Pasando la antorcha de luz a las generaciones futuras

… la seguridad de la civilización misma aún descansa en el desarrollo de la disposición de una generación en invertir en el bienestar de las generaciones próximas y futuras. [Documento 84.7.27, página 941.8]

… el hombre posee el poder, mediante el control del adiestramiento educacional de la generación más joven, de modificar considerablemente el curso evolucionario de la civilización. [Documento 81:6.24, página 909.5]

Es un hecho que el tiempo de vida realmente se va volando. Hace veinte años, aquellos que ahora son de mediana edad eran jóvenes y, en veinte años, estarán a punto de ser parte de la denominada tercera edad. Pero, ¿cuál es la responsabilidad que yace bajo hechos tan evidentes? Pues, bien, una responsabilidad de suprema importancia: preparar a las generaciones que hoy son niños, adolescentes y jóvenes para que sean los portadores de la antorcha de la luz espiritual para la humanidad. Esto es algo que todo lector comprometido de El libro de Urantia comprende bien. Y, por supuesto, no se trata de algo que suceda por arte de magia; tampoco es un proceso que suceda de manera natural. Es más bien producto del esfuerzo de sembrar las causas correctas para poder cosechar consecuencias coherentes..

… cada generación sucesiva de la juventud tiene nuevamente que recibir su formación. Las cualidades superiores de la civilización —científicas, filosóficas y religiosas— no se transmiten… por herencia directa… únicamente mediante la conservación ilustrada de la herencia social. [Documento 68:0.2, página 763.2]

En dicho sentido, “El objeto de toda la educación debería ser fomentar y avanzar el propósito supremo de la vida, el desarrollo de una personalidad majestuosa y bien balanceadala labor de enseñar a los jóvenes cómo se realiza la planificación de la vida y el progreso del carácter” (195:10:17, 2086.3), brindándoles, a temprana edad, las condiciones favorables —»libertad… equilibrada por el amor, motivada por la lealtad, …dirigida por la disciplina inteligente de la sabiduría” (177:2.7, 1923.1)— de modo que les permita el desarrollo y promoción de la verdadera evolución en lo individual y lo social. Sólo este tipo de educación, la de “ayudar al hijo a ganar la batalla de la vida” (84:7.26, 941.7), tiene el poder de romper el círculo vicioso de inconsciencia que se repite, generación tras generación, teñido por traumas y bajos patrones familiares que, cuando no son superados y trabajados conscientemente por los padres, surgen de manera inconsciente en sus hijos, como en un ciclo sin fin.

Por todo ello, ¡criar y educar niños debería ser un proceso asumido por seres humanos que entienden lo que están haciendo! Y la familia y el hogar juegan, por supuesto, el rol más importante en todo ello. Esta idea se refuerza constantemente en variados pasajes de El libro de Urantia, explicándonos, una y otra vez, que “La familia como institución educacional debe ser mantenida” (82:0.1, 913.1) por su capacidad de transmitir, de una generación a otra, una herencia que no es sólo social o de valores morales, pero también espiritual (82:0.3, 913.3). Es en la familia donde los conceptos “del Padre Universal y de sus hijos del universo” son construidos (45:6.4, 516.2); donde se ha de “captar la ética de la hermandad”; donde “las lecciones de paciencia, altruismo, tolerancia e indulgencia” son impartidas (84:7.28, 941.9); donde toma lugar “la capacitación experiencial de todos los seres ascendentes” (45:6.4, 516.2); y donde aprendemos a amar a Dios, en concordancia con el amor que hayamos recibido de nuestros padres (2:5.9, 40.1). Es realmente cierto que“… un niño depende totalmente de sus padres y de la asociada vida hogareña para formar sus primeros conceptos de todo lo que sea intelectual, social, moral y aun espiritual, puesto que la familia representa para el niño pequeño todo lo que él puede conocer de primera intención en cuanto a las relaciones humanas o divinas… La vida subsiguiente del niño será condicionada por estas relaciones sociales y espirituales del hogar…” (177:2.5, 1922.3)

Consecuentemente, resulta esencial que despertemos y tomemos consciencia de que la tarea de educar niños ha de partir desde uno mismo. “… Ningún caudal se elevará más alto que su fuente sea cual fuere la técnica de presión o control de la dirección que se pueda emplear” (81:6:27, 909.8). Esta ineludible misión de vida también ha de estar basada en sólidos valores morales, leales a un sistema elevado de creencias espirituales; el “precepto, o aun el ejemplo, no es duraderamente influyente”, “los niños reciben una impresión permanente tan sólo por las lealtades de sus asociados adultos” (100:1.4, 1094.6). Los niños realmente aprenden el comportamiento moral mediante el ejemplo, porque éste tiene un verdadero impacto en los patrones de crianza, en su mente subconsciente, y, a consecuencia de ello, en la forma en que se comportarán más tarde en la vida.

