzas. A mi modo de ver, nuestra consagración sincera a buscar las realidades y objetivos divinos, espirituales y eternos es fundamental para este progreso. Esta consagración nos lleva a tomar las decisiones y realizar las acciones que construyen nuestro destino eterno. Dice el revelador en El libro de Urantia:

Se puede llegar a convicciones sobre Dios a través de un sabio razonamiento, pero el individuo sólo llega a conocer a Dios por medio de la fe, a través de la experiencia personal. Hay que contar con las probabilidades en muchas cosas relacionadas con la vida, pero se puede experimentar la certeza cuando, al contactar con la realidad cósmica, uno se acerca a esos significados y valores por medio de la fe viviente. [Documento 102:6.5, página 1124.7]

¿Cuál es la experiencia personal que nos conduce a conocer a Dios? Conocemos a Dios por la fe viva, que crece a partir de nuestra experiencia personal con él. Conocer a Dios alimenta y fortalece la fe, la cual es parte de los dones divinos transformadores que constituyen la realidad de nuestra conciencia de Dios. La pregunta que surge ahora es: ¿Cómo podemos realizar esa experiencia en nuestra vida? Veamos lo que nos dice El libro de Urantia:

Cuando el hombre toma una decisión, y consuma esta decisión en una acción, el hombre efectúa una experiencia; los significados y valores de esta experiencia forman parte para siempre de su carácter eterno en todos los niveles, desde el finito hasta el final. Un carácter cósmicamente moral y divinamente espiritual representa la acumulación capital de las decisiones personales de la criatura, unas decisiones que han sido iluminadas por la adoración sincera, glorificadas por el amor inteligente, y consumadas en el servicio fraternal. [Documento 117:5.13, página 1287.4]

Las decisiones que han sido iluminadas por la adoración sincera, glorificadas por el amor inteligente, y consumadas en el servicio fraternal poseen un elevado valor moral porque son sinceras, persistentes y firmes. Tienen el propósito de hacer la voluntad de Dios – hacer el bien más elevado posible -, están basadas en un conocimiento razonado de la verdad y reforzado por la sabiduría, y son aprobadas por nuestra fe religiosa. Esas son las decisiones y acciones que poseen significados y valores de sobrevivencia que formarán parte de nuestro carácter eterno, pues están motivadas por la fe salvadora del que ama y adora a Dios, ama a sus hermanos y les sirve altruistamente. Dijo Jesús:

… La fe salvadora misma no proviene de vosotros; sino que es otro don de Dios. Al ser hijos de esta fe viviente, ya no seréis los esclavos de vuestro yo, sino más bien los dueños triunfantes de vuestro yo, los hijos liberados de Dios. [Documento 143:2.7, página 1610.2]

… Esta fe de sobrevivencia es una fe viva, y cada vez manifiesta más frutos de ese divino espíritu que la inspirara en primer término en el corazón humano. El hecho de que hayáis aceptado anteriormente la filiación en el reino celestial, no os salvará si rechazáis a sabiendas y de manera persistente las verdades relacionadas con la producción progresiva de los frutos espirituales de los hijos de Dios en la carne. [Documento 176:3.3, página 1916.3]

La fe viviente y creciente es una dádiva de Dios que domina efectivamente nuestra manera de vivir cuando seguimos la guía y la enseñanza divina, por lo tanto, nuestras elecciones y acciones de valor moral y espiritual son parte esencial del proceso dinámico del fortalecimiento de la fe. Es necesaria nuestra participación activa y entusiasta en este crecimiento. Las enseñanzas de Jesús y los reveladores nos muestran que ese camino vivo y experiencial a seguir consiste esencialmente en consagrarnos a hacer la voluntad de Dios sinceramente. Dice un Melquisedec en el documento 102:

… El corazón del hombre ha de tener hambre de perfección para que le asegure la capacidad de comprender los caminos de la fe que conducen al logro supremo. Si un hombre elige hacer la voluntad divina, conocerá el camino de la verdad. [Documento 102:1.1, página 1118.4]

Cuando elegimos de todo corazón vivir haciendo la voluntad divina – esa es la decisión suprema-, el Espíritu de la Verdad entra en nuestra mente y alma, entonces la savia viva de la vid viviente, que es Jesús, fluye a través de nosotros. Entonces renacemos del Espíritu y nos volvemos divinamente conscientes de Dios, pues es Él quien nos da esa nueva conciencia de fuerza espiritual, con un nuevo y profundo sentimiento de alegría, seguridad y confianza espiritual. Experimentar conscientemente la felicidad de recibir el Espíritu de la Verdad en el alma “es un tónico para la salud, un estímulo para la mente y una energía inagotable para el alma.” [194:3.19, 2065.7]

El crecimiento espiritual que obtenemos mediante los valores divinos de la experiencia religiosa es fruto del amor divino recibido por nuestra fe viviente, con confianza y devoción de todo corazón a nuestro Padre celestial; esos frutos y valores divinos son la clave para nuestro crecimiento y sobrevivencia eterna. Al vivir esta experiencia espiritual, nos estamos convirtiendo en sobrehumanos, nuestra alma avanza por el camino del progreso eterno. Dijo Jesús:

Para producir los frutos del espíritu, tenéis que haber nacido del espíritu. [Documento 156:5.2, página 1738.1]

De hecho, la rama existe solo para dar fruto, dar uvas, y no puede hacer otra cosa. Del mismo modo el verdadero creyente existe solo con el fin de dar frutos del espíritu: amar a los hombres como él mismo es amado por Dios, debemos amarnos los unos a los otros como Jesús nos ha amado. Un verdadero creyente es aquel que vive las enseñanzas divinas. Los frutos del espíritu son amor divino manifestado en nosotros; estos frutos son dones de Dios

Maquiventa Melquisedec enseñó que el favor de Dios se obtiene por la fe; que Dios acuerda hacer todo, el hombre tan sólo acuerda creer en las promesas de Dios y seguir sus instrucciones. Para alimentar nuestra fe y que se torne viva necesitamos la experiencia viviente de conocer a Dios dentro de nosotros, creciendo por la gracia hasta alcanzar la estatura plena de un adulto espiritual del reino divino. Jesús dijo:

Si entonces, hijos míos, nacéis del espíritu, estaréis por siempre libres de la esclavitud autoconsciente de una vida de abnegación y vigilancia continua sobre los deseos de la carne; seréis trasladados al reino jubiloso del espíritu, en el cual haréis resaltar espontáneamente los frutos del espíritu en vuestra vida diaria. Los frutos del espíritu son la esencia del tipo más elevado de autocontrol ennoblecedor y regocijante, aun el alcance máximo del logro mortal terrenal: el verdadero autodominio. [Documento 143:2.8, página 1610.3]

Si consideramos el hecho de que la fe es una dádiva de Dios, un atributo vivo de la experiencia religiosa personal genuina, y que esa fe consiste en vivir efectivamente la voluntad de Dios, compartiendo nuestra vida interior con él, podemos discernir que este proceso es un circuito de retroalimentación. Es decir, la fe viva y creciente es una dádiva de Dios en respuesta a nuestra búsqueda sincera del Padre y su verdad. Al principio nuestra fe es pequeña como la llamita de una vela, pero, a medida que seguimos la guía divina, vivimos las enseñanzas y hacemos la voluntad de Dios cada vez más, el Padre actúa en nosotros dándonos más de su guía, sus dones y su amor, fortaleciendo nuestra fe, alimentándola y haciéndola crecer. Y esta fe viva, a su vez, actúa para descargar las actividades sobrehumanas de la chispa divina [132:3.6, 1459.6].

… Pero la fe religiosa viviente es más que una asociación de creencias nobles; es más que un sistema elevado de filosofía; es una experiencia viviente que se interesa por los significados espirituales, los ideales divinos y los valores supremos; conoce a Dios y sirve a los hombres. [Documento 101:8.2, página 1114.6, negrita añadida]

La Revelación nos dice que aquellos que conocen a Dios han experimentado su presencia mediante la experiencia personal en la que se establece el contacto espiritual de nuestra mente y alma con la presencia de Dios que reside en nosotros.

Pero no podéis estar seguros de Dios a menos que lo conozcáis; la filiación es la única experiencia que asegura la paternidad. [Documento 102:7.1, página 1126.1]

La gran pregunta es, ¿cómo podemos experimentar la presencia divina de Dios y conocerle?

