El Parlamento de las Religiones del Mundo 2018

La promesa de inclusión, el poder del amor

Me ofrecí como voluntario para ayudar en el stand de El libro de Urantia en el pasado Parlamento de las Religiones deI Mundo que se celebró del 1 al 7 de noviembre de 2018. Estuvieron presentes en el evento unos 72 lectores de El libro de Urantia, y muchos de los que trabajamos como voluntarios nos mantuvimos ocupados apreciando la multitud de caras sonrientes de la gente que pasaba, muchos de los cuales se paraban en el stand para fraternizar e investigar sobre nuestro libro. El evento se celebró en el gigantesco Metro Toronto Convention Center, y disfrutamos del contacto de muchas almas sedientas de mente abierta. ¡Las personas tienen realmente sed de paz en el mundo!

Sentíamos este mensaje en particular dentro de la llamada mundial a la unidad que destacaba en las presentaciones y las charlas plenarias. Lo que me impactó más fue el fenómeno interreligioso que crece en todo el mundo. Hay una disposición cada vez mayor a colaborar. Personas de tosas las religiones se reúnen en todo el planeta para fomentar proyectos conjuntos en nombre del progreso social. ¡Esto es bastante alentador! Seguramente los Altísimos gozan ante estos acontecimientos… pues gobiernan en los reinos de los hombres (y de las mujeres, por supuesto.

Nathen Jansen, un compañero lector de El libro de Urantia de Canadá, también ha compartido sus experiencias en el Parlamento como participante y como voluntario en el stand de Urantia. He aquí algunos de sus comentarios:

«Como participante en el Parlamento de las Religiones del Mundo 2018 reflexioné sobre cómo sería asistir a una futura conferencia Urantia de 7.500 personas y cuyo tema fuera La promesa de la inclusión, el poder del amor. La experiencia más convincente que tuve fue observar la unidad vivida en medio de la diversidad religiosa de más de doscientas de las grandes religiones del mundo representadas en la conferencia. En el stand de Urantia los voluntarios hacían turnos continuamente y compartían lo que entendían sobre la verdadera religión con las personas que pasaban por allí, y durante las numerosas conversaciones que compartimos sobre los ideales de la verdad, la belleza y la bondad. Creo que la mayoría se quedaron con buenas ideas sobre lo que se dijo de las enseñanzas de El libro de Urantia. Algunas personas dijeron que habían oído hablar del libro y tomaron alguna información impresa o compraron uno.

 

 

 

 

 

»Durante el evento hubo una comida totalmente vegetariana llamada «langar» que se servía casi a diario a las 7.500 personas inscritas en la conferencia. Esta comida, junto con el postre y té masala chai, la proporcionaba la comunidad sij de Toronto (Canadá). El langar es una comida gratuita que se sirve a todos los visitantes sin distinción de religión, casta, género, estatus económico o raza. Esta ofrenda la servían los fieles sijs con mucha alegría, ataviados con un tocado amarillo brillante personal que se aplica a todos. «No soy un extraño para nadie y nadie es un extraño para mí, soy un amigo para todos», dice el gurú Granth Sahib.

»El programa del Parlamento para este evento fue sin duda la búsqueda de entendimiento, reconciliación y transformación global. El próximo Parlamento de las Religiones del Mundo será dentro de tres años en una ciudad y un país todavía por anunciar, y animo a la comunidad Urantia en general a que asistan al evento para tener una experiencia única en la vida de este dinámico movimiento interreligioso mundial motivado por el servicio.

»Y así seguimos durante siete días bajo el mismo techo, en los que llegamos a conocer las creencias de los demás sobre Dios nuestro Padre Universal y sobre la construcción de una base armoniosa para tener una comunidad interreligiosa mundial más pacífica y amistosa con sus hijos e hijas, agondonteros.»

Como en eventos anteriores, la Fundación Urantia dio apoyo fielmente con el patrocinio compartido de los costes inherentes a nuestro encantador stand de El libro de Urantia. Como canadienses nos honró la presencia de todos los que fueron allí para ayudar.