Conferencia 2018 de ANZURA en Queensland

En el trasfondo cósmico: «Dios no juega a los dados»

Si no se han inscrito todavía, sigue habiendo plazas disponibles para asistir a la próxima conferencia anual de ANZURA, que se celebrará en la Costa del Sol de Queensland (Australia) del 5 al 8 de octubre de 2018.

Sobre el tema:

El tema de esta conferencia está inspirado en la famosa pregunta que hizo Albert Einstein: «¿Juega Dios a los dados con el universo?». Esta pregunta se hizo en respuesta a los desarrollos científicos que se estaban desarrollando cuando se estaba recopilando El libro de Urantia. Sorprendentemente, el materialismo predominante de la ciencia contemporánea se estaba disipando justo cuando El libro de Urantia decía que debería hacerlo. Lo que sigue es una vista previa de dónde nos podrían llevar estas líneas de pensamiento durante la conferencia.

Esa misma idea general de que existen procesos de fondo invisibles que operan en el universo es tan fundamental que es prácticamente un proceso de fondo para el pensamiento mismo, implícito en todas las religiones y los conceptos de Dios desde sus orígenes supersticiosos o de «miedo a los fantasmas» más primitivos. De hecho solo en los últimos siglos unas cuantas filosofías y ciencias lograron distanciarse y defender una posición materialista en la que se sostiene que la realidad no es más que lo que es visible, o al menos mensurable.

No hay duda de que la ciencia floreció en esa realidad material, dura y bien definida. Pero se ha desarrollado una comprensión más madura, y en el lenguaje de la ciencia moderna se permite que la negación de cualquier cosa que se encuentre más allá o por debajo de la realidad cotidiana imponga una restricción innecesaria que de todos modos nunca fue cierta. Dicho sin rodeos, no nos importa si otras «cosas» están sucediendo mientras sigan siendo insignificantes en comparación con la precisión de nuestros experimentos.

La ciencia fue capaz de tomarse unas vacaciones de las preocupaciones más profundas, pero ese momento de relajación no podía durar. Por un lado, cuando la astronomía comenzó a contar las estrellas por miles de millones y las distancias en años-luz, regresaron los escalofríos y esa inquietante sensación de miedo a los fantasmas. Por otro lado, algunos experimentos se volvieron tan sutiles que se tomaron las «cosas» del fondo cósmico, pues eran demasiado importantes e interesantes para pasarlas por alto.

En un nivel, el nivel de la ingeniería, los fenómenos llamados cuánticos se comprenden muy bien hoy día y nos sirven de forma rutinaria en todos los dispositivos electrónicos de estado sólido. En otro nivel, que tiene más que ver con la mente que con la naturaleza, seguimos preguntándonos cómo una partícula mensurable en un estado puede saltar a otro sin revelar ninguna pista de lo que ocurre entre ellos, como si fuera algo fuera de nuestra realidad que nos sedujera.

Si Dios se esconde, aquí es donde podría estar. Si Dios está interactuando directamente con el mundo material, así es como podría hacerlo. Si hay libre albedrío, la aleatoriedad aparente de los fenómenos cuánticos es lo que podría parecer. Si la mente tiene un papel en la evolución, aquí es donde la aleatoriedad cotidiana y accidental puede pasar a tener un propósito.

Es evidente que la mente humana se deleita en percibir tanto la extrañeza de este universo interior como la inmensidad del universo exterior, una observación tan obvia y llena de significado que Roger Penrose llegó a usar la expresión «Lo grande, lo pequeño y la mente humana» como título de un libro.

Quizá nuestra comprensión dé un salto cuántico a un estado inclusivo que abarque el conocimiento físico y una gran cantidad de otras posibilidades, que incluyan a Dios, la omnipresencia, el libre albedrío, la aleatoriedad y el propósito. Este es un estado que el estudio de El libro de Urantia fomenta, y espero que nuestra conferencia nos lleve allí también en cierta medida.