Elementos de la realidad y valores de posición

Prólogo

Primero hubo el pensamiento, el Padre Universal. Después el verbo, el Hijo Eterno. Y a continuación el acto, el Espíritu Infinito. Y actúan como autor, creador y sostenedor poderoso de la realidad: la Trinidad paradisíaca. A partir de esos círculos de la unidad de la infinidad y la eternidad, hacia fuera, hacia los límites finitos de los universos en evolución del tiempo y del espacio, se puede seguir la pista de todos los verdaderos “valores”, “significados” y “cosas” hacia el gran y poderoso Dios creativo y unificado de toda la creación.

Él «mide las aguas con el hueco de su mano, mide un universo con la palma de su mano. Él es el que está sentado sobre la órbita de la Tierra, el que extiende los cielos como una cortina y los despliega como un universo para ser habitado». «Levantad vuestros ojos hacia arriba y contemplad quién ha creado todas estas cosas, quién pone de manifiesto el número de sus mundos y los llama a todos por sus nombres»; así pues es cierto que «las cosas invisibles de Dios son parcialmente comprendidas por las cosas que están hechas». Hoy, tal como sois, debéis discernir al Hacedor invisible a través de su creación múltiple y diversa, así como por medio de la revelación y el ministerio de sus Hijos y de sus numerosos subordinados. (p.27.6)

La primera gran Fuente y centro de todas las cosas y seres, el Padre eterno de amor se dirigió a sus iguales, el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito, con un plan divino: “Hagamos a las criaturas mortales a nuestra propia imagen.” (p.85.5)

Fuera del Paraíso, el escenario del espacio estaba preparado, comenzó el tiempo, el universo estaba vivo con una vasta hueste de ayudantes espirituales creados, las galaxias en evolución se pusieron en movimiento y se formaron miles y miles de millones de sistemas solares y planetas similares al nuestro que podrían albergar y mantener la evolución de la vida finita.

El plan divino

Este plan divino para alcanzar la perfección abarca tres empresas únicas, aunque maravillosamente correlacionadas, de aventuras universales. (p.85.4)

 

  1. El plan de consecución progresiva. Es el plan del Padre Universal para la ascensión por evolución, un programa aceptado sin reservas por el Hijo Eterno cuando estuvo de acuerdo con la propuesta del Padre: «Hagamos a las criaturas mortales a nuestra propia imagen». Esta disposición para elevar a las criaturas del tiempo implica que el Padre concede los Ajustadores del Pensamiento y dota a las criaturas materiales de las prerrogativas de la personalidad. 

 

  1. El plan de donación. El plan universal siguiente es la gran empresa del Hijo Eterno y de sus Hijos coordinados destinada a revelar al Padre. Es la propuesta del Hijo Eterno, y consiste en su donación de los Hijos de Dios a las creaciones evolutivas para personalizar y convertir allí en un hecho, para encarnar y hacer real, el amor del Padre y la misericordia del Hijo a las criaturas de todos los universos… 

 

  1. El plan del ministerio de misericordia. Cuando el plan de consecución y el plan de donación fueron formulados y proclamados, el Espíritu Infinito, solo y de sí mismo, proyectó y puso en marcha la enorme empresa universal del ministerio de misericordia. Este servicio es esencial para el funcionamiento práctico y eficaz tanto de la empresa de consecución como de la empresa de donación, y todas las personalidades espirituales de la Fuente-Centro Tercera comparten el espíritu del ministerio de misericordia que tanto forma parte de la naturaleza de la Tercera Persona de la Deidad. El Espíritu Infinito actúa verdadera y literalmente como ejecutivo conjunto del Padre y del Hijo no sólo en la creación, sino también en la administración. (p.85.5)

 

….Este proyecto para elevar espiritualmente a las almas ascendentes del espacio es una creación conjunta del Padre y del Hijo, y, con la cooperación del Espíritu Infinito, se ocupan de ejecutar en asociación su propósito divino. (p.85.3) (negrita añadida)

En este documento, voy a explorar el propósito divino, el cómo y el qué están llevando a cabo los Dioses. Espero obtener un mayor aprecio de nuestra posición y situación. Miraré lo que constituye las leyes de la realidad que gobiernan nuestro universo para que crezcamos evolutivamente. Espero descubrir e intentar definir los elementos clave que se dirigen a construir la totalidad de la realidad y las herramientas de la mente que podemos usar para percibir su verdadera realidad unificada. En el área del libre albedrío, exploraré la importancia de los valores de posición respecto a los elementos de la realidad y cómo contribuyen a nuestro sistema de pensamiento, nuestra percepción de la realidad y nuestros modelos de reacción. Miraré la técnica de contribuir a que crezcan nuestros yoes desde este tiempo que tenemos en la eternidad. En general, espero comprender más profundamente el significado y el propósito de nuestra vida; cómo construimos nuestra visión de la realidad, qué hacemos con la realidad y lo que necesitamos para contribuir a construir su carácter real ante los ojos de Dios.

Comencemos definiendo los elementos básicos que conforman la realidad. El libro de Urantia nos dice:

Hay exactamente tres elementos en la realidad universal: los hechos, las ideas y las relaciones. La conciencia religiosa identifica estas realidades como ciencia, filosofía y verdad. La filosofía se siente inclinada a considerar estas actividades como razón, sabiduría y fe — la realidad física, la realidad intelectual y la realidad espiritual. Nosotros tenemos la costumbre de distinguir estas realidades como cosas, significados y valores. (p.2094.1) (negrita añadida)

Echemos un vistazo a la definición de valores de posición.

En los conjuntos, las partes están sumadas; en los sistemas, las partes están puestas en orden. Los sistemas son significativos debido a su organización — a sus valores de posición. En un buen sistema, todos los factores están en posición cósmica. En un mal sistema, hay algo que falta o que está desplazado — desordenado. En el sistema humano, la personalidad es la que unifica todas las actividades y comunica a la vez las cualidades de identidad y de creatividad. (p.1227.9) (negrita añadida)

Entiendo que los valores de posición es lo que valoramos en nuestros hábitos de pensamiento, la manera en que damos prioridad a los valores de nuestro sistema de pensamiento; cómo disponemos y colocamos nuestros valores en relación con la totalidad de la realidad.

En la evolución cósmica, la materia se vuelve una sombra filosófica proyectada por la mente en presencia de la luminosidad espiritual de la iluminación divina, pero esto no invalida la realidad de la energía-materia. La mente, la materia y el espíritu son igualmente reales, pero en lo referente a alcanzar la divinidad no tienen el mismo valor para la personalidad. La conciencia de la divinidad es una experiencia espiritual progresiva. (p.140.11) (negrita añadida) 

 ….En el cosmos evolutivo, la energía-materia es la que domina, excepto en la personalidad, donde el espíritu se esfuerza por conseguir la supremacía por mediación de la mente. El espíritu es la realidad fundamental de la experiencia de la personalidad de todas las criaturas, porque Dios es espíritu. El espíritu es invariable y, por lo tanto, en todas las relaciones entre personalidades, trasciende tanto a la mente como a la materia, que son variables experienciales de consecución progresiva. (p.140.10)

En las citas anteriores, encontramos pistas respecto a los valores de posición, como por ejemplo La mente, la materia y el espíritu son igualmente reales, pero en lo referente a alcanzar la divinidad no tienen el mismo valor para la personalidad y En el cosmos evolutivo, la energía-materia es la que domina, excepto en la personalidad, donde el espíritu se esfuerza por conseguir la supremacía por mediación de la mente.