Si «Dios, que es espíritu, sólo se puede conocer como experiencia espiritual» [169:4.13, 1857.4], ¿qué podemos hacer nosotros para vivir esa experiencia espiritual del modo más elevado e ideal? Aquí tenemos algunas enseñanzas que nos ayudarán a encontrar la respuesta:

Pero la verdadera oración alcanza de hecho la realidad. Incluso cuando las corrientes de aire son ascendentes, ningún pájaro puede elevarse a menos que extienda sus alas. La oración eleva al hombre porque es una técnica para progresar mediante la utilización de las corrientes espirituales ascendentes del universo. [Documento 91:8.9, página 1002.1]

La oración auténtica aumenta el crecimiento espiritual, modifica las actitudes y produce la satisfacción que proviene de la comunión con la divinidad. Es una explosión espontánea de conciencia de Dios. [Documento 91:8.10, página 1002.2]

Pero también existe un ámbito en la oración en el que la persona intelectualmente despierta y espiritualmente progresiva consigue más o menos contactar con los niveles superconscientes de la mente humana, el dominio del Ajustador del Pensamiento interior. [Documento 91:2.6, página 996.4]

La oración, entonces, es una actividad necesaria para experimentar la presencia de Dios y conocerle; esta experiencia viva alimenta nuestra fe, al comulgar con él en nuestra supraconciencia. La oración que nos enseña El libro de Urantia posee un efecto espiritualizante y ennoblecedor cada vez mayor en nosotros porque va acompañada de adoración, la fase receptiva que alimenta nuestra alma, de la manera ideal, con los dones divino.

Las palabras no tienen importancia en la oración; tan sólo forman el lecho intelectual en el cual fluye al azar el río de la súplica espiritual… Dios responde a la actitud del alma, no a las palabras. [Documento 91:8.12, página 1002.4]

Las características de la oración esclarecida y eficaz enseñada en El libro de Urantia son:

Creyente: debemos reconocer la presencia de Dios, en el Paraíso y en nosotros mismos.

Ética, altruista: no debemos buscar ventajas egoístas sobre nuestros semejantes.

Confiada: sometida a la voluntad infinitamente sabia del Padre.

Sincera: la sinceridad de nuestra oración asegura que será escuchada; la sabiduría espiritual y la coherencia con el universo de una súplica, determina el momento, la manera y el grado de la respuesta.

Con fe: al orar, busquemos fuerzas y orientación para actuar, mejorando nuestra técnica del vivir.

Inteligente: a la luz de los hechos científicos, la sabiduría filosófica, la sinceridad intelectual y la fe espiritual.

Persistente: Jesús dijo:

La oración es el aliento del alma y debería induciros a perseverar en vuestro intento por descubrir la voluntad del Padre. [Documento 144:2.3, página 1619.1]

Oremos cuando estemos afligidos, pero también hablemos con nuestro Padre cuando nuestra alma está serena.

Demos gracias al Padre por todas sus bendiciones. Este tipo de oración conduce a la comunión de una verdadera adoración.

Jesús enseñó que la oración para recibir la guía divina para el camino de la vida en este mundo, le seguía en importancia a la súplica por el conocimiento de la voluntad del Padre. En realidad, esto significa orar por la sabiduría divina.

Jesús enseñó que la oración contribuye a ampliar nuestra capacidad para recibir la presencia del espíritu divino.

Cuando Jesús enseñó que oremos en espíritu y en verdad, explicó que eso significa orar con sinceridad y de acuerdo con nuestro esclarecimiento, de todo corazón y con inteligencia, con honestidad y con constancia.

Al terminar la oración (sea esta personal o grupal), permanezcamos en acallada receptividad por un tiempo ofreciendo así al espíritu residente una mejor oportunidad para hablar a nuestra alma dispuesta a escuchar. El espíritu del Padre se comunica mejor nosotros cuando nuestra mente está en actitud de verdadera adoración.

… La oración conducirá a los mortales de la tierra a la comunión de una verdadera adoración. La capacidad espiritual del alma para recibir determina la cantidad de bendiciones celestiales que pueden conseguirse personalmente y que se pueden percibir conscientemente como respuesta a la oración. [Documento 144:4.4, página 1621.3]

La adoración, enseñó Jesús, lo hace a uno cada vez más semejante al ser que está adorando. La adoración es una experiencia transformadora por medio de la cual lo finito se va gradualmente acercando hasta finalmente alcanzar la presencia de lo Infinito. [Documento 146:2.17, página 1641.1]

Al orar de esta manera recargamos las baterías espirituales del alma, y al adorar sintonizamos el alma para recibir las transmisiones universales del espíritu infinito del Padre Universal. La adoración es una actitud de fe salvadora que nos proporciona crecimiento espiritual y una integración mayor de nuestra personalidad.

La adoración es una comunión personal con lo que es divinamente real, con lo que es la fuente misma de la realidad. Mediante la adoración, el hombre aspira a ser mejor, y por medio de ella, alcanza finalmente lo mejor. [Documento 196:3.22, página 2095.6]

Nuestra comprensión de la realidad de la experiencia de la adoración depende del estado de desarrollo de nuestra alma inmortal renacida del espíritu. Esta capacidad espiritual del alma crece a medida que continuamos buscando la comunión interior con el Padre, en oración y adoración; es un ciclo de retroalimentación constante.

… la experiencia de Dios no tiene límites, salvo los de la capacidad de comprensión de las criaturas, y esta experiencia misma amplía por sí misma dicha capacidad. [Documento 117:6.9, página 1289.2]

… la mejor manera de acercarnos a las zonas morontiales de posible contacto con el Ajustador del Pensamiento debería ser a través de la oración franca y altruista, de la fe viviente y de la adoración sincera. [Documento 100:5.7, página 1099.5]

En la verdadera adoración no pedimos nada ni esperamos recibir nada, pero eso no significa que no recibamos nada, porque, si la verdadera adoración nos asemeja cada vez más a Dios, es evidente que en ella recibimos bendiciones celestiales – frutos espirituales, valores divinos, amor, discernimiento espiritual, crecimiento del alma. Adoramos a Dios por lo que entendemos que es él, y esta comprensión está implícita en nuestra adoración verdadera. La profundidad de nuestra adoración estará condicionada por nuestro concepto de Dios, y determinará nuestra capacidad para recibir los dones divinos.

¿Por qué es tan importante la oración y adoración?

… la oración es una función de los creyentes nacidos del espíritu en el reino dominado por el espíritu. [Documento 180:2.7, página 1946.5]

La súplica de los rectos es el acto de fe del hijo de Dios que abre la compuerta de la bodega Paterna llena de bondad, verdad y misericordia; y estos buenos dones aguardan desde hace mucho el acercamiento y apropiación personal del hijo. La oración no cambia la actitud divina hacia el hombre, pero sí cambia la actitud del hombre hacia el Padre inmutable. El motivo de la oración le presta acceso al oído divino, y no el estado social, económico o religioso exterior del ser que ora. [Documento 146:2.8, página 1639.3]

La oración sincera de fe abre las puertas a la acción de Dios en nosotros. Esta es una comunicación de corazón con nuestro Padre que alimenta y sostiene nuestra relación personal con él. El Maestro Jesús alcanzó su elevada conciencia de la presencia de Dios mediante la oración inteligente y la adoración sincera —comunión constante con Dios. La vida de Jesús es un ejemplo para nosotros, entonces al vivir nosotros sus enseñanzas, también podemos alcanzar una elevada conciencia de Dios.

… Una persona que sí conoce a Dios está iluminada interiormente por la adoración y exteriormente se dedica al servicio totalmente sincero de la hermandad universal de todas las personalidades, un ministerio de servicio que está lleno de misericordia y motivado por el amor, mientras que estas cualidades de vida están unificadas en la personalidad evolutiva sobre los niveles en constante ascensión de sabiduría cósmica, autorrealización, encuentro con Dios y adoración del Padre. [Documento 106:9.12, página 1175.1]

El mandato supremo del Padre, la expresión perfecta de la voluntad de Dios que resume todo el camino ascendente, es: «Sed vosotros perfectos, así como yo soy perfecto» [1:0.3 (21.3)].  Para llegar a ser perfectos como el Padre necesitamos primero encontrarlo dentro de nosotros y comenzar a esforzarnos por asemejarnos a él transformándonos y vivificando el alma al recibir el pan de la vida, que es la verdad viva, la palabra eterna de Dios, y el agua de la vida del Espíritu de la Verdad que alimenta y vivifica el alma, saciando nuestra sed espiritual.

