El gigante Orvontón

Como estudiantes de los documentos Urantia, ¿deberíamos tomarnos en serio «la Isla del Paraíso”? ¿Y la «potencia espacial» y los «organizadores de la fuerza”? Si podemos aceptar tales cosas, parece razonable dar un paso más y tomarnos en serio su descripción del ultimatón, “la primera forma mensurable de energía”. (42:1.2)

Dado todo esto, nos encontramos cara a cara con un reto fascinante: cómo conectar los ultimatones con la física y las tecnologías actuales que permiten que funcionen los teléfonos móviles y los satélites GPS. Como sabemos, los chips que hay dentro de nuestros teléfonos explotan algún tipo de «mecánica cuántica», mientras que el sistema de navegación por satélite requiere el tipo de relatividad «ligeramente vislumbrada» (195:7.5) por Einstein.

Desgraciadamente, nuestras mejores ideas actuales para explicar cómo funciona todo esto (nuestros «modelos estándares» de la teoría del campo cuántico y de la relatividad) son incompatibles entre sí. ¿Pero y si El libro de Urantia pudiera mostrar a estas dos teorías cómo «jugar juntas»? Esta es la cuestión que exploro en la primera mitad de un próximo vídeo. En la segunda mitad, considero alguna de las implicaciones de lo que revela El libro de Urantia, primero respecto a los agujeros negros, y a continuación respecto a la Vía Láctea. Las siguientes páginas dan una breve introducción.

Puesto que la Vía Láctea es más divertida de tratar que la materia colapsada, comencemos con un atisbo de la nueva perspectiva que ofrece El libro de Urantia sobre la Vía Láctea. Por supuesto, la primera pregunta debe ser: ¿cómo encajan las descripciones de El libro de Urantia con los datos que pueden medir nuestros astrónomos?

Con respecto a las distancias, el párrafo 12:4.14 nos avisa de que nuestro uso del desplazamiento hacia el rojo para estimar distancias en el espacio exterior nos llevará a estimaciones extremadamente erróneas.

Por otro lado, en 41:3.10 confirman que nuestro conjunto de técnicas astrométricas nos permiten medir distancias locales «con mayor precisión». Animado por este comentario, en esta primera imagen muestro algunas de las características locales que hemos podido medir, junto con esa sorprendente distancia de “200.000 años-luz” a Uversa. (32:2.11)

Con este “mapa” en mente (vista extrapolada desde arriba), echemos un vistazo al párrafo 15:3.5 con una nueva mirada:

El centro de rotación de vuestro sector menor está situado muy lejos en la enorme y densa nube estelar de Sagitario, alrededor de la cual se desplazan vuestro universo local y sus creaciones asociadas, y a los lados opuestos del inmenso sistema subgaláctico de Sagitario podéis observar dos grandes corrientes de nubes de estrellas que surgen como prodigiosas espirales estelares. [Documento 15:3.5, página 168.1]

Vean que se distingue entre la «densa nube estelar de Sagitario”  y el «inmenso sistema subgaláctico de Sagitario”. La primera mitad de este párrafo se refiere al centro de rotación de nuestro sector menor, Ensa. Esta «enorme y densa nube estelar de Sagitario» es M24, a unos 11.000 años-luz de distancia. Pero el resto del párrafo parece referirse al centro de rotación de nuestro sector mayor, Splandon. Estas «dos grandes corrientes de nubes de estrellas» pueden verse «que surgen como prodigiosas espirales estelares» desde los lados opuestos de Sagitario A* (SgrA*), que los astrónomos han podido determinar («con mayor precisión») que está a 26.000 años-luz de distancia. Vean que también Ensa está asociado con una densa nube estelar, mientras que el «inmenso sistema subgaláctico de Sagitario» está asociado con una corriente de dichas nubes de estrellas.

Bajo esta luz, la distancia de «200.000 años-luz» a Uversa se vuelve interesante. Si dejamos que SgrA* marque el centro de Splandon, los reveladores han revelado que Uversa está 174.000 años-luz más allá de Umayor la Quinta.

Consideremos a continuación 15:3.4 y 15:4.9:

Si pudierais observar el superuniverso de Orvonton desde una posición muy alejada en el espacio, reconoceríais inmediatamente los diez sectores mayores de la séptima galaxia. [Documento 15:3.4, página 167.20]

Las inmensas nubes de estrellas de Orvonton [¿sectores mayores?] deberían ser consideradas como agregados individuales de materia, comparables a las distintas nebulosas observables en las regiones espaciales exteriores a la galaxia de la Vía Láctea. [Documento 15:4.9, página 170.3]