Así que, al ver la estabilidad y carácter total de la realidad, nos damos cuenta de que está hecha de componentes. Igual que un átomo está compuesto de múltiples partes, también la realidad finita, vista a través de la experiencia de la personalidad, consta también de componentes y sistemas de pensamiento.

La comprensión progresiva de la realidad equivale a acercarse a Dios. El descubrimiento de Dios, la conciencia de identificarse con la realidad, equivale a experimentar el yo completo — el yo entero, el yo total. (p.2094.2) (negrita añadida)

¿Qué quiere decir el autor de esta cita con “la comprensión progresiva de la realidad equivale a acercarse a Dios”? Quizá necesitemos reconsiderar lo que se entiende por realidad. Los Documentos Urantia nos dan una definición ampliada del término. Nos dicen que, cuando los elementos de la realidad están unificados por valores verdaderos, se convierte en una realidad funcional unificada que es divina. Sin embargo, debemos recordar que, solo porque algo se considere como real a ojos del mundo, eso no significa que sea verdadero, bello y bueno. Dijo Jesús: “Mi reino no es de este mundo”. Nuestra reacción a la realidad tiene que ver con el libre albedrío; allí donde colocamos los valores en nuestro sistema de pensamiento; donde decidimos colocar nuestros valores respecto a todos los componentes que conforman la realidad. Al ver cómo disponemos nuestros valores, puede sernos útil considerar algunas de las cuestiones siguientes.

¿Cómo descubrimos una realidad espiritual personal a partir de nuestra experiencial finita?
¿Dónde debería colocar los valores en mi sistema de pensamiento?
¿Cuál es un sistema correcto de valores de posición?
¿Qué me da placer?
¿Obtengo placer de la verdad?
¿Cómo valoro la verdad, qué valor tiene, qué debo hacer con ella?
¿Cómo equilibro los placeres del yo con las responsabilidades de la realidad?
¿Tengo un buen sistema de pensamiento que coloque los valores de manera responsable y equilibrada?
¿Cómo afectan mis valores a mí mismo y a los demás?
¿A dónde me llevan mis valores?
¿Proceden mis valores de una mezcla saludable de experiencias vitales y de las enseñanzas y directrices del Ajustador del Pensamiento?
¿Tienen mis valores un valor real? ¿Con quién debo evaluar mis valores?
¿Tomo decisiones basándome en mis valores?
¿Qué valor le doy a mi relación personal con Dios?
¿Valoro el esfuerzo de compartir mi vida interior con Dios?
¿Por qué es tan importante renacer del espíritu respecto a cómo coloco mis valores?

Parece que las semillas de la eternidad se han plantado en los reinos del tiempo y el espacio. Las leyes infinitas de Dios riegan este jardín finito de la vida. Se ha establecido el escenario para que nos alimentemos y crezcamos y se han puesto en nuestras manos los impagables poderes del libre albedrío. Nuestro comienzo como nueva especie ha empezado verdaderamente. En nuestra actual aventura en el universo de descubrimientos, discernimientos y unificación de las cosas, los significados y los valores, se ha proclamado el propósito eterno:

Del Padre Universal que habita la eternidad ha salido el mandato supremo: «Sed perfectos como yo soy perfecto». (p.21.3) 

 El Padre se ha dado a vosotros, ha puesto su propio espíritu dentro de vosotros; por eso exige una perfección última de vosotros… esta aventura celestial debería ser el estudio supremo del hombre mortal. (p.449.2) (negrita añadida)

Lo perfecto y lo imperfecto están realmente interrelacionados, y por eso las criaturas evolutivas finitas pueden ascender hasta el Paraíso en conformidad con el mandato del Padre Universal: «Sed perfectos como yo soy perfecto». (p.637.1)

Entonces, ¿cómo crecemos hacia la perfección finita? ¿La existencia de la vida, en y de sí misma, nos golpea lo suficiente para hacernos sentir, pensar y actuar? Sí, creo que es así. ¿La experiencia, las ideas y la reflexión de las relaciones de la vida con la gente y el mundo nos dan generosamente opciones eternamente significativas? Sí, creo que las dan. Entonces, ¿tenemos las claves motivacionales para ignorar o desbloquear los niveles de perspicacia con el fin de comprender mejor las responsabilidades de la realidad y la bondad del amor? Sí, creo que sí. ¿Este mundo trabaja de manera natural y sin problemas para dar oportunidades a nuestros ayudantes espirituales invisibles? Sin duda…

En la observación, parece haber un patrón natural y un sistema incorporado en nuestro universo, y deberíamos tener confianza y fe en la bondad de Dios, que ha puesto todo en su sitio para que el hombre progrese. Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Qué herramientas de valores debemos encontrar y usar? ¿Cómo las disponemos y usamos? ¿Qué deberíamos crear con ellas? Hay muchas preguntas a todos los desafíos a los que nos enfrentamos. Nuestra vida personal nos muestra, en algún momento, que necesitaremos la ayuda de Dios para transferir nuestra personalidad (la sede de la identidad) de lo material a lo espiritual si vamos a convertirnos en realidad en hijos e hijas de Dios. Como somos materiales y Dios es espiritual, dependeremos para nuestra espiritualidad de nuestra relación con Dios. Debemos reconocer que es imposible que nos volvamos eternos nosotros solos. Desde nuestro lado de la valla, necesitaremos orientación para motivarnos. A través del reconocimiento de la verdad, podemos elegir que se desencadene el deseo de realinear nuestros valores de posición respecto a la verdad cada vez más intensa de las relaciones de nuestra realidad en evolución con las cosas, los significados y los valores. Así es como podemos trabajar nuestro yo y hacerlo crecer en el ADN espiritual (“haciéndonos partícipes de la naturaleza divina”).

Antes de seguir intentando profundizar en los elementos de la realidad y en sus valores de posición, echemos un vistazo a nuestro lugar en el universo y a las enormes diferencias entre Dios y nosotros; el contexto de realidad de la creación de mortales experienciales y de Dios, que es existencial.