Imitar a Dios es la clave de la perfección; hacer su voluntad es el secreto de la supervivencia y de la perfección en la supervivencia. [Documento 111:5.2, página 1221.3]

Este camino ascendente empieza aquí, en esta vida, cuando comenzamos a seguir la guía de Dios, al reconocerle como nuestro Padre, y continuamos creciendo en fe y amor a él hasta renacer del Espíritu por la fe viva, con la plena confianza de un niño pequeño en su padre que le ama. Así avanzaremos gradualmente hacia la perfección, y cada paso que demos al hacer su voluntad será un cumplimiento parcial del mandato supremo. La oración y la adoración son vitales para mantener la conexión con Dios y alimentar el alma, produciendo muchos frutos del espíritu.

La oración es indudablemente una parte de la experiencia religiosa, pero ha sido acentuada erróneamente por las religiones modernas, que han olvidado en gran parte la comunión de adoración, más esencial. Los poderes reflectivos de la mente se encuentran profundizados y ampliados por la adoración. La oración podrá enriquecer la vida, pero la adoración ilumina el destino. [Documento 102:4.5, página 1123.5]

El libro de Urantia nos enseña que la verdadera adoración requiere que empleemos la siguiente técnica:

Receptividad silenciosa para proporcionar al espíritu interior las mejores posibilidades de hablarle al alma atenta. Por lo tanto, en la adoración no alabamos a Dios, no conversamos mentalmente, no repetimos ni enfocamos la atención en ninguna frase, pensamiento o imagen. La alabanza, repetir frases inspiradoras, expresar mentalmente conceptos sobre Dios, todo ello precede a la adoración, no es parte de ella.

Olvido de uno mismo—superpensamiento: Si nos olvidamos de nosotros mismos al enfocar nuestra atención receptiva silenciosa en el Padre, trascendemos el pensamiento alcanzando el contacto adorador en nuestra supraconciencia. Dice el Revelador:

La religión debe laborar continuamente bajo una necesidad paradójica: la necesidad de hacer uso eficaz del pensamiento, descartando al mismo tiempo la utilidad espiritual de todo proceso de pensamiento. [Documento 102:3.1, página 1121.3]

Usamos eficazmente los procesos del pensamiento al buscar la verdad, estudiarla, razonarla, comprenderla, compartirla, al elegir ponerla en práctica y al orar sinceramente. Descartamos todo proceso de pensamiento al elevarnos al nivel supraconsciente en el silencio adorador interior trascendiendo el pensamiento, con amor y devoción al Padre. Recordemos que quien adora a Dios es el alma, la mente debe consentir en adorar. La adoración es una actividad supraconsciente.

Atención centrada sin esfuerzo en la presencia de Dios que reside en nuestra supraconciencia. La adoración es una atención sin esfuerzo, el verdadero descanso ideal del alma, una forma de ejercicio espiritual sosegado. [Documento 143:7.7, página 1616.9]

Apartarse del bullicio de la vida—escapar de los agobios de la existencia material— mientras [los creyentes] refrescan su alma, inspiran la mente, y renuevan el espíritu mediante la comunión de adoración. Todo esto es realizado por Dios en nosotros, para ello es la receptividad espiritual silenciosa.

Reposo, relajación (quietud física y mental) – El esfuerzo por vivir — la tensión de la personalidad en el tiempo — debería ser mitigado con el reposo de la adoración.  [Documento 143:7.3, página 1616.5]

… La relajación determina la capacidad para la receptividad espiritual. [Documento 160:3.1, página 1777.2]

No pedimos ni esperamos recibir nada.  La verdadera adoración no contiene en absoluto ninguna petición para sí mismo ni ningún otro elemento de interés personal; adoramos simplemente a Dios por lo que comprendemos que él es.

Nuestro Padre nos dará las bendiciones celestiales que él sabe que necesitamos. La profundidad de nuestra percepción y nuestro conocimiento del carácter infinito de Dios determinará la calidad de nuestra comunión de adoración.

El yo interno debe estar absorto en Dios: El que está lleno de fe adora verdaderamente cuando su yo interno está absorto en Dios. [131:4.5, 1448.4]

¿Cuándo debemos orar y adorar a nuestro Padre? En una conversación con los apóstoles, dijo Jesús:

Pero no te diré cuándo debes orar. Sólo el espíritu que habita dentro de ti te puede instar a que pronuncies las súplicas que mejor expresen tu relación íntima con el Padre de los espíritus. [Documento 146:2.11, página 1639.6]

Aunque Jesús no estableció como una regla la oración diaria, sí sugirió la necesidad de orar sinceramente, con fidelidad y constancia.

Los exhortó [Pedro] a que no olvidaran su adoración diaria. [Documento 163:4.10, página 1805.7]

Esta frase la dijo Simón Pedro en su sermón de ordenación a los setenta evangelistas, que fue una ampliación de las instrucciones que el Maestro les dio cuando impuso sus manos sobre los apóstoles y los nombró mensajeros del reino. En otra ocasión, Jesús dijo:

“La oración, y la adoración con que ésta se vincula, es una técnica para apartarse de la rutina diaria de la vida, del agobio y monotonía de la existencia material. Es un camino para acercarse a la autorrealización y la individualidad espiritualizadas que constituyen un logro intelectual y religioso.” [Documento 144:4.5, página 1621.4]

Cuando amamos a Dios de todo corazón y deseamos hacer su voluntad por sobre todas las cosas, estar en comunión con él es algo que anhelamos vivir en cada día de nuestra vida. Creer en las enseñanzas de Jesús y los reveladores significa que las ponemos en práctica y entonces ellas se vuelven una realidad viva en nosotros. Para ello necesitamos elegir responder sinceramente a la guía divina, basar nuestra vida en la conciencia más elevada de verdad, belleza y bondad que están a nuestro alcance, y esforzarnos por coordinar experiencialmente estas cualidades divinas en nuestra vida a través de la sabiduría, la adoración, la fe y el amor; entonces nuestra fe crecerá y se tornará viva por nuestra experiencia interior con Dios al seguir la guía divina y recibir los dones divinos en nuestra mente y alma.

Dios es la más ineludible de todas las presencias, el más real de todos los hechos, la más viva de todas las verdades, el más afectuoso de todos los amigos y el más divino de todos los valores; de Dios tenemos derecho a estar más seguros que de cualquier otra experiencia universal. [Documento 102:7.10, página 1127.4]

Todo esto es posible si estamos dispuestos a seguir el camino indicado en la revelación, abriendo el corazón al amor divino. Necesitamos tener el valor de tomar decisiones sabias, decisiones de sobrevivencia. A veces necesitaremos desprendernos de algún mal predilecto que inhibe el crecimiento de nuestra alma.

Cuando buscamos a Dios, lo buscamos todo. Y cuando encontramos a Dios, lo encontramos todo. Nuestro crecimiento espiritual es proporcional a nuestra identificación con el Padre; el éxito en la búsqueda del Infinito es directamente proporcional a la semejanza que alcancemos con el Padre, adquiriendo las cualidades de la divinidad. Nos apoderamos personalmente de estas cualidades de la divinidad mediante la experiencia de vivir divinamente, y vivir divinamente significa vivir realmente la voluntad de Dios. Esta vida está consagrada a vivir la voluntad del Padre, es iluminada interiormente por la adoración verdadera a él y dedicada a servir de todo corazón a todos los seres humanos, con amor y misericordia. La espiritualización de nuestra alma y mente surge de la experiencia espiritual personal con Dios dentro de nosotros, creciendo por medio de la adoración-comunión con Dios y el servicio amoroso y altruista a la humanidad, cumpliendo el deber supremo de cada ser humano creyente de producir cada vez más los frutos espirituales en nuestra vida.

El libro de Urantia contiene verdad divina, pero esta debe volverse poderosamente viva en nosotros por la acción del Espíritu de la Verdad y el Ajustador divino, para que tengamos una vitalidad espiritual creciente y un poder espiritual en aumento. Las obras espirituales solo se pueden realizar teniendo poder espiritual, el cual surge de la experiencia personal de poseer una fe viva, experiencial. La fuerza interior que nos permite transmitir la certeza de las realidades divinas surge de la experiencia espiritual personal con esas realidades.

