Mensaje del presidente – junio 2017

Di cursos en la universidad durante unos años y mi curso favorito para enseñar era Introducción a la Filosofía. Los cursos introductorios traducen ideas de un tema al lenguaje común, mientras que los cursos en profundidad nos enseñan un nuevo lenguaje para desarrollar mejor estas ideas. Me gustaba la idea de tomar lo que podría suponer literalmente toda una vida de trabajo y dedicación y trocearlo hasta una hora de lectura y otra de clase. Tienes que proporcionar un gancho suficiente para captar la atención del estudiante, dar bastante profundidad para mostrar que vale la pena dedicar una carrera a su estudio, dar suficientes pistas de estudios futuros para ofrecer vías posteriores a los estudiantes, y dar también bastante estructura y conclusión para que el noventa y nueve por ciento de estudiantes que escuchan pero no se sienten fascinados puedan recordarlo más adelante en su vida. «Oh, sí, el utilitarismo. Es genial para tomar decisiones en grupo, pero creo que tiene defectos como sistema moral individual».

Creo que se tendría que aplicar la misma estructura a El libro de Urantia. Estamos tan entusiasmados con estas enseñanzas que queremos tratar a cada persona como si fuera una persona entre cien que lo va a tomar y convertir en la búsqueda de su vida. Pero acabamos haciendo un perjuicio a la inmensa mayoría de personas que podríamos dejar con una noción vagamente positiva de El libro de Urantia, como «¿Urantia? Sí… la relación directa entre las personas y Dios, un universo organizado. He conocido a algunas personas a las que les va eso. Son normales».

Esa debería ser la primera meta para todo esfuerzo de asistencia que hagamos: los estudiantes de El libro de Urantia son normales. Igual que con el juramento hipocrático, «En primer lugar, no hacer daño», deberíamos tener un aviso similar: «En primer lugar, no parecer locos».

Toda conversación sobre la fe es diferente. Es inútil esbozar una lista de comprobación paso a paso. El público es diferente si estamos frente a un grupo pequeño, una clase grande, un solo extraño o cenando con una pareja de amigos. Sin embargo, aconsejo que tengamos puntos de partida, expresiones que nos ayuden a establecer la actitud adecuada para conversar sobre las enseñanzas Urantia con personas que no lo estudian.

Los publicistas nos dicen que una persona promedio necesita múltiples interacciones positivas con un producto antes de estar dispuesta a comprarlo. Lo mismo pasa con El libro de Urantia. La mayoría de personas necesitan múltiples interacciones positivas con las enseñanzas de El libro de Urantia antes de estar dispuestas a leerlo ellas solas. Cuando introducimos a alguien en El libro de Urantia, nuestro éxito no debería juzgarse por si compran el libro y lo leen o no. Debería juzgarse más bien por si dejamos a esa persona con un recuerdo positivo de El libro de Urantia, de modo que la próxima vez que oiga hablar de él pueda recordar: «Oh, sí, Urantia. Conocí a una de esas personas. Era normal».

Tienen siete segundos para dar una buena primera impresión. ¿Tienen una buena presentación de El libro de Urantia de siete segundos? Si les hacen una segunda pregunta, ¿pueden extender esos siete segundos a 30 segundos?

Este es un entrenamiento básico de asistencia que puede y debe practicarse en las asociaciones y en los grupos de estudio, así como en talleres y conferencias: «Introducción a Urantia en siete segundos o menos». Quizá veamos este curso en la X Conferencia Internacional de la Asociación en Ámsterdam, del 12 al 15 de abril de 2018. ¡Espero verlos allí!

En servicio.

Chris Wood
Presidente
Asociación Urantia Internacional