Para empezar, Dios, nuestro Padre espiritual, no fue creado nunca. Dios nunca tuvo un principio. Dios y el Paraíso son absolutos e infinitos; perfectos según todos los atributos concebibles ahora y en la eternidad. Dios es la personalidad absoluta perfectamente unificada; Dios es la persona infinita de la bondad del amor; Dios es amor. Por el contrario, nosotros comenzamos como potenciales vehículos de vida finitos, pequeños y vacíos. Para nosotros, todo (incluso nosotros mismos) tuvo un principio en nuestro universo del espacio y el tiempo. Como somos nuevos e incompletos y tenemos libre albedrío, somos potencialmente malos, potencialmente buenos y una mezcla inacabada de ambos. Evolucionamos, estamos diseñados y creados para descubrir, discernir, elegir y crecer, y aprender de nuestros errores. Nos llenamos de experiencias finitas crecientes de cosas, significados y valores. ¡Qué pequeñas criaturas luchadoras con libre albedrío que somos! Y es por esta misma razón que el Padre nos da un núcleo espiritual de sí mismo para que more en nuestro corazón y nos otorga personalmente nuestra personalidad única. El espíritu que mora en nosotros es un progenitor espiritual amoroso de nuestra alma; ha cruzado la enorme brecha que hay entre lo existencial y lo experiencial y está siempre dispuesto a guiar el crecimiento de nuestro verdadero yo en evolución: nuestra alma. En ayuda del Padre está el ministerio espiritual del Hijo Eterno, que se ha comprometido a ayudarnos a reconocer su verdadera naturaleza y personalidad amorosa y la del Padre mediante las vidas de otorgamiento de los Hijos Creadores y a través del derramamiento del Espíritu de la Verdad en nuestro corazón.

Esto se hace así para que podamos tener una oportunidad más clara de comprender y sentir lo que es verdadero, bello y bueno dentro de nuestro mundo finito de experiencia con las cosas, los significados y los valores. Entonces, mediante la cooperación con el Padre Universal y el Hijo Eterno, el Espíritu Infinito administra y sostiene el escenario de realidad sobre el que todos existimos y actuamos. El Espíritu Infinito alimenta la vida y nos ministra con comprensión y misericordia a través de una vasta hueste de ayudantes angélicos. Todo esto nos hace ser parte de la familia creciente de Dios, los hijos de Dios en el tiempo.

¡Dios se preocupa enormemente por nosotros! Dios desea hacernos a su imagen; compartirse y entregarse; ha creado el milagro del universo experiencial con este fin.

Pero nuestra existencia y crecimiento continuos no deberían depender únicamente de los actos de Dios y de todos nuestros ayudantes invisibles. Pues como todo buen padre que aconseja a sus hijos en crecimiento, Dios nos urge a intentar hacer buena nuestra vida, no apoyarnos solamente en los demás para todas nuestras necesidades; intentar contribuir con algo de valor y crecer siempre en gracia. Las leyes de causa y efecto y de la evolución trabajan para promover la autodeterminación.

…El hombre crece conscientemente desde lo material hacia lo espiritual mediante la fuerza, el poder y la perseverancia de sus propias decisiones; también crece a medida que su Ajustador del Pensamiento desarrolla nuevas técnicas para descender desde los niveles espirituales hasta los niveles morontiales del alma; y una vez que el alma ha nacido, empieza a crecer en sí misma y por sí misma. (p.1282.1)

Profundicemos un poco más al explorar esta gran revelación: Hagamos a las criaturas mortales a nuestra imagen. ¿Cómo nos hace Dios a su imagen? ¿Con qué métodos lo consigue? ¿Cómo nos hace reales a los ojos del universo?

Muy bien, se nos ha dicho que “hay tres elementos de la realidad en el universo”: cosas, significados y valores. Así que nos parece lógico que la ciencia deba buscar la verdad en los hechos físicos (en las cosas); es razonable que la filosofía deba buscar la verdad en los significados (nuestras ideas) y que nuestra fe religiosa desee encontrar y abrazar la bondad en el valor de estas relaciones. Cuando intentamos unificar estos tres aspectos en evolución de la realidad, formamos nuestra comprensión del universo finito de lo que entendemos que es real (la realidad). Estas son las semillas que germinan en el suelo de nuestro marco experiencial en evolución, en nuestra arena de elección en crecimiento; debemos utilizarlas cuando tomamos decisiones. La prueba ácida de la verdad, la belleza y la bondad para cada uno de estos tres aspectos en evolución y en marcha de descubrimientos principales es que los elementos de la realidad no deberían contradecirse o entrar en conflicto entre ellos. Nuestra mente debe unir los puntos. No deberían funcionar como uno solo. Ahora, nuestro gran desafío a lo largo del tiempo será transformar nuestro sistema material de acción y pensamiento hacia un sistema de valores de pensamiento y acción que tiene un núcleo espiritual con respecto a estas cosas y significados. Así es como “posicionamos nuestros valores”.

Para comprender un poco mejor estos tres elementos de la realidad, simplifiquemos la manera en que empezamos a usarlos y evaluarlos (los hechos, las ideas y las relaciones). La humanidad comienza preguntándose observando y descubre un hecho simple. Entonces capta la idea de que puede hacer algo con este hecho. Luego ve las relaciones entre el hecho y la idea y discierne su verdad (y decide si tiene valor), y a continuación realiza una acción. Con la acumulación de hechos construimos nuestras ideas y evaluamos nuestros sistemas de pensamiento. A partir de aquí, podemos comenzar a elegir cómo vamos a posicionar nuestros valores respecto a nuestras experiencias con las cosas, los significados y los valores. A partir de aquí, desarrollamos nuestros patrones de reacción a la vida basados en nuestros deseos, nuestra ética y nuestra moralidad.

¿Qué valor le damos a los hechos, las ideas y su relación? Respecto al aspecto de relación de los elementos de la realidad, aquí es donde entra buscar la voluntad de Dios. Necesitamos colocar nuestra relación con Dios como el valor más alto, donde hacer su voluntad está en lo más alto de nuestro sistema de valores.

El hecho universal de Dios volviéndose hombre ha cambiado para siempre todos los significados y ha alterado todos los valores de la personalidad humana. En el verdadero sentido de la palabra, el amor implica una estima mutua entre personalidades completas, ya sean humanas o divinas, o humanas y divinas. Las partes componentes del yo pueden funcionar de numerosas maneras — pensando, sintiendo, deseando — pero sólo los atributos coordinados de la personalidad completa están enfocados hacia una acción inteligente; y todos estos poderes están asociados con la dotación espiritual de la mente mortal cuando un ser humano ama sincera y desinteresadamente a otro ser, ya sea humano o divino. (p.1228)

Sabemos que nuestra mente es la herramienta más importante que tenemos. Es dentro de la mente que contemplamos nuestras experiencias y tomamos decisiones; posicionamos nuestros valores. Es dentro de este terreno de elección donde percibimos y evaluamos los elementos de la realidad y agudizamos nuestros ojos para realizar un deber y para percibir la moral. Es el mismo suelo del que crece nuestra alma. ¿No es una alegría descubrir la verdad en las cosas, discernir la belleza en los significados y la bondad en los valores? ¡Qué alivio siente nuestra alma cuando miramos atrás y nos damos cuenta de que lo bueno puede venir incluso de situaciones desagradables! ¿No sigue siendo una revelación y un consuelo para nosotros cuando sentimos esta verdad?