Adoración, la experiencia de un hijo

Mark Blackham (Canadá)

La experiencia de la vida

Escribo este relato como manera de compartir mi experiencia religiosa personal sobre el arte adquirido de la adoración. Para mí contarla es de algún modo algo terapéutico, y para los que puede que se encuentren en circunstancias similares en la vida espero que pueda servirles de reafirmación positiva.

La adoración es simplemente la sensación o la expresión de reverencia y adoración hacia la Deidad. Es un acto extraordinario de comunión personal con la presencia viva de Dios. Es una manera de aprovechar un poder divinamente creativo para lograr transformaciones positivas del carácter y puede proporcionar visiones espirituales dignas de mención. Por esa razón El libro de Urantia nos anima a adorar cada día.

Pero a lo largo de los años descubrí que a muchos buscadores espirituales, entre ellos muchos lectores de El libro de Urantia, les cuesta practicar una adoración sincera. Este fue ciertamente mi caso. Me llevó mucho tiempo superar este obstáculo y fui capaz de superarlo solo tras reflexiones profundas, oraciones tímidas y la amable ayuda de los demás. Mi capacidad de adorar de manera sincera no fue algo que me llegara de golpe, sino más bien poco a poco después de un largo periodo.

Descubrí la revelación a los veintitrés años. Desde el momento en que empecé a leer el libro me convencí de que había encontrado la verdad. Al principio me atraía especialmente el contenido histórico y científico, temas que absorbí con facilidad. Pero mirando atrás, mi comprensión del contenido espiritual estuvo seriamente limitada.

A pesar de mi creciente interés hacia esta revelación, hizo poco para elevar mi espíritu, curar mis problemas o hacer mi vida más fácil a lo largo de los años siguientes. Aunque creía en lo que leía, era un joven muy confundido y emotivo, mucho más confundido de lo que pudiera imaginar en aquel entonces. En consecuencia seguí tomando malas decisiones, y las malas decisiones trajeron más problemas y más angustia.

Si bien seguía encontrando fascinantes los hechos materiales del libro, los mensajes espirituales no conseguían arraigar en mí más que a nivel superficial. Pensaba que creía, pensaba que tenía fe pero no era auténtica, me sentía espiritualmente estéril. Por razones que no tenía claras, encontré que me era casi imposible orar o adorar de manera sincera. Simplemente no podía concebir un Padre amable y amoroso del cielo, y mucho menos venerarlo.

Me llevó muchos años darme cuenta de que mis dificultades con la adoración surgían principalmente de la relación nada ideal que tuve con mi padre terrestre, cuyas serias implicaciones no comprendí hasta más tarde. Mientras crecía viví con un miedo constante a mi padre y a sus ataques de ira, y aun así anhelaba su amor y su atención. Era un hombre cruel y egoísta pero también era un proveedor leal, inteligente, culto, coherente y en ocasiones incluso con bastante sentido del humor. Bebía demasiado whisky canadiense y fumaba tabaco de liar. En casa era como vivir con un coronel británico, que creía en el duro lema de «la letra con sangre entra». La vara de roble era su arma preferida y la blandía con gusto ante la más leve falta; gobernaba usando el miedo, la intimidación y el ridículo.

Mi padre nunca mostró ningún tipo de afecto hacia mí ni hacia mis hermanos, ni siquiera una vez. Y puedo contar con los dedos de una mano el número de veces que fuimos juntos a algún sitio. Cuando llegué a la adolescencia, me resistí tímidamente a sus crueles tácticas, lo que solo empeoró las cosas. Había dejado de usar la vara por entonces, pero seguía deleitándose con el abuso verbal. Fue un hombre que no toleraba opiniones distintas a la suya ni ningún tipo de desacuerdo, y había mucho desacuerdo entre nosotros. Finalmente rompimos relaciones después de una amarga discusión. Por entonces yo tenía veinte años.

Por desgracia mi padre y yo no tuvimos ninguna oportunidad de reconciliarnos porque murió de cáncer cinco años más tarde, a los cincuenta y dos años de edad. A pesar de nuestras marcadas diferencias y el distanciamiento personal, su muerte fue una de las experiencias más dolorosas de mi vida. Estaba afligido, enojado y confundido. Estuve literalmente décadas sin poder hablar de de mi padre. Cualquier palabra sobre él se ahogaba en la garganta y hacía que brotaran lágrimas inexplicables de mis ojos.

Esto solo cambió cuando llegué a los cuarenta, casi veinte tumultuosos años después. Por entonces asistía a la universidad y hacía esfuerzos por superar mi miedo a hablar en público. Por suerte el departamento de psicología estaba buscando conejillos de indias para probar una nueva técnica de tratamiento de «fobias sociales», entre las que estaba el miedo a hablar en público. Pero lo primero que tuve que hacer fue visitar a un psicólogo (supongo que para observar mi lado inestable).

Con gran confianza en mi cordura, me dirigí a la consulta del psicólogo para comenzar la primera sesión. Me recibió una mujer agradable y amable y me senté con una sonrisa para comenzar la entrevista. Ella comenzó planteando una serie de preguntas de prueba y menos de una hora después estaba llorando como un bebé. Todo se debía a mi padre: la aflicción no expresada, la angustia asfixiante, los problemas no resueltos, el amor no correspondido. Durante todos esos años el dolor se había aferrado a mi corazón como una carga ponzoñosa que inhibía mi crecimiento y arruinaba todas mis relaciones.

Visité varias veces la consulta del psicólogo antes de que pudiera hablar de mi padre sin que me saltaran las lágrimas, pero después de un tiempo el dolor disminuyó, el peso se aligeró y comencé el lento proceso de curación que viene con la comprensión y el perdón. Y cuanto más de cerca miraba la vida de mi padre, más fácilmente llegaba el perdón.

Mi padre nació en la India en 1923, en una plantación de té dirigida por su padre. Cuando solo tenía seis años su hermana pequeña murió de malaria y sus padres, que temían por la vida de su único hijo, le enviaron a un internado en Irlanda del Norte. En esos días los internados británicos eran fríos, duros y entornos exigentes para un muchacho. Sus padres lo visitaban cada cinco años y tenía la compañía ocasional de sus tías. Con escaso apoyo emocional de su familia, confiaba en sus compañeros mal guiados como referencia. Y cuando se equivocaba, cosa que suele pasar con los muchachos, los prefectos le golpeaban con palos de criquet.

Del internado pasó a una universidad del norte de Gales donde, irónicamente, obtuvo su graduación en religión. Tras la graduación se unió a la RAF y consiguió sobrevivir a 9.000 horas de vuelo. Tras la guerra se casó con mi madre y tuvieron tres hijos antes de decidir abandonar una Inglaterra en ruinas para tener una vida mejor en Canadá.

Pueden hacerse una idea de que los apuros de mi padre fueron incluso peores que los míos. Prácticamente no tuvo padres, y por causas ajenas a su voluntad realmente no tenía idea de cómo ser un padre amable y cariñoso.

El reconocimiento consciente de mis problemas no resueltos, la vida de mi padre y el nacimiento del perdón trajeron cambios significativos en mi punto de vista, y las experiencias siguientes de curación fueron profundas. No solo me sentía mucho mejor sobre mí, sino que descubrí un nuevo interés en todo lo espiritual que me llevó a echar otro vistazo a la vida y las enseñanzas de Jesús. Mientras estudiaba y volvía a empaparme de estos documentos, sentí el comienzo de una transformación espiritual. Y cuando llegué a los siguientes pasajes, fue como leerlos por primera vez.