¿Cómo sería esta distribución vista desde arriba? Si fuéramos Organizadores de la Fuerza mirando hacia abajo a Orvontón (desde arriba), ¿qué veríamos? Puesto que cada sector mayor tiene su propio centro de rotación (15:3.12) y los diez orbitan alrededor de Uversa (15:3.13), imagino que veríamos algo parecido a diez espirales de gravita electromagnéticamente brillantes, incrustadas en diez torbellinos de ultimata electromagnéticamente oscuros:

El sector de Sagitario y todos los otros sectores y divisiones de Orvonton dan vueltas alrededor de Uversa, y una parte de la confusión de los observadores de estrellas urantianos proviene de las ilusiones y de las distorsiones relativas producidas por los múltiples movimientos rotatorios siguientes… [Documento 15:3.7, página 168.3]

5. La rotación de los cien sectores menores, incluyendo a Sagitario, alrededor de su sector mayor. [Documento 15:3.12, página 168.8]

6. El torbellino de los diez sectores mayores, las llamadas corrientes de estrellas, alrededor de la sede de Orvonton situada en Uversa. [Documento 15:3.13, página 168.9]

Supongo que también encontraríamos que los diez sectores mayores son «coplanares», esto es, que están en el mismo plano. Especulemos sobre la distribución de los sectores mayores dentro de ese «plano superuniversal».

Recordemos que estos diez sectores están dispuestos de manera que la «longitud» de Orvonton es «mucho mayor que la anchura» (15:3.2). Pensemos en lo que esto implica: puesto que hay 250.000 años-luz desde las afueras (cerca de Nebadon) hasta Uversa, y puesto que Uversa está localizado en el centro, ¿deberíamos suponer que Orvonton se extiende (más o menos) una distancia similar en el lado opuesto? Si es así, esto implica una «longitud» de Orvonton del orden de 400.000 a 500.000 años-luz.

Pero revelan que esta longitud es mucho mayor que la anchura de Orvonton. Desde lo que podemos ver, dada nuestra ubicación en el espacio, los astrónomos nativos estiman la anchura de este sistema de unos 100.000 años-luz. A pesar de que nuestra visión de las cosas está enormemente obstaculizada, podemos concluir no obstante que Orvonton debe tener una forma claramente alargada, extrudida por los efectos de atracción de la gravedad paradisíaca (que actúa durante más de un billón de años) hacia el centro de todas las cosas.

Pero aquí está la sorpresa: también afirman que la anchura de esta distribución es «mucho más grande que el espesor«. Nuestros astrónomos estiman que cerca del 80% de las estrellas de nuestro sector de Orvonton están dentro de un disco de menos de 1.000 años-luz de espesor. No sorprende que los astrónomos llamen a esta distribución el disco delgado. El llamado disco grueso tiene menos de 5.000 años-luz de espesor.

Aquí merece la pena hacer una pausa para considerar estas tres cifras: longitud, 500.000 años-luz; anchura, 100.000 años-luz; espesor, 5.000 años-luz. Los autores parecen estar describiendo Orvonton como una tortita enormemente alargada y extraordinariamente plana. ¿Cómo de plana es esta tortita? Con una proporción longitud/espesor de 100 a 1, esta tortita tiene el mismo espesor relativo que un DVD de 10 cm. de longitud y 1 mm. de espesor.

Para ayudar a que estas cifras tengan sentido, he aquí los «200.000 años-luz» en contexto:

Si tenemos todo esto en cuenta, junto con la afirmación del documento 32, sección 2, «Nebadon se halla ahora muy afuera hacia el borde de Orvonton», tenemos algo como esto:

Pero en el documento 15, sección 3, explican también que los universos locales de Orvonton están arracimados (ubicados muy juntos) en el lado lejano de Orvonton:

Los universos locales están más próximos los unos de los otros a medida que se acercan a Havona; los circuitos son más numerosos y se superponen cada vez más, capa tras capa. Pero a mayor distancia del centro eterno hay cada vez menos sistemas, capas, circuitos y universos. [Documento 15:3.16, página 168.12]

Dado lo que los autores eligieron revelar, parece que la llamada «nebulosa formadora de soles» centrada en Sagitario A* (SgrA*) y que gira alrededor de él debe ser mucho más que un universo local pero algo menos que un superuniverso, lo que implica que esta enorme espiral podría formar en realidad el grueso de un solo sector mayor (Splandon), y que los otros nueve sectores mayores tienden a contraerse y agruparse del lado de Havona.

¿Qué podría causar dicho agrupamiento? Recordemos que (en este plan de El libro de Urantia) el sistema del superuniverso de sectores mayores que dan vueltas (a) flota en un remanso de ultimata, que está (b) orbitando el Paraíso en un cinturón de segregata, que está (c) fluyendo a lo largo de su «camino espacial curvo de menor resistencia al movimiento» y (d) no demasiado lejos a la derecha (en la imagen de arriba) está la fuente y centro del control gravitatorio de todo el universo maestro. Y (e) el Paraíso atrae la materia a través de los ultimatones.