La mente del hombre puede alcanzar unos niveles elevados de perspicacia espiritual y las esferas correspondientes de divinidad de valores porque no es enteramente material. Existe un núcleo espiritual en la mente del hombre — el Ajustador de la presencia divina. (p.2094.5) (negrita añadida)

Veamos más a fondo este concepto de valores de posición.

Usamos los elementos básicos de la realidad con nuestros valores de posición para construir un “marco de pensamiento”. Podemos utilizar este marco para crecer y construir algo indestructiblemente real. A continuación, necesitamos encontrar las herramientas de valores para aplicar a estos componentes de la realidad; herramientas tales como la verdad, la belleza y la bondad; la lógica, la razón y la fe; la ciencia, la filosofía y la religión. Para ver con los ojos del espíritu, para destilar de manera espiritual a partir de los elementos de la realidad, nuestra personalidad necesita unificarlos con estos valores que son reales.

La verdad es coherente, la belleza es atractiva y la bondad es estabilizadora. Cuando estos valores de lo que es real se coordinan en la experiencia de la personalidad, el resultado es un elevado tipo de amor condicionado por la sabiduría y capacitado por la lealtad. La verdadera finalidad de toda la educación en el universo consiste en coordinar de la mejor manera a los hijos aislados de los mundos con las realidades más amplias de su experiencia en expansión. La realidad es finita en el nivel humano, y es infinita y eterna en los niveles superiores y divinos. (p.43.5) (negrita añadida) 

Respecto a los elementos de la realidad, ¿por qué es tan importante el orden y los sistemas en los que posicionamos nuestros valores? Porque donde posicionamos nuestros valores determina lo que hacemos con la realidad. Nuestros valores de posición pueden incluso determinar cómo percibimos la realidad. Miremos más detenidamente los valores de posición que hay a nuestro lado de la valla del universo.

… La salud, la cordura y la felicidad son integraciones de la verdad, la belleza y la bondad tal como se encuentran combinadas en la experiencia humana. Estos niveles de vida eficaz llegan a conseguirse mediante la unificación de los sistemas energéticos, los sistemas de las ideas y los sistemas del espíritu. (p.43.4) (negrita añadida) 

Nuestra alma anhela identificarse con lo que es eternamente real. La felicidad más grande está indisolublemente enlazada con el progreso espiritual. (p.1098.0). Al estar motivados, al tener el deseo de comprender la verdad que hay en las cosas, para comprender la belleza de los significados y para tener el anhelo de percibir y abrazar la bondad que hay en los valores, comenzamos a usar los ingredientes dadores de vida de la experiencia de la manera adecuada, de modo que podemos comenzar a crecer hacia lo espiritual aplicando estas herramientas de valores a los elementos de la realidad. Para sobrevivir a la muerte, sabemos que la sede de la identidad de la personalidad debe volverse espiritual. Aunque debemos trabajar y vivir en el mundo material, el objetivo y la meta de nuestra personalidad son espirituales. Nuestra guía de usuario perfecto del valor de posición es Jesús, por la manera en que construyó y vivió su vida.

Una de las cosas más importantes de la vida humana consiste en averiguar lo que Jesús creía, en descubrir sus ideales, y en esforzarse por alcanzar el elevado objetivo de su vida. De todos los conocimientos humanos, el que posee mayor valor es el de conocer la vida religiosa de Jesús y la manera en que la vivió. (p.2090.4)

En el marco de realidad creciente de nuestra mente que vivimos día tras día, necesitamos poner en perspectiva práctica nuestros valores de posición. Lo que nos esforzamos por conseguir en nuestra vida es realidad funcional unificada personal, y la realidad funcional solo sucede mediante la unidad de los tres elementos de la realidad. Estamos sustentados por estos ingredientes de la realidad cuando los vivimos.

… Pero la mente nunca podrá conseguir esta unificación de la diversidad de la realidad, a menos que dicha mente sea firmemente consciente de las cosas materiales, los significados intelectuales y los valores espirituales; sólo existe unidad en la armonía de la trinidad de la realidad funcional, y la satisfacción que proporciona a la personalidad la comprensión de la constancia y de la coherencia cósmicas sólo se hallan en la unidad. (p.1120.2) (negrita añadida) 

La certidumbre física consiste en la lógica de la ciencia; la certidumbre moral, en la sabiduría de la filosofía; la certidumbre espiritual, en la verdad de la experiencia religiosa auténtica. (p.2094.4)

Veamos las influencias que afectan a nuestros patrones de reacción ante las situaciones de la vida, porque nuestra comprensión de los elementos de la realidad, junto con nuestros sistemas de valores de posición, afecta a nuestros patrones de reacción ante la vida. A largo plazo, esto determinará el grado en el que nuestro sistema de pensamiento se unificará; estable o perturbado. Lo que no queremos es un marco inestable.

Comparemos la totalidad de la realidad con un taburete de tres patas. Cada pata representa uno de los tres elementos de la realidad, esto es, cosas, significados y valores. En el asiento del taburete está la personalidad, con su libre albedrío que trabaja a través del terreno de elección de nuestra mente. Si una pata es más corta que las otras, el taburete no se mantendrá muy bien. Si falta una pata, se caerá. Si tenemos un sistema equilibrado de pensamiento, con un conjunto correcto de valores de posición, las partes están dispuestas de manera que evitarán una confusión prologada, comportamientos emocionales irracionales y reacciones fanáticas o irreflexivamente egoístas. Podemos tener autocontrol porque somos más sensibles al carácter real de la realidad. Podemos evitar las experiencias interminables de cometer los mismos errores una y otra vez. Podemos evitar los extremos de las reacciones infantiles del materialista ateo y la estupidez banal de un fanático religioso. En el mundo en que vivimos, podemos eliminar un montón de ideas erróneas sobre la razón de la existencia del universo, nuestras reacciones ante él y nuestras relaciones y responsabilidades ante la vida y los demás. Con un buen sistema, podemos mantener los pies en el suelo y crecer con donaire.

En el cosmos no se producen accidentes ciegos e imprevistos. Y los seres celestiales tampoco ayudan a un ser inferior que se niega a actuar según las luces que posee sobre la verdad. (p.556.9)

El misterio y el desafío del universo es que procedemos de manera natural de abajo arriba, no de arriba abajo.