A medida que pase el tiempo, los padres y sus hijos se amarán más los unos a los otros, y esto producirá una mayor comprensión del amor del Padre que está en los cielos por sus hijos de la Tierra. [Documento 142:2.2, página 1597.2]

Mientras enseñemos al niño a rezar «Padre nuestro que estás en los cielos», todos los padres terrenales tendrán la inmensa responsabilidad de vivir y ordenar sus hogares de tal manera que la palabra padre quede guardada dignamente en la mente y en el corazón de todos los niños que crecen. [Documento 177:2.7, página 1923.1]

Solo a través del estudio de la vida de Jesús fui capaz de hacer desaparecer mis nociones arraigadas y contaminadas sobre la paternidad y sustituirlas por mejores conceptos sobre cómo debe ser un padre ideal. Cuanto más llegaba a conocer a Jesús más lo amaba, y este amor me acabó llevando a separar de manera consciente y final la naturaleza de mi padre terrenal de la de mi Padre celestial. Llegué a sustituir una identidad de miedo por otra de amor, de ridículo por respeto, de crueldad por compasión, de intimidación por consuelo. Finalmente comencé a comprender y aceptar en mi corazón la verdadera naturaleza de mi Padre divino, y con algo de ilusión llegué a comprender que él realmente me ama.

Mis experiencias parentales no fueron inusuales, y es triste que muchas personas hayan sufrido en su vida de adultos como consecuencia de los actos o las palabras de padres desagradables e insensatos, hasta el punto de resistir abusos terribles. Pero todos los que hemos pasado por esas experiencias necesitamos hacer un esfuerzo conjunto para elevarnos sobre ellas si queremos tener éxito. El proceso comienza separando claramente las cualidades indeseables de nuestros padres terrenales de las muy deseables cualidades de un Dios benefactor. Comienza conociendo la verdadera naturaleza de Dios y a partir de ahí alimentando nuestra fe en el amor, la amabilidad y la bondad infinitos de un Padre divino. Este proceso nos lleva a comprender que aprender a amar a Dios es el comienzo de la adoración.

La experiencia de adoración

Me gustan las definiciones claras y las técnicas útiles. A lo largo del tiempo orar a Dios me parecía lo bastante directo, aunque al principio mis oraciones eran quizá un poco egoístas. No obstante, entendí que era beneficioso personalmente orar por cosas tales como el valor, la iluminación y la receptividad espiritual. Pero cuando se trataba de la adoración seguía estando incómodo, necesitaba explorar un poco más.

La adoración es comunión

Solemos escuchar que la adoración es comunión. ¿Pero qué es la comunión? El libro de Urantia no usa este término en el sentido cristiano moderno, en referencia a la unidad cristiana, ni tampoco se adhiere al significado del ritual de la eucaristía o sagrada comunión. En su lugar el libro usa el término en un contexto común que en 1935 fue definido por el diccionario Webster como «comunidad, relación entre dos personas». La interpretación moderna ha cambiado poco, es «un acto o ejemplo de compartir», como se define en la 10ª edición del Webster. Es incluso más útil buscar algunos sinónimos habituales de comunión, entre los que están: compartir, cooperación, interacción, unión, acuerdo e intimidad.

En otras palabras: la adoración es compartir nuestra vida con Dios, comunicarnos con Dios, cooperar con Dios o interactuar con Dios. Es un medio para abrir el canal espiritual a través del cual Dios se comunica con nosotros, un canal que proporciona un flujo continuo y beneficioso de ministerio divino. La adoración abre literalmente una línea directa con nuestro Creador divino, una conexión espiritual real y vibrante.

Llegar a conocer a Dios

La mayoría de nosotros entiende la adoración como un acto de veneración, devoción o entrega, y lo es. Parece lo bastante sencillo, ¿pero qué es lo que veneramos y adoramos? A lo largo de los milenios, las personas lo han adorado todo, desde piedras fálicas a gurús con Rolls-Royce. Pero El libro de Urantia es claro en no animarnos a adorar solo por adorar. En vez de eso, el texto intenta ampliar y expandir nuestro entendimiento y experiencia de la naturaleza de Dios hasta los límites más lejanos de nuestra imaginación creativa. Los reveladores quieren que conozcamos a nuestro Padre todo lo que una mente humana contemporánea pueda comprender.

Esdras, el tabernero de Siracusa, le dijo a Jesús que no podía encontrar a Dios, pero Jesús le dijo:

«Tu problema no es que no puedas encontrar a Dios, porque el Padre ya te ha encontrado; tu problema es simplemente que no conoces a Dios.» [Documento 130:8.2, página 1440.2]

Conocer a Dios es amarlo, y amar a Dios es conocerlo. Cuanto más llegamos a conocerlo, más deseamos verdaderamente adorarlo; se convierte en una reacción natural y espontánea. Adoramos a Dios por lo que comprendemos que es, que es nuestro concepto más elevado de la personalidad y divinidad de la Deidad. Y esta es una razón por la que El libro de Urantia dedica el Prólogo y los primeros cinco documentos a comprender la naturaleza, atributos y relaciones de Dios. Pero en ninguna otra parte del libro el conocimiento de nuestro Creador lleva a un nivel humano de comprensión como el que está en la vida y enseñanzas de Jesús, nuestro Padre encarnado.

Comprueben su actitud

La adoración comienza como un ejercicio mental, es el acto consciente de reconocer la verdad y el hecho de que realmente tenemos una relación amorosa y personal con nuestro Padre celestial, un espíritu vivo. En última instancia la experiencia de adoración trasciende la mente, pero el proceso comienza en nuestro pensamiento. Y la adoración nos llega mucho más fácilmente si estamos dispuestos a aceptar la realidad de nuestra humilde relación con Dios.

El núcleo del mensaje de Jesús es que Dios es nuestro Padre espiritual y en consecuencia somos sus hijos e hijas. Cuando creemos verdaderamente en esto, llegamos a darnos cuenta de que la realidad de Dios es muchísimo más que la que sus criaturas más humildes de la tierra podrían imaginar jamás. Para ser capaces de subir la escalera del progreso espiritual, debemos sin duda ser sinceramente humildes y confiar plenamente. Jesús se esforzó mucho por recalcar que debemos adoptar una actitud mental aceptable para sentir la presencia de Dios.

No solo se entiende mejor la naturaleza divina si nos consideramos hijos de Dios sino que, como Jesús dijo, el reino de los cielos se puede comprender mejor adquiriendo la actitud espiritual de un niño sincero. Con esto se refería a adquirir un estado mental que cree sin cuestionarse y que confía plenamente. Confiar en la bondad de un Padre celestial es quizá uno de los pasos más difíciles para los que hemos experimentado malas relaciones con nuestros progenitores, especialmente con un padre.

Hagan una elección

La adoración es una elección, una elección poderosa. El único poder que tenemos en realidad es nuestro libre albedrío, la libertad de elegir. Ni Dios ni un Hijo Creador interferirán en nuestro libre albedrío, es sacrosanto. En consecuencia, si algo va a suceder debemos permitir conscientemente que suceda. La adoración requiere la libre sumisión de todo nuestro ser al abrazo de Dios y permite así que nuestro yo en espiritualización, nuestra alma, tome el control.

Den gracias

Ascendemos a la verdadera adoración estando sinceramente agradecidos. Y una forma de lograr que nuestra mente entre en este estado de adoración es expresar oraciones de gratitud. Si no están seguros sobre lo que estar agradecidos, les animo a reflexionar sobre la presencia aparentemente mágica del Espíritu del Padre dentro de nosotros, el Espíritu de la Verdad junto a nosotros y el Espíritu Santo a nuestro alrededor. Todas estas atrayentes fuerzas espirituales trabajan día y noche en un intento de recrearnos como seres eternos de espíritu, así como para revelarnos las asombrosas maravillas de un universo casi infinito.

Es bueno dar gracias al Señor y cantar alabanzas al nombre del Altísimo, reconocer su misericordia cada mañana y su fidelidad cada noche, porque Dios me ha hecho feliz con su obra. Daré gracias por todas las cosas en conformidad con la voluntad de Dios. [Documento 146:2.15, página 1640.4]

Olvídense de ustedes mismos

Olvídense de ustedes mismos. Olviden hoy lo que dijeron o hicieron, o lo que deberían haber dicho o hecho. Olviden la lista de la compra, olviden las facturas. Centren su mente solo en un Dios amoroso, sea cual sea el nombre que le den, e imaginen en la medida de lo posible su amor infinito, su belleza divina, su bondad eterna o cualquier otra cualidad que elijan venerar.

Preséntense ante Dios sabiendo que no tienen nada que temer, sabiendo que de ello solo pueden salir cosas buenas, sabiendo que él nos ama tanto como a cualquier otro ser del universo entero. Sumerjan su mente en la presencia y el amor de un Padre Divino verdaderamente atento.