Por supuesto, en un universo joven que acaba de pasar por el big-bang, este tipo de distribución no es la que esperarían los astrónomos. Dicho plan implica lo que un estudiante ha llamado una «nueva teoría cosmológica«. Mi enfoque es que El libro de Urantia presenta una nueva teoría cosmológica, y estoy explorando simplemente las implicaciones científicas.

Sin embargo, como estudiante de astronomía, siento que casi debo pedir disculpas por proponer un modelo astronómico tan extravagante. Pero dejen que me explique. Esta aventura comenzó cuando advertí que los reveladores habían planteado una pregunta interesante: «¿Cuál es la relación entre la gravita y el remanso de ultimata dentro del que se forma la gravita?» Exploremos esta línea de pensamiento.

En la historia que está en El libro de Urantia, antes de que tengamos hidrógeno primero y soles después, necesitamos una reserva de ultimatones. Son estos ultimatones los que los «directores del poder» pueden disponer en el tipo de materia que interactúa con la luz. Así que, antes de que podamos tener este «tipo de materia que interactúa con la luz», necesitamos los ultimatones. Para los estudiantes de El libro de Urantia, parece un punto de partida razonable.

En las cuatro partes del próximo vídeo (1. Base, 2. Masa y materia, 3. Islas oscuras, 4. Vía Láctea), intento trazar lo que El libro de Urantia revela sobre los orígenes y las interacciones de la ultimata («energías emergente» 42:2.10), la manera en que estos elementos ultimatónicos de apoyo pueden determinar la dinámica gravitatoria que actúa dentro de Orvonton y en él, y lo que nuestros astrónomos pueden esperar medir. Las partes cruciales son (1) los ultimatones tienen masa; (2) al ser preelectrónicos, los ultimatones no interactúan con la luz electromagnética; y (3) al estar íntimamente conectados con la causa de la hipercarga débil (la «nada»), los agrupamientos de ultimatones interactúan poderosamente con el famoso campo tipo Higgs («carga-fuerza primordial»). Cualquiera que esté al tanto de la física de partículas o de la astronomía se sorprenderá de la manera tan prolija en que la ultimata resuelve los dos problemas principales de nuestros modelos estándar: (1) la masa invisible y (2) la energía de los campos cuantizados.

Respecto al origen de los ultimatones, hagamos una pausa para considerar la manera en que los Organizadores de la Fuerza Maestros Asociados inyectan momento angular en las bases de la física finita: en una región de la potencia espacial, la presencia (eventuada) de algún organizador primario de la fuerza (Paraíso) segrega una isla de «energía pura» (vean segregata, 42:2.9). Cuando un organizador de la fuerza asociado aparece, su presencia trascendental impone algún tipo de torsión de rotación en esta isla, que comienza a girar.

Imaginemos la situación: tenemos una isla de segregata dentro de la cual se condensa un halo de «energías emergentes» (vean ultimata, 42:2.13). Este halo enorme de ultimata está encerrado y gira en un centro rotatorio irresistible. En esta imagen todavía no hay ninguna fuente de fricción, de modo que tenemos una cantidad creciente de momento angular que se está generando dentro de un medio superfluido. Como nuestra propia física ha descubierto, el momento angular se dispersa de manera natural en un superfluido, pero no puede desaparecer, de modo que el momento angular inyectado por un organizador de la fuerza asociado en este halo de ultimata se disipa en vórtices cada vez más pequeños, hasta que se logra un «cuanto de vorticidad» mínimo (giro).

Como experimento mental, usemos este vórtice mínimo para ayudar a definir un ultimatón. Recordemos que un «ultimatón maduro» tiene una respuesta bien definida a la gravedad absoluta (paradisíaca). Sin embargo,

[…] Los ultimatones son capaces de acelerar su velocidad de rotación hasta el punto de tener un comportamiento parcialmente antigravitatorio, […] [Documento 42:6.3, página 476.5]

Si definimos la «masa» de un ultimatón como su respuesta a la gravedad paradisíaca, entonces el 42:6.3 implica que los ultimatones logran un máximo de dicha «masa» cuando tienen ese cuanto mínimo de giro. A medida que la «velocidad de rotación axial» (42.6.6) de un ultimatón aumenta, disminuye su reacción al Paraíso.

Lo que me gustaría proponer es que este emparejamiento de (giro mínimo) + (masa máxima) define lo que podríamos llamar «el estado fundamental del ultimatón maduro». Y que cada colección galáctica de sectores mayores del superuniverso flota en un remanso en rotación de dichos ultimatones de estado fundamental.