La conciencia humana pasa de los hechos a los significados, y luego a los valores. La conciencia del Creador parte del valor que aparece en el pensamiento, pasa por el significado que se manifiesta en la palabra, y llega al hecho de la acción. (p1299.3)

El hecho de que la conciencia humana pasa de los hechos y los significados, y luego a los valores no es algo malo; está diseñado de esa manera. Sin los hechos y las ideas, ¿cómo podemos percibir siquiera los valores, y mucho menos tomar una decisión moral? Mientras no ignoremos las responsabilidades del vivir en la realidad, está diseñada para proporcionar buen suelo para el crecimiento del alma. Pero tenemos una tendencia natural a preocuparnos más por las cosas; nos preocupa lo que los demás piensan de nosotros, nos centramos en nuestros deseos y anhelos personales, de modo que tenemos una tendencia natural a colocar nuestros valores de posición en los lugares equivocados. Al hacerlo, damos demasiado valor a las cosas y a los placeres inmediatos del yo, que tienden a doblegar el universo a nuestra voluntad y deforman nuestra percepción de la realidad. Al hacerlo, podemos elegir ignorar los hechos y volvernos insensatos porque podemos decidir que se necesita demasiado esfuerzo para abrazar una verdad. Podemos ver claramente los crudos hechos de una situación y adoptar con orgullo una postura moral basada en esos hechos, pero estar equivocados en cuanto a la verdad de la situación. Podemos adscribir un significado equivocado a muchos valores y acabar convirtiéndose en un estorbo. Podemos haber acumulado una abundancia de hechos y conocimientos y volvernos muy cosmopolitas, sensatos y poderosos, aunque podemos volvernos despiadados, despreciar la valía de otros y no sentir amor por la bondad de los valores. Nuestros valores pueden ser una letanía de “las cualidades egoístas del amor” enmascaradas como bondad. Lo que nos parecen placeres puede ser repugnante para Dios. Nuestro significado de la vida puede acabar siendo espiritualmente insignificante. Nuestra vida puede convertirse en algo irritante para los demás. En el peor de los casos, podemos adoptar un conjunto erróneo de valores de posición y no lograr espiritualizar nuestra personalidad.

La fe de Jesús visualizaba que todos los valores espirituales se encontraban en el reino de Dios; por eso decía: «Buscad primero el reino de los cielos» (p.2088.3) (negrita añadida)

 “Buscad primero el reino de Dios y su rectitud, y cuando los hayáis encontrado, todas las demás cosas esenciales para la supervivencia eterna estarán aseguradas por añadidura. Ahora quisiera dejar claro para vosotros que este reino de mi Padre no vendrá con una exhibición exterior de poder ni con una demostración indecorosa. No debéis salir de aquí para proclamar el reino diciendo: ‘está aquí` o ‘está allí`, porque este reino que predicaréis es Dios dentro de vosotros.” (p.1569.2)

“Buscad primero el reino de Dios, y cuando hayáis encontrado la entrada, todas las cosas necesarias las recibiréis por añadidura. Por eso, no os preocupéis indebidamente por el mañana. A cada día le basta su propio afán.”(p.1578.0)

Los mortales de Urantia difícilmente pueden esperar ser perfectos en el sentido infinito, pero a los seres humanos les es enteramente posible, poniéndose en camino como lo hacen en este planeta, alcanzar la meta celestial y divina que el Dios infinito ha fijado para el hombre mortal; y cuando alcancen este destino serán tan completos en su esfera de perfección divina, en todo aquello que se refiere a la autorrealización y a la consecución mental, como Dios mismo lo es en su esfera de infinidad y de eternidad. Una perfección así puede no ser universal en el sentido material, ni ilimitada en comprensión intelectual, ni final en experiencia espiritual, pero es final y completa en todos los aspectos finitos relacionados con la divinidad de la voluntad, la perfección de la motivación de la personalidad, y la conciencia de Dios. Éste es el verdadero significado del mandato divino: «Sed perfectos como yo soy perfecto», que impulsa constantemente al hombre mortal hacia adelante y lo atrae hacia el interior en esa larga y fascinante lucha por alcanzar unos niveles de valores espirituales y unos verdaderos significados universales cada vez más elevados. Esta búsqueda sublime del Dios de los universos es la aventura suprema de los habitantes de todos los mundos del tiempo y del espacio. (p.22.2) (negrita añadida)

¿Cuál es el proceso de volverse espiritual? ¿Qué cosas maravillosas pueden ocurrir cuando combinamos y unificamos los elementos de la realidad con nuestra experiencia de estas cosas, significados y valores? Cuando se ven juntos a través de nuestro sistema de valores de posición, nuestra personalidad los unifica de manera que es más que simplemente la suma de las partes; ¡pueden funcionar como un sistema iluminador y salvador! Por ejemplo:

No solamente en el terreno de la vida, sino también en el mundo de la energía física, la suma de dos o más cosas es muy a menudo algo más que, o algo diferente a, las consecuencias previsibles de la adición de esas uniones. Toda la ciencia de las matemáticas, el ámbito total de la filosofía, la física o la química más avanzadas, no podían predecir ni saber que la unión de dos átomos gaseosos de hidrógeno con un átomo gaseoso de oxígeno daría como resultado una sustancia nueva y cualitativamente sobreañadida — el agua líquida. El conocimiento comprensivo de este solo fenómeno físico-químico debería haber impedido el desarrollo de la filosofía materialista y de la cosmología mecanicista.

El análisis técnico no revela lo que una persona o una cosa pueden hacer. Por ejemplo: el agua se emplea eficazmente para apagar el fuego. Que el agua apaga el fuego es un hecho de la experiencia cotidiana, pero ningún análisis del agua podría haber revelado nunca que posee esta propiedad. El análisis determina que el agua está compuesta de hidrógeno y de oxígeno; un estudio adicional de estos elementos revelaría que el oxígeno es el verdadero soporte de la combustión y que el hidrógeno mismo arde libremente. (p.141. 4 y 5)

A través de la experiencia, cuando combinamos los tres elementos de la realidad obtenemos a menudo una perspicacia maravillosa acerca de algo inesperadamente nuevo y real. Cuando nuestros valores de posición están adecuadamente alineados, desarrollamos un equilibrio en nuestro sistema de pensamiento, mejoramos nuestra calidad de pensamiento y perspicacia y nuestra personalidad unificará los aspectos dignos de la realidad. Podríamos llamarlo “el milagro de la evaluación de la experiencia” o “evolución ilustrada”, “elevación espiritual”. Al observar la realidad desde la perspectiva material y evaluar la realidad desde la perspectiva espiritual, nos da la aptitud de transferir nuestra sede de la identidad hacia la realidad espiritual.

El espíritu es la realidad personal fundamental en los universos, y la personalidad es fundamental para todas las experiencias progresivas con la realidad espiritual. Cada fase de la experiencia de la personalidad en cada nivel sucesivo de progresión universal rebosa de indicios que conducen al descubrimiento de atractivas realidades personales. El verdadero destino del hombre consiste en crear metas nuevas y espirituales, y luego en responder a los atractivos cósmicos de esas metas celestiales que tienen un valor no material. (p.141.2) (negrita añadida)

Para comprender más acerca de este “milagro de la evaluación de la experiencia”, en relación con la yoidad y con nuestros sistemas de pensamiento, el documento titulado “La supervivencia de la personalidad” nos da unas ideas maravillosas acerca de todo esto. He aquí solo algunas citas:

Pero el concepto de la personalidad, en el sentido de la totalidad de la criatura que vive y actúa, significa mucho más que la integración de unas relaciones; significa la unificación de todos los factores de la realidad, así como la coordinación de las relaciones. Entre dos objetos existen relaciones, pero tres objetos o más producen un sistema, y este sistema representa mucho más que una relación ampliada o compleja. Esta distinción es fundamental, porque en un sistema cósmico los miembros individuales no están conectados entre sí salvo en relación con el todo, y gracias a la individualidad de ese todo. (p.1227.7) (negrita añadida)