Encuentren un lugar tranquilo

Jesús pasó días y semanas en comunión con su Padre, y entonces siempre buscaba un lugar tranquilo para sus meditaciones, habitualmente entre las bellezas de la naturaleza. Es muy beneficioso adorar en un lugar donde creemos que es menos probable que nos molesten en nuestra contemplación. Si viven en una casa llena de gente, ¡prueben en la bañera!

Inténtenlo

No ganaremos nada si no arriesgamos. Se nos recuerda continuamente que al menos intentemos estar en comunión con Dios. Cuando adoren, no esperen que las ángeles del cielo lo visiten. Solo tengan en cuenta que Dios sabe todo lo que ustedes hacen y tengan fe en que con el tiempo todo intento de comunión acabará teniendo como resultado la experiencia muy real de sentir la presencia divina del Espíritu interior.

El hombre no tiene necesidad de ir más allá de su propia experiencia interior, donde el alma contempla la presencia de esta realidad espiritual, para encontrar a Dios y tratar de comulgar con él. [Documento 5:0.1, página 62.1]

Dénle tiempo

Vivimos en un universo del espacio y el tiempo en el que todos los acontecimientos están limitados por el tiempo. Por lo tanto la paciencia es una virtud crítica en todo lo que emprendamos. Cuando Simón Celotes fue aceptado como apóstol su gran debilidad era su mentalidad material, y nos dicen que incluso cuatro años en compañía de Jesús no fue tiempo suficiente para que él hiciera la transformación intelectual y emocional que le llevara a tener mentalidad espiritual [Documento 139:11.4, página 1565.1]. No obstante, con fe y perseverancia acabó consiguiéndolo.

Los beneficios de la adoración

En una situación ideal la adoración es un estado de olvido de sí mismo en el que no estamos motivados por nada que se derive de ella, pero incluso esto puede ser un poco paradójico porque, si bien se supone que la adoración no pide nada a cambio, en realidad da mucho.

La adoración nos relaja, nos ayuda a superar la ansiedad o el estrés y ayuda a eliminar conflictos mentales que puedan dar lugar a depresión o confusión.

El descanso de la adoración, o comunión espiritual, tal como la practica el Maestro, alivia la tensión, elimina los conflictos y aumenta poderosamente los recursos totales de la personalidad. [Documento 160:1.12, página 1774.4]

La adoración agudiza el poder de la mente y revela los destinos. Como tal, podemos evaluar mejor nuestros pensamientos y comportamientos desde un punto de vista espiritual progresivo, así como concebir una vida futura en el espíritu.

La adoración intensifica y amplía los poderes reflexivos de la mente. La oración puede enriquecer la vida, pero la adoración ilumina el destino. [Documento 102:4.5, página 1123.5]

La adoración es creativa, nos recreará, nos transformará, como Jesús prometió. El escrutinio incesante o la autoevaluación no es la respuesta. En lugar de eso, intenten adorar a un Ser Divino amoroso, bello y bueno como una manera poderosa de superar las deficiencias personales.

Jesús enseñó que la adoración hace al adorador cada vez más semejante al ser que adora. La adoración es una experiencia transformadora … [Documento 146:2.17, página 1641.1]

Superar los límites para adorar

La adoración y el progreso espiritual están limitados solo por nuestra capacidad de receptividad espiritual y de amar a Dios a cambio. Entonces, ¿cómo podemos aumentar nuestra capacidad de receptividad espiritual? Nos dicen que todo comienza con el templo del Espíritu: el cuerpo y la mente.

Limpien su tempo

Todos los venenos físicos retrasan considerablemente los esfuerzos del Ajustador por elevar la mente material, mientras que los venenos mentales del miedo, la cólera, la envidia, los celos, la desconfianza y la intolerancia obstaculizan también enormemente el progreso espiritual del alma evolutiva. [Documento 110:1.5, página 1204.3]

Desháganse de los venenos físicos. Por mi experiencia personal, me di cuenta de que era casi imposible estar en comunión con Dios estando intoxicado de cualquier manera. Uno de los conceptos más insidiosos que se mantienen vivos en la edad moderna es que el alcohol o las drogas pueden inducir un estado mental espiritual. La verdad es que estas sustancias bloquean nuestros canales espirituales y cierran nuestro camino a Dios. Debemos elegir seguir la voluntad de Dios y recordar que Jesús nos avisó de que no supongamos el amor de nuestro Padre. Dios no es un padre irreflexivamente indulgente que esté siempre listo a condonar los pecados y perdonar las imprudencias [Documento 147:5.9, página 1653.3].

Y evitemos los venenos mentales. En el mundo de hoy de las redes sociales descontroladas, es fácil ser sumamente crítico, guardar rencor, envidiar a los amigos que tienen casas más grandes o coches lujosos o temer el futuro. Pero nada de eso es la voluntad de nuestro Padre. Eviten esos estados mentales inhibidores, especialmente cuando intenten adorar. Disuélvanlos en amor, misericordia, verdad, belleza y bondad y limpien su mente.

Amen a Dios

Jesús dijo que el mandamiento más grande de todos es

«… amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.» [Documento 174:4.2, página 1901.2]

El amor de Dios lleva a la adoración inteligente y sincera. El amor de Dios hacia nosotros nunca disminuye, es un amor infinito mucho más grande de lo que podamos imaginar. Estamos limitados en nuestra capacidad de adorar solo por nuestra capacidad de amar a Dios a cambio. Una vez más, podemos mejorar la capacidad de amar a nuestro Hacedor simplemente aprendiendo más sobre su naturaleza divina.

Elecciones de la vida

La realidad de nuestra experiencia de adoración tiene mucho que ver con nuestro estatus espiritual, lo que parece otra paradoja porque no podemos progresar en la adoración hasta que progresemos en crecimiento espiritual y viceversa. Pero el problema puede abordarse mediante el ejercicio de la elección, no solo eligiendo adorar sino en todas las elecciones que hagamos. Nuestra alma, nuestro yo espiritual, evoluciona como consecuencia de nuestras elecciones vitales, especialmente de las elecciones morales elevadas hechas bajo presión. Muestra nuestra determinación a hacer la voluntad de Dios bajo cualquier circunstancia.

La voluntad de nuestro Padre no es del todo un misterio. A veces la elección moral es relativamente fácil. La mayoría de nosotros somos conscientes de que actos como mentir, robar, engañar, envidiar o acumular riquezas son elecciones moralmente incorrectas. Pero otras veces no siempre es tan sencillo saber qué elecciones hay que hacer. Sin embargo, podemos guiar y estimar nuestros pensamientos, acciones y palabras por su contenido de verdad, belleza y bondad, así como por nuestras expresiones de amor y compasión hacia los demás. Y nunca deberíamos subestimar el poder de la oración y de la adoración cuando estamos buscando soluciones.

Dejen que Dios lo haga

Una manera muy efectiva de superar nuestras limitaciones para adorar y realizar progresos espirituales es tener una fe inquebrantable y una confianza absoluta en el trabajo del Espíritu del Padre. Siempre que nuestras limitaciones nos desafíen, declaremos siempre:

Aunque yo no pueda hacer esto, alguien vive en mí que puede hacerlo y lo hará… [Documento 4:4.9, página 59.5]

Esta es una declaración convincente que recuerda a la filosofía de Alcohólicos Anónimos, donde el concepto inicial es admitir abiertamente que no puedes hacerlo por ti mismo; primero debes entregarte a ti mismo y tus problemas a un poder superior. Confiar en el poder y el amor de Dios para transformarnos es una experiencia rejuvenecedora que alivia muchas de las cargas de la vida.

Hagan Su voluntad

Se nos dice una y otra vez que hagamos la voluntad del Padre, pero hacer su voluntad no es el compromiso esclavizante a un conjunto de reglas ni una tarea onerosa. Si creen que la voluntad de Dios es algo que deben obligarse a hacer es que no lo han entendido. Es más bien algo que realmente queremos hacer, es el reto más grande y apasionante de nuestra vida. Profundizarán en ello felizmente y de todo corazón, y querrán esforzarse al máximo. Hacer la voluntad de Dios se convierte en una alegre obsesión cuando nos damos cuenta de que no hay nada más gratificante en la vida que emprender una aventura con Dios. Realmente no hay otro camino que valga la pena seguir.