Para ayudar a romper el hielo con esta «nueva teoría cosmológica«, he aquí un punto simple que cambia los esquemas: como estudiantes de estos documentos, lo que estamos considerando no es la manera en que la gravedad (lineal) puede haber impulsado a que las galaxias giren durante unos simples 13.000 millones de años. Lo que estamos explorando es la historia que cuenta El libro de Urantia sobre la manera en que 70 sectores mayores fueron «organizados según la fuerza» (puestos en su lugar) dentro de un manto de segregata centrado en el Paraíso inferior. Y que esto ha sucedido cientos de miles de millones antes de que empezara a formarse alguna espiral en los niveles del espacio exterior. Y que ese «gran universo» antiguo, central y relativamente pequeño necesita distinguirse de los sistemas mucho más jóvenes que podemos ver evolucionar en los niveles del espacio exterior de un «universo maestro» muchísimo más grande.

Este es el tipo de cosas que exploro (de manera amistosa para un lector de El libro de Urantia) en ese vídeo, que se va a grabar en cuatro partes (1. Base, 2. Masa y materia, 3. Islas oscuras, 4. Vía Láctea). Hagan clic aquí para ver la parte 1 (Base).

Si a alguien le gustaría ayudar a ajustar el contenido y la presentación de estos vídeos, ¡háganmelo saber!

P.S. “Galaxia” y “Vía Láctea”:

Respecto al uso que se hace en El libro de Urantia de los términos galaxia y Vía Láctea, el término antiguo Vía Láctea no se acuñó para denominar una nebulosa o una galaxia, sino para describir lo que nuestros antepasados veían cuando miraban hacia arriba: una mancha lechosa que atravesaba el cielo. Como un lector observador señaló, la mayor parte de las instancias de «galaxia» que están en El libro de Urantia se usan para designar «muchos» o una «colección», lo que es coherente con la idea de Vía Láctea como galaxia (colección) de diez enormes espirales formadoras de soles, cada una de apariencia similar a M31.

A la hora de considerar el uso de estos términos en El libro de Urantia, otra cosa que hay que tener en cuenta es esta: en 1934, ¿qué veían los astrónomos cuando miraban en la dirección donde está Uversa? Hasta los años 60, la mejor vista que teníamos de la llamada «Vía Láctea» era algo parecido a esto:

Los que no son astrónomos quizá no se den cuenta de que casi todas las estrellas visibles por los telescopios ópticos que están a lo largo del diámetro denso de esta mancha lechosa («vía láctea») están «a mucho menos» de 20.000 años-luz de distancia. De modo que, si vamos a tomar en serio la revelación de que Uversa está a 200.000 años-luz en la dirección del centro de este diámetro denso, entonces Uversa está «muchísimo» más allá de este muro en primer plano de gas, nubes de polvo y estrellas.

Incluso con la «técnica telescópica más perfeccionada» (41:3.10), he aquí lo que reveló el telescopio espacial Spitzer, usando luz cercana al infrarrojo (1-5 micras):

El problema que estos datos implican es que si los diez sectores mayores están en el mismo plano de menos de 5.000 años-luz de espesor, en el que el 80% de las estrellas de cada sector están encerradas en discos de solo 1.000 años-luz de espesor, incluso con nuestras mejores técnicas telescópicas actuales nuestros sectores mayores vecinos, y la misma Uversa, están casi ocultos del todo tras esta «línea de evitación» infrarroja. El vídeo del siguiente link muestra el problema y compara con nuestras mejores vistas en el infrarrojo usando los datos «GigaPixel» entregados en 2012:

http://www.eso.org/public/videos/eso1242a/    [vean la versión de 70MB, HD 720p]

Como podemos ver, ¡hay realmente un muro que bloquea nuestra vista en dirección a Uversa!

Por supuesto, esto no cambia la realidad del hecho de que…

… Cuando el ángulo de observación es propicio y se mira a través del cuerpo principal de esta región que posee la máxima densidad, estáis mirando hacia el universo residencial y el centro de todas las cosas. [Documento 15:3.3, página 167.19]

Dado todo lo visto anteriormente, si bien es bastante correcto que los reveladores digan que Uversa está ubicada «lejos, muy lejos en el denso diámetro de la Vía Láctea», podría ser aun más correcto decir que «cuando el ángulo de observación es propicio», Uversa está a 174.000 años-luz directamente detrás de Umayor la quinta, el centro de rotación que llamamos Sagitario A* (SgrA*), el centro físico de nuestro sector mayor, Splandon.

Pero lo que hace todo esto aun más interesante es la manera en que un agrupamiento de dichos superuniversos encaja limpiamente en el centro del famoso «Consejo de Gigantes» de Marshall L. McCall (vean https://arxiv.org/abs/1403.3667), el anillo cercano de 12 galaxias gigantes que rodean nuestro relativamente diminuto (pero absolutamente extraordinario) lugar en el espacio.