 En el estudio de la individualidad, sería útil recordar:

  1. Que los sistemas físicos están subordinados.
  2. Que los sistemas intelectuales están coordinados.
  3. Que la personalidad está superordenada.
  4. Que la fuerza espiritual interior es potencialmente directiva. (p.1227.10)

 A medida que la mente persigue la realidad hasta su análisis final, la materia desaparece para los sentidos materiales, pero puede seguir siendo real para la mente. Cuando la perspicacia espiritual persigue esta realidad que permanece después de desaparecer la materia, y la persigue hasta su análisis final, esta realidad desaparece para la mente, pero la perspicacia del espíritu puede percibir todavía unas realidades cósmicas y unos valores supremos de naturaleza espiritual. Por consiguiente, la ciencia cede el paso a la filosofía, mientras que la filosofía debe rendirse ante las conclusiones inherentes a la experiencia espiritual auténtica. El pensamiento se rinde ante la sabiduría, y la sabiduría se pierde en una adoración iluminada y reflexiva. (p.1228.6) (negrita añadida) 

En la ciencia, el yo humano observa el mundo material; la filosofía es la observación de esta observación del mundo material; la religión, la verdadera experiencia espiritual, es la comprensión experiencial de la realidad cósmica de la observación de la observación de toda esta síntesis relativa de los elementos energéticos del tiempo y del espacio. (p.1228.7) 

La finalidad de la evolución cósmica consiste en alcanzar la unidad de la personalidad mediante el dominio creciente del espíritu, una reacción volitiva a las enseñanzas y directrices del Ajustador del Pensamiento. La personalidad, tanto humana como superhumana, está caracterizada por una cualidad cósmica inherente que podríamos llamar «la evolución del dominio», la expansión del control sobre sí mismo y sobre el entorno. (p.1229.2) 

… la personalidad mortal, por su propia elección, posee el poder de trasladar la sede de su identidad desde el sistema pasajero intelectual material al sistema superior del alma morontial, el cual, en asociación con el Ajustador del Pensamiento, es creado como nuevo vehículo para la manifestación de la personalidad. (p.1233.0) 

Las citas anteriores son a lo que aspiramos en nuestro crecimiento individual. Con un sistema estable, tenemos la posibilidad de observar la realidad desde una perspectiva material, e intentamos evaluar la realidad desde una perspectiva espiritual. Nos da la aptitud de transferir la sede de nuestra identidad (la personalidad) a lo espiritual. Nos da la aptitud de establecer objetivos sensatos y planear con antelación, de adaptarnos con gracia a las circunstancias cambiantes.

La vida física es un proceso que tiene lugar, no tanto dentro del organismo como entre el organismo y el entorno. Todo proceso de este tipo tiende a crear y a establecer unos modelos de reacción del organismo a ese entorno. Todos estos modelos directivos ejercen una gran influencia en la elección de la meta. (p.1227.4) (negrita añadida)

La cita anterior describe elocuentemente el entorno en el que actúa nuestro libre albedrío. Siempre hay una razón para nuestras reacciones. Aquí es donde decide nuestro libre albedrío: “sí, me parece bien”, “no, no voy a tomarme la molestia, es demasiado duro y no quiero hacerlo”, “dios, eso estuvo bien”, “quiero esforzarme para conseguirlo”, “estoy decidido a actuar así”, “o de esa manera”, “me siento bien, ¿no?”, “está bien, ¿no?”, “lo quiero ahora”, “no es justo”, “no voy a volver a hacerlo”, “trabajaré en ello”, “no voy a tomarme la molestia”, “vale la pena”, “no vale la pena”, etc.

El universo sigue lanzando el desafío: “¿y qué vas a hacer ahora?”. ¡Todo está diseñado para estimular el crecimiento! No es tanto lo que nos sucede como lo que hacemos al respecto.

Nuestro mundo es complejo, pero también simple. Para que nuestro marco de pensamiento nos funcione bien, deberíamos trabajar a través de la complejidad de la vida y organizarla y alinearnos con un conjunto estable y nada complicado de valores de posición. Jesús no estaba solo a la hora de solucionar sus problemas, y nosotros tampoco lo estamos. Necesitamos seguir a nuestro corazón sin dejar nuestra cabeza atrás; cuestionar nuestros motivos, creencias y metas. Para ayudar a este proceso, necesitamos orar por valores, no por cosas. Y lo hacemos “compartiendo la vida interior con Dios”, rezando por seguir la voluntad de Dios en nuestra vida personal. Jesús dijo: “Mi reino no es de este mundo”, lo que significa que su perspectiva es de arriba abajo, no de abajo arriba. Pero él no quería que ignoráramos el marco de realidad del mundo en el que vivimos; quería que lo viéramos y trabajáramos a través de él con los ojos del espíritu.

El hombre mortal posee un núcleo espiritual. La mente es un sistema energético personal que existe alrededor de un núcleo espiritual divino y que funciona en un entorno material. Esta relación viviente entre la mente personal y el espíritu constituye el potencial universal de la personalidad eterna. Los conflictos reales, las decepciones duraderas, los fracasos importantes o la muerte inevitable sólo pueden producirse cuando los conceptos del yo se atreven a reemplazar por completo el poder dominante del núcleo espiritual central, trastornando así el plan cósmico de la identidad de la personalidad. (p.142.1) (negrita añadida)

Nuestro problema y el desafío de Dios es que vamos de abajo arriba, no de arriba abajo.

La conciencia humana pasa de los hechos a los significados, y luego a los valores. La conciencia del Creador parte del valor que aparece en el pensamiento, pasa por el significado que se manifiesta en la palabra, y llega al hecho de la acción. Dios siempre tiene que actuar para romper el punto muerto de la unidad incalificada inherente a la infinidad existencial. La Deidad tiene siempre que proporcionar el universo modelo, las personalidades perfectas, la verdad, la belleza y la bondad originales que todas las creaciones subdivinas se esfuerzan por conseguir. Dios debe siempre encontrar primero al hombre, para que el hombre pueda más tarde encontrar a Dios. Siempre debe haber un Padre Universal antes de que pueda existir una filiación universal y la fraternidad universal resultante. (p.1299.3)

Dios comienza con los valores y trabaja a su manera hacia las cosas. ¿Cómo va cambiando Dios nuestra situación material? Da su espíritu para que more en nuestro interior, establece una tensión en el universo donde se puedan solucionar y arreglar todos estos problemas, y crea un entorno universal donde puedan crecer sus criaturas imperfectas. Nuestra meta es crecer desde nuestro sistema material de pensamiento a su sistema espiritual de pensamiento.

A medida que nuestra personalidad recibe el toque del espíritu, comenzamos a ver, sentir y pensar con los ojos del espíritu. Al renacer (ya sea gradual o repentinamente), alineamos nuestros valores de posición alrededor de nuestro núcleo espiritual; “compartimos la naturaleza divina”. Podemos crecer holísticamente, creamos un sistema de pensamiento que desee estar en armonía con el propósito y la voluntad de Dios. La revelación de este modo de vida está en el corazón mismo de todas las enseñanzas de Jesús. Comenzamos nuestra humilde escalada “del caos a la gloria”.