Vivir nuestra vida como Dios quiere que la vivamos no significa que sacrifiquemos nuestra individualidad. Jesús celebró la unicidad e individualidad de todos, y él los amaba a todos. Cada uno de nosotros tiene una aportación única y especial que hacer a la evolución del universo. Dejen que Dios les muestre lo que pueden hacer.

No pueden fallar

Todo el plan de progreso espiritual está interrelacionado. Nuestras elecciones morales afectan a nuestra adoración y nuestra adoración afecta a nuestras elecciones morales. Toda la experiencia religiosa del individuo es la de hacer las elecciones correctas guiados por la oración y la adoración, la comunión con nuestro Creador.

Sin embargo, la habilidad de Dios para ayudarnos se retrasa en gran medida por nuestras opiniones preconcebidas y nuestros prejuicios arraigados. Esto fue especialmente cierto para mí al tratar de entrar en adoración, pero fui capaz de superar mis inhibiciones, en primer lugar siendo consciente de mis prejuicios más arraigados hacia mi padre terrenal, y después pidiendo a mi Padre celestial que me ayudara a ver la verdad. A todos los que tropiezan: tengan fe, él también les ayudará.

Si os sometéis a las directrices de las fuerzas espirituales que están en vosotros y alrededor de vosotros, no podréis dejar de alcanzar el alto destino que un Dios amoroso ha establecido… [Documento 5:1.12, página 64.3]

El significado de la adoración y el servicio

William Wentworth (Australia)

(Presentado en la Conferencia de Anzura de Hobart, octubre 2010)

El significado de la adoración

El impulso de adorar aparece de forma natural con la activación del sexto espíritu-mente adjutor. En los humanos, el impulso y la capacidad de adorar son innatos. Aunque todos sentimos este impulso como individuos y a nuestra manera, en su forma más básica la adoración es reconocer y honrar la causa misteriosa e incomprensible y al motivador de todo.

La adoración ha evolucionado a través de muchas fases: adoración de animales, de la naturaleza, politeísmo, panteísmo, etc., hasta que llegamos a reconocer a Dios en el monoteísmo como la causa y fuente de todo, y como Jesús nos reveló más recientemente, como personalidad benevolente que nos ama y tiene un lugar para cada uno de nosotros.

La adoración es reconocer y honrar a Dios como padre, ¿pero es también reconocer el aspecto no personal de la deidad? Creo que sí. Jesús define la adoración como:

«… el acto de un fragmento que se identifica con el Todo, lo finito con lo Infinito, el hijo con el Padre, el tiempo en la operación de ajustarse al ritmo de la eternidad. La adoración es el acto de la comunión personal del hijo con el Padre divino, la aceptación de unas actitudes vivificantes, creativas, fraternales y románticas por parte del alma-espíritu del hombre.» [Documento 143:7.8, página 1616.10].

Para Jesús la adoración consiste tanto en la comunión personal con el Padre como en el reconocimiento de lo Infinito como fuente de todo. Merece la pena tener en cuenta que Jesús sugiere este segundo aspecto de la adoración, y que nuestros intentos de comunión personal con el Padre están también ligados al reconocimiento de la fuente de la realidad y al plan divino de progreso. En cierto sentido adoramos a Dios porque sabemos algo sobre él, sobre quién es y sobre lo que hace.

La adoración, pues, es nuestro intento de estar en comunión con el Padre, de intentar expresarnos al Padre, y desde luego es algo muy personal. El Padre interactúa con cada uno de nosotros como personalidades individuales, y la forma que adopta nuestra comunión depende de quién la hace y el carácter de su relación con el Padre.

Adoración y oración

La adoración suele compararse con la oración. La oración es también un intento del hijo de comunicarse con el Padre, pero difiere de la adoración porque es una petición de ayuda. La oración es pedir algo al Padre, pedir que se ejerza el poder divino para ayudar al hijo a resolver un problema, está implicado el interés propio. Por otro lado la adoración no pide nada, es simplemente un intento de estar en comunión con el Padre y de expresar la entrega del hijo al Padre y la lealtad a sus propósitos. Puede haber tonos de gratitud, de entrega, de adoración, de admiración, de cooperación… de muchas actitudes posibles, dependiendo de la actitud personal del que adora, pero el sabor de la comunión amorosa impregna la interacción entre el hijo y el Padre.

La naturaleza personal de la adoración

Los reveladores resaltan la naturaleza personal de la adoración. Un Consejero Divino señala que:

El Padre Universal no impone nunca ninguna forma de reconocimiento arbitrario, de adoración formal, ni de servicio servil a las criaturas volitivas inteligentes de los universos. [Documento 1:2.2, página 22.5].

La adoración es un asunto personal, la manera en que adoramos depende de nosotros.

Una escala

Tal como lo veo, los reveladores sugieren que hay un tipo de escala en la adoración, que va de la adoración sumamente estructurada y formal a la adoración relativamente informal y espontánea. Por un lado, un Consejero Divino nos dice que:

La adoración sincera implica la movilización de todos los poderes de la personalidad humana bajo la dominación del alma evolutiva, y sujetos a la dirección divina del Ajustador del Pensamiento asociado. [Documento 5:3.7, página 66.3].

Por otro lado, dice:

La dedicación afectuosa de la voluntad humana a hacer la voluntad del Padre es el regalo más selecto que el hombre puede hacerle a Dios; de hecho, una consagración así de la voluntad de la criatura constituye el único obsequio posible de verdadero valor que el hombre puede hacerle al Padre Paradisiaco. En Dios, el hombre vive, se mueve y tiene su existencia; no hay nada que el hombre pueda darle a Dios, salvo esta elección de someterse a la voluntad del Padre, y estas decisiones, efectuadas por las criaturas volitivas inteligentes de los universos, constituyen la realidad de esa verdadera adoración que tanto satisface la naturaleza del Padre Creador, dominada por el amor. [Documento 1:1.2, página 22.5].

Aquí tenemos los dos extremos de la escala de la adoración. Por un lado, la movilización de todos los poderes de la personalidad, por otro hacer la voluntad del Padre, que constituye la realidad de la verdadera adoración.

Movilización de todos los poderes de la personalidad Intentar hacer la voluntad del Padre
Intensa, emotiva Reflexiva, filosófica
Ocasión especial Vida diaria
Planeada Espontánea

La movilización de todos los poderes de la personalidad sugiere una enorme concentración de esfuerzo, el tipo de cosa que es improbable que ocurra espontáneamente o sin una premeditación considerable. Y desde luego los reveladores señalan que en nuestra carrera futura necesitamos aprender la técnica de adoración, aprender a adorar. Movilizar todos los poderes de la personalidad no es algo que surja de manera natural.

En el extremo opuesto tenemos que la adoración es parte de la vida diaria mientras intentamos hacer la voluntad del Padre.

Sugiero que la mayor parte de nuestro esfuerzo por adorar cae en alguna parte de esta escala. A veces sentimos intensas emociones de gratitud o de adoración, y nuestra experiencia de adoración tiende hacia la concentración intensa de toda la personalidad. Otras veces nos vemos reflexionando sobre nuestros intentos de hacer la voluntad del Padre, y nuestra experiencia de adoración tiende hacia una interacción más filosófica con el Padre, en el extremo opuesto de la escala.

El beneficio que nos da

Aunque llevamos a cabo la adoración sin pensar en ningún tipo de ganancia o recompensa, los reveladores nos dejan claro que obtenemos enormes beneficios de la adoración. El crecimiento espiritual que resulta de la adoración es inconmensurable. Nuestro Ajustador interior nos impulsa constantemente a mejorar la comunicación con nuestra mente y nuestra personalidad compartiendo nuestra vida interior con Dios, y la adoración es la que le da a nuestro Ajustador sus mejores oportunidades.

Sea cual sea el caso, realizamos nuestra propia manera de adorar y se nos dice que nunca podemos ser plenamente conscientes del significado de la verdadera adoración [5:3.7, 66.3]. Nuestra mente material no es capaz de hacerla consciente. Sin embargo, Jesús señala que:

El espíritu del Padre le habla mejor al hombre cuando la mente humana se encuentra en una actitud de verdadera adoración. [Documento 146:2.17, página 1641.1]

Y también: «la adoración hace al adorador cada vez más semejante al ser que adora».