En respuesta a Ganid, que preguntó a Jesús por qué no se interesó por cierto “pagano irreflexivo”, Jesús dijo:

 “Ganid, este hombre no tenía hambre de la verdad. No estaba descontento de sí mismo. No estaba preparado para pedir ayuda, y los ojos de su mente no estaban abiertos para recibir la luz destinada al alma. Este hombre no estaba maduro para la cosecha de la salvación. Hay que concederle más tiempo para que las pruebas y las dificultades de la vida lo preparen para recibir la sabiduría y el conocimiento superior. O bien, si pudiera venir a vivir con nosotros, podríamos mostrarle al Padre que está en los cielos con nuestra manera de vivir; nuestras vidas, como hijos de Dios, podrían atraerlo hasta el punto de que se vería obligado a preguntar sobre nuestro Padre. No se puede revelar a Dios a los que no lo buscan; no se puede conducir a las alegrías de la salvación a un alma que no lo desea. Es preciso que el hombre tenga hambre de la verdad como resultado de las experiencias de la vida, o que desee conocer a Dios como consecuencia del contacto con la vida de aquellos que conocen al Padre divin …” (p.1466.2) (negrita añadida) 

La humanidad está haciéndose en gran parte; la vida es un proceso de mejora de la manera en que evaluamos nuestras experiencias. Dios es amor, pero el amor no es Dios. Es través del corazón que sentimos a menudo los valores. Hemos aprendido que vivir es divino, pero también hemos aprendido que la hermandad irreflexiva lleva al desastre, a las decepciones y a la tristeza. Pero es a través de la experiencia y de la mente que comenzamos a comprender un mayor significado de los verdaderos valores en su relación con las cosas; es a través de nuestras elecciones que intentamos vivirlos; es a través de la evaluación de nuestras experiencias que crecemos en sabiduría hacia la bondad. Son nuestras ideas de juventud que crecen hacia la madurez.

Al seguir el curso natural de la vida, las cosas a menudo duelen y pueden desanimarnos, pero así es como comenzamos a crecer. “Era inocente, pero confieso en voz baja que estaba equivocado”. Como niños pequeños, comenzamos desprovistos de experiencia, sabiduría y perspicacia espiritual.

…El universo de vuestro origen se está forjando entre el yunque de la justicia y el martillo del sufrimiento; pero aquellos que manejan el martillo son los hijos de la misericordia, la progenitura espiritual del Espíritu Infinito. (p.100.2)

Debido a nuestra naturaleza imperfecta y nuestro origen animal, cuando nos entregamos a nuestros propios hábitos y estrategias podemos desarrollar de manera natural elementos egoístas del amor. Uno de los principales trabajos de la realidad, junto con el espíritu de Dios que está dentro de nosotros, es el de ayudarnos, darnos la oportunidad de eliminar estos elementos egoístas del amor. El universo entero está orientado a ayudarnos. La evolución hacia lo espiritual surge de un análisis unificado y combinado de realidad experiencial hecho por nuestra personalidad.

La espiritualidad indica inmediatamente vuestra proximidad a Dios y la medida de vuestra utilidad para vuestros semejantes. La espiritualidad realza la aptitud para descubrir la belleza en las cosas, para reconocer la verdad en los significados y para descubrir la bondad en los valores. El desarrollo espiritual está determinado por la capacidad para llevarlo a cabo y es directamente proporcional a la eliminación de los elementos egoístas del amor. (p.1096.1) (negrita añadida)

A medida que la humanidad se desarrolla y crece, descubre que, en la evolución de la vida, acabamos por volvernos autodeterminantes, de manera similar a la maravillosa adaptación y cooperación de las plantas que florecen y a su interacción con una hueste de insectos, y a las adaptaciones de la vida en las islas Galápagos. Echemos un vistazo a unas citas que tratan sobre cómo crece el Ser Supremo; el autor de estos documentos establece muchas analogías entre nuestro crecimiento y el del Supremo.

El hombre mortal, como es una criatura, no es exactamente semejante al Ser Supremo, que es una deidad, pero la evolución del hombre se parece en algunos aspectos al crecimiento del Supremo. (p.1282.1) 

Pero la evolución de Dios Supremo presenta además otro aspecto: no sólo evoluciona gracias a los Creadores y se deriva de la Trinidad, sino que también evoluciona por sí mismo y se deriva de sí mismo. Dios Supremo mismo participa de manera volitiva y creativa en la realización de su propia deidad. El alma morontial humana es igualmente una asociada volitiva y cocreativa de su propia inmortalización. (p.128.2) 

El alma inmortal del hombre desarrolla su propio destino eterno asociándose con la presencia divina del Padre Paradisiaco y de acuerdo con las decisiones que la mente humana lleva a cabo como personalidad. La Trinidad significa para Dios Supremo lo mismo que el Ajustador para el hombre en evolución. (p.1282.5) (negrita añadida)

…El hombre mortal está hecho a imagen de Dios de una forma más que figurada. Desde un punto de vista físico, esta afirmación no es del todo cierta, pero en lo que se refiere a ciertas potencialidades universales, es un hecho real. En la raza humana se está desarrollando una parte del mismo drama de consecución evolutiva que está teniendo lugar, en una escala enormemente más grande, en el universo de universos. El hombre, una personalidad volitiva, se vuelve creativo en unión con un Ajustador, una entidad impersonal, en presencia de las potencialidades finitas del Supremo, y el resultado es el florecimiento de un alma inmortal. (p.1281.7) (negrita añadida)

Todos somos algo único y creativo que contribuye a la verdad, la belleza y la bondad de la realidad finita. Al renacer, al desenmarañar y realinear nuestros valores de posición en nuestro sistema del ser, podemos contribuir al viaje de la vida, disfrutar de él y experimentar la satisfacción de esta aventura suprema.

Los valores paradisíacos de eternidad e infinidad, de verdad, belleza y bondad, están escondidos dentro de los hechos de los fenómenos de los universos del tiempo y del espacio. Pero es necesario el ojo de la fe de un mortal nacido del espíritu para detectar y discernir estos valores espirituales. (p.2078.7) (negrita añadida) 

A medida que experimentamos la vida, nuestra mente se convierte en nuestro diario personal. Todos utilizamos la misma mente suministrada por la Ministra Divina (nuestro sistema operativo). Pero nuestro hardware es único y diferente. En el lado físico de la vida, tenemos nuestro cerebro y sus capacidades de procesamiento; esta parte de nosotros surge de nuestra herencia genética y, cuando se descomprime en el nacimiento, este paquete viene con todas sus tendencias innatas; naturaleza y rasgos del carácter; nuestros patrones de reacción animal, bastante únicos en y por sí mismos. A partir de nuestro punto de salida de la carrera en el universo, todo este paquete de ADN nos hace lo que somos. Todos somos diferentes. Comenzamos nuestro viaje de la vida desde este paquete; de abajo arriba en nuestro proceso evolutivo de volvernos espirituales. A medida que empezamos a crecer y madurar, comenzamos a conocernos, nos volvemos conscientes de estar conscientes, ahora tenemos la aptitud de elegir, de dirigir y controlarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno, más que al revés.

Nuestra mente se usa para pensar de manera reflexiva. Afortunadamente para nosotros, el Espíritu Infinito nos ha dado una mente que tiene intuición y dotaciones innatas para escudriñar cosas, significados y valores. Nuestra mente necesita trabajar para liberarse de la ignorancia, la inmadurez y el engaño. El propósito de nuestra mente es reconocer y unificar los elementos de la realidad. Debemos recordar que estamos contribuyendo a hacer crecer algo aquí en el terreno de nuestra mente; estamos creciendo nosotros mismos (nuestra alma). Tenemos todos los ingredientes para crecer, pero es más que un simple ¡bum! Es un proceso de reconocimiento progresivo de cosas, significados y valores y su unificación funcional creciente en un sistema espiritual de sentimientos, pensamientos y acciones realizados por nuestra personalidad. A través del reconocimiento de la verdad, podemos intentar con buen ánimo reaccionar a la guía del espíritu.

La mente es vuestro buque, el Ajustador es vuestro piloto, la voluntad humana es el capitán. (p.1217.4)

En nuestros esfuerzos mentales de pensamiento reflexivo, nuestras decisiones cultivan el terreno para que crezca el alma discerniendo, evaluando e integrando los aspectos valiosos de la experiencia; cultivan un rico suelo de moralidad y virtud genuinas. Si tenemos la fe de un niño en la bondad de Dios, los esfuerzos de Dios se podrían asemejar a la calidez del sol en nuestra alma por su elevación espiritual. Esto queda bellamente ilustrado en una de las historias de Jesús:

Fue durante este mismo sermón cuando Jesús utilizó la primera y única parábola relacionada con su propio oficio — la carpintería. En el transcurso de su recomendación sobre «construir bien los cimientos para el crecimiento de un carácter noble impregnado de dones espirituales», dijo: «Para producir los frutos del espíritu, tenéis que haber nacido del espíritu. El espíritu es el que debe enseñaros y conduciros si queréis vivir una vida de plenitud espiritual entre vuestros semejantes. Pero no cometáis el error del carpintero necio que derrocha un tiempo precioso cuadrando, midiendo y cepillando una madera de construcción carcomida por los gusanos y podrida en su interior, para después de haber consagrado todo su esfuerzo a esa viga podrida, tiene que rechazarla porque es inadecuada para formar parte de los cimientos del edificio que quería construir, y que deberán resistir los ataques del tiempo y de las tempestades. Que todo hombre se asegure de que los cimientos intelectuales y morales de su carácter tengan tal solidez que sostengan adecuadamente la superestructura de su naturaleza espiritual que aumenta y se ennoblece, la cual transformará así la mente mortal para después, en asociación con esa mente recreada, conseguir desarrollar el alma cuyo destino es inmortal. Vuestra naturaleza espiritual — el alma creada conjuntamente — es un producto viviente, pero la mente y la moral del individuo son el terreno del que deben brotar esas manifestaciones superiores del desarrollo humano y del destino divino. El suelo del alma evolutiva es humano y material, pero el destino de esta criatura compuesta de mente y de espíritu es espiritual y divino.». (p.1738.1)

Cuando consideramos la realidad con honradez, descubrimos que trabaja para nosotros, no contra nosotros. El universo es amistoso; está engranado para incitarnos a crecer. Sin hechos ni ideas, ¿cómo podemos siquiera comenzar a percibir valores, y mucho menos tomar una decisión moral?

Los débiles se conforman con los propósitos, pero los fuertes actúan. La vida sólo es el trabajo de un día — hacedlo bien. El acto es nuestro; las consecuencias pertenecen a Dios. (p.556.13)

Muchas de nuestras realidades espirituales se descubren a través de nuestras experiencias y relaciones mutuas. Vivimos en beneficio del crecimiento mutuo. Para los que aman a Dios, todas las cosas trabajan finalmente hacia un mayor entendimiento de la verdad, la belleza y la bondad. Para mí, las siguientes citas lo resumen de manera muy bella; ¡ponen la experiencia personal en armonía con la totalidad de la realidad finita en una cáscara espiritual!

Una vez que la razón reconoce lo verdadero y lo falso, da muestras de sabiduría; cuando la sabiduría escoge entre lo verdadero y lo falso, entre la verdad y el error, demuestra la guía del espíritu. Así es como las funciones de la mente, el alma y el espíritu están siempre estrechamente unidas y funcionalmente interasociadas. La razón se ocupa del conocimiento basado en los hechos; la sabiduría se ocupa de la filosofía y la revelación; la fe se ocupa de la experiencia espiritual viviente. El hombre alcanza la belleza a través de la verdad, y por medio del amor espiritual asciende hacia la bondad. (p.1142.1)

En las donaciones de la mente a los universos locales, estas tres perspicacias de la mente cósmica constituyen las suposiciones a priori que hacen posible que el hombre actúe como una personalidad racional y consciente de sí misma en los ámbitos de la ciencia, la filosofía y la religión. Dicho de otra manera, el reconocimiento de la realidad de estas tres manifestaciones del Infinito se lleva a cabo mediante una técnica cósmica de autorrevelación. La energía-materia es reconocida por la lógica matemática de los sentidos; la razón-mente conoce intuitivamente su deber moral; la fe-espíritu (la adoración) es la religión de la realidad de la experiencia espiritual. Estos tres factores básicos del pensamiento reflexivo pueden unificarse y coordinarse en el desarrollo de la personalidad, o pueden volverse desproporcionados y prácticamente inconexos en sus funciones respectivas. Pero cuando están unificados, producen un carácter fuerte que consiste en la correlación de una ciencia basada en los hechos, de una filosofía moral y de una experiencia religiosa auténtica. Estas tres intuiciones cósmicas son las que le dan una validez objetiva, una realidad, a la experiencia humana con las cosas, los significados y los valores, y en ellos. (p.192.6) (negrita añadida) 

La mente domina universalmente a la materia, al igual que es sensible a su vez al supercontrol último del espíritu. Y en el hombre mortal, sólo la mente que se somete libremente a la dirección del espíritu puede esperar sobrevivir a la existencia mortal espacio-temporal como un hijo inmortal del mundo espiritual eterno del Supremo, del Último y del Absoluto: del Infinito. (p.484.3)

Las personas leales son personas que crecen, y el crecimiento es una realidad que impresiona e inspira… (p.1094.6)

Se ha dicho con razón de la raza humana: «Sois de Dios» porque «aquel que vive en el amor vive en Dios y Dios en él». (p.45.3) 

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Lectura adicional recomendada: Documento 16 (Los siete Espíritus Maestros), de la sección 6 a la 9.  (p. 191-196)