El significado del servicio

Podemos pensar en el servicio como amor aplicado. El libro de Urantia define el amor como el deseo de hacer el bien a los demás; el servicio es el intento de hacer realmente ese bien. Cuando Jesús le dice a Ganid que una buena manera de hacer amigos es estar atento a la oportunidad de hacer por los demás algo que estás seguro que ellos quieren que se haga [130:7.2, 1438.5] está señalando un enfoque práctico del servicio.

El circuito del amor

Se describe el gran circuito del amor como procedente del Padre, de hijos a hermanos y de ahí al Supremo. El servicio es la actuación práctica de este circuito. Expresamos el amor a nuestros semejantes haciendo cosas por ellos que ellos quieren que se hagan, y esta acción de amor fraternal repercute en el Supremo. En este punto podemos recordarnos a nosotros mismos que Jesús instó a los apóstoles a que amaran a los hombres, no solo al alma de los hombres [191:5.3, 2043.1]. El servicio no solo tiene que dirigirse a la mejora religiosa de nuestros semejantes o a su salvación propuesta: tiene que ayudarlos de cualquier forma que puedan necesitar.

El servicio es voluntario

Un Consejero Divino señala que el Padre no impone un servicio esclavizante a sus criaturas [Documento 1:1.2, página 22.5]. Las personalidades dotadas de libre albedrío sirven voluntariamente y deben elegir sus caminos de servicio por ellas mismas. No somos esclavos y decidimos cómo servimos.

Los reveladores señalan que, mientras que las serafines y otras personalidades espirituales gozan de manera natural con el servicio, no sucede así con las criaturas de origen animal. Tenemos que aprender que es mejor dar que recibir a partir de nuestra experiencia personal. Tenemos que descubrir mediante ensayo y error lo satisfactorio que puede ser echar una mano a alguien. La vida de servicio que Jesús vivió es una gran inspiración para nosotros, para descubrir por nosotros mismos la satisfacción que podemos obtener al servir a nuestros semejantes.

El servicio adopta muchas formas

La situación a veces es un poco más abstracta que la de ayudar simplemente a alguien. A veces servimos a los demás haciendo cosas no solo para individuos en particular sino porque creemos que algunas acciones son buenas para la comunidad. Esta forma de servicio puede influir en la profesión que elegimos seguir, en las causas que abrazamos o en esas acciones que vemos como servicio.

Algunos vamos por la vida con una suave presión sobre nuestra motivación producida por nuestro deseo de cooperar con nuestro Ajustador interior y por el plan de Miguel para su universo, o para Urantia quizás, que nos impulsa a servir a la humanidad y que hace mucho por determinar la manera en que reaccionamos a los acontecimientos de la vida diaria.

Hay algo emocionante en darse cuenta de que estamos en el equipo de Miguel y que intentamos cooperar entre nosotros y nuestros administradores celestiales para hacer avanzar a nuestra gente y nuestro planeta hacia la luz y vida. Las tareas aburridas y la monotonía se hacen más fáciles si recordamos la maravillosa operación de la que formamos parte. Si mantenemos esta perspectiva en nuestras mentes a medida que avanzamos en nuestra vida diaria estamos motivados a tratar de servir cuando surja la oportunidad. Realmente parece inspirarnos si tenemos en cuenta en lo que estamos involucrados y con quién estamos asociados. Después recordamos que todos tienen un papel que desempeñar y que todo lo que hacemos puede ayudar o puede obstaculizar el plan de Miguel para nuestro planeta y para todo el universo. El hecho de que los demás puedan no saberlo no tiene ninguna consecuencia para nuestra capacidad de servirlos.

Parece haber tantas maneras de servir como personalidades que ofrezcan ese servicio, es algo totalmente personal. Las oportunidades de servir abundan, y cuantas más aprovechemos más probable es que hagamos el bien y experimentemos la satisfacción de haberlo hecho. Hasta cierto punto, el servicio no es tanto lo que hacemos como la manera en que lo hacemos, la actitud que adoptamos al hacer lo que hacemos.

A veces nos equivocamos

Por supuesto, incluso cuando el motivo es servir hay veces en que nos equivocamos y lo que hacemos puede causar más mal que bien. Intentamos ayudar donde podemos y fallamos cuando debemos. La experiencia es la maestra en este caso, y todo lo que podemos hacer es aprender, sacudirnos el polvo e intentarlo de nuevo. Este podría ser un aspecto de «enriquecerse con las decepciones» que los reveladores nos cuentan que es una gran parte de nuestra carrera futura. Como se suele decir, ¡así se forja el carácter! Y quizá deberíamos recordarnos a nosotros mismos que el servicio sabio en ocasiones puede requerir que nos resistamos a  rendirnos a las exigencias tontas de ayuda. A veces esto precisa de más determinación que ceder.

Jesús y la dueña de la posada

En última instancia, el servicio es el intento de hacer el bien. Realmente me gusta lo que Jesús le dijo a la dueña de la posada griega:

Ofrece tu hospitalidad como alguien que recibe a los hijos del Altísimo. Eleva la faena ingrata de tu trabajo diario hasta los niveles elevados de un arte refinado, mediante la conciencia creciente de que sirves a Dios en las personas en las que él habita por medio de su espíritu, el cual ha descendido para vivir en el corazón de los hombres, intentando así transformar sus mentes y conducir sus almas al conocimiento del Padre Paradisiaco que ha otorgado todos estos dones del espíritu divino. [Documento 133:4.8, página 1475.1].

Para terminar, para poner la adoración y el servicio en relación mutua, recuerden lo que Rodán dijo sobre la manera en que Jesús usaba la adoración meditativa y la comunión espiritual para extraer el poder espiritual de llevar a cabo grandes actos de servicio [160:1.10, 1774.2]. Así es como avanzamos en la vida, en comunión con el Padre a través de nuestro Ajustador interior y aplicando los frutos de dicha comunión en el servicio a nuestros semejantes.

SuperMeditation

Neil Francey (Australia)

… Meditación en el superconsciente con el Espíritu de lo Infinito, Eterno y Universal

Este es un trabajo exhaustivo basado en los documentos Urantia que explora la meditación en su forma definitiva: la supermeditación. Está basado en las verdades reveladas más elevadas de la edad moderna.

SuperMeditation enlaza nuestra vida diaria con las influencias de espíritu. No es un método rápido y fácil. Trabaja de manera natural a lo largo del tiempo y busca equilibrar todos los atributos, poderes y componentes de nuestro ser. No hay método o secuencia establecido para estudiar estos módulos, necesitan estudiarse y aplicarse en las circunstancias prácticas de la vida.

SuperMeditation es la conexión de la realidad material y nuestra naturaleza espiritual a través del mecanismo pensante al que llamamos mente. Si intentamos este vínculo desarrollamos nuestra capacidad de enfrentarnos a las exigencias de la vida de manera más efectiva.

También podemos llegar a conocer el reino del superconsciente, donde nos entregamos al pensamiento profundo y la comunión personal con nuestro Creador. El resultado es el desarrollo de nuestra conciencia, capacidad y receptividad espirituales.

Este enfoque de la meditación busca los ideales más elevados, las metas divinas y las visiones más destacadas. Está libre de las restricciones de las religiones de autoridad, del misticismo, de rituales y de fórmulas habituales.

Es polifacético: resolución meditada de problemas, toma de contacto con el espíritu interior, entrega a la adoración, orientación al servicio; todos son anhelos distintos y aun así están interrelacionados. Este nuevo estilo de comunión espiritual no requiere recitar mantras de manera pasiva, centrarse en un objeto o intentar vaciar la mente.

El deseo supremo de verdad, junto con los valores más elevados, asegura que esta práctica para buscar al Dios que mora en nuestro interior sea la empresa más natural, segura y que valga la pena.

¿Es efectivo? ¿Funciona? ¿Es el camino para tener una vida mejor? Descúbranlo por ustedes mismos. Vívanlo. Es una aventura excitante que dura toda una vida. Es su viaje único y personal.

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El Padre Universal es el Dios de toda la creación, la Primera Fuente y Centro de todas las cosas y de todos los seres. Pensad primero en Dios como creador, luego como controlador y finalmente como sostenedor infinito. [Documento 1:0.1, página 21.1]

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Pensad primero en Dios como creador, luego como controlador y finalmente como sostenedor infinito. [Documento 1:0.1, página 21.1, negrita añadida]

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