Algún día, cada niño habrá de “renacer del espíritu”. Nuestra guía como adultos será determinante en la facilitación de este nacimiento espiritual a consecuencia de “un crecimiento natural y normal del reconocimiento de los valores humanos con un enaltecimiento de la experiencia espiritual…, [el producto del] esfuerzo consciente y determinación positiva e individual” —en lugar de ser una experiencia que involucre dolor y sufrimiento ,“acompañados por mucha angustia de espíritu y marcados de perturbaciones” (103:2.1, 1130.6). Claro está que el conflicto y un poco de sufrimiento son siempre parte de la experiencia humana, pero el proceso no ha de ser inconsciente. En lugar de ello, puede tratarse de una experiencia, con plenitud e incremento de consciencia y de asimilación de lecciones, gracias a nuestra guía y nuestro rol en educar niños.

Quizás, todo esto sea algo en lo que hayas pensado más de una vez. Sin embargo, ¿estás realmente haciéndolo? Y si así fuera, ¿lo estás haciendo de manera adecuada, de modo que realmente estés formando seres humanos conscientes y responsables en un sentido cósmico y espiritual? Honestamente, ¿estás siendo responsable de sembrar en tus niños valores tales como la fe, la confianza, la paz, el trabajo en equipo, el servicio, la solidaridad, la valentía y tantos otros más? ¿Los estás inspirando conscientemente, creando en ellos impresiones que sean positivas e iluminadoras de por vida, impresiones que darán frutos cuando crezcan?

Cualquiera sea tu respuesta, si esta maravillosa tarea apela a tu sentido más altruista del deber –aquél de dejarle a tus niños, a nuestros niños, suficientes recursos internos como para permitirles trabajar más de cerca a la manifestación de la era de luz y vida en nuestro planeta. Si así es, deberías unirte a nuestro esfuerzo.

Teniendo en mente todo lo que ya ha sido dicho y facilitando aquello que cada individuo adulto podría dar de sí a las futuras generaciones, el Comité de Educación de la Asociación Urantia Internacional ha sintetizado algunas ideas importantes, así como acciones concretas que todos podríamos hacer para educar a las generaciones más jóvenes en las enseñanzas de El libro de Urantia, como futuros portadores de la antorcha de la luz espiritual.   

          (Ideas clave importantes)

  • Contribuir al mantenimiento de una masa crítica de gente joven consciente. “Las civilizaciones difícilmente podrán progresar si la mayoría de la juventud de cualquier generación dedica sus intereses y energías al perseguimiento materialista del mundo sensorial o exterior” (111:4.3, 1220.2). Y más aun, “Cualquier civilización se encuentra en peligro si tres cuartos de su juventud… se dedican a [éstas]… cuando la juventud deja de interesarse en la ética, la sociología, la eugenesia, la filosofía, las artes, la religión y la cosmología” (111.4.4, 1220.3), produciendo con ello un estancamiento en el “… desarrollo espiritual y en la protección de la institución del hogar” (81:6.25, 909.6)
  • Empoderarnos como trasmisores de la antorcha. “La herencia social permite al hombre treparse a los hombros de todos aquellos que lo precedieron y que han contribuido algo a la suma de la cultura y el conocimiento” (81:6.23, 909.4). “Los ideales de una generación forjan la ruta del destino para la posteridad inmediata. La calidad de los portadores de la antorcha social determinará si la civilización irá para adelante o para atrás…, la tendencia característica de la generación sucesiva. El impulso moral y espiritual de una raza o de una nación determina en gran parte la velocidad cultural de esa civilización” (81:6.26, 909.7)
  • Desarrollar relaciones de verdadero amor y ternura hacia los niños, para entrenarlos, en sentido recíproco, como seres humanos amorosos. Un niño que no se siente amado difícilmente puede aprender. El amor «es la realidad suprema del universo cuando proviene de seres totalmente sabios, pero puede ser un rasgo peligroso y aun casi egoísta tal como se manifiesta en la experiencia de los padres mortales [y, por ello, debe ser] controlado por la sabiduría y guiado por la inteligencia. (177:2.3, 1922.1). No obstante, «A medida que pase el tiempo, los padres y sus hijos se amarán más, y así surgirá una mayor comprensión del amor del Padre en el cielo por sus hijos en la tierra…» (142:2.2, 1597.2)
  • Incrementar y enriquecer la calidad de las experiencias familiares que brindamos a nuestros niños; “La formación del hogar debe ser el centro y esencia de todo esfuerzo de educación” (84:0.1, 931.1). “Tal como son las familias de una raza o de una nación, así será su sociedad. Si las familias son buenas, la sociedad será igualmente buena” (84:7.1, 939.4). Los pasos que conducen al crecimiento del alma no pueden darse en la ausencia de otros. Tenemos el deber de capacitar a ciudadanos del universo, hijos e hijas de Dios. “…recae sobre todos los padres terrenales una tremenda responsabilidad, la de vivir y ordenar sus hogares de manera tal que la palabra padre quede glorificada en la mente y en el corazón de todos los niños que están creciendo (177:2.7, 1923.1). Incluso más aún,  “La conciencia de la filiación de Dios debe estimular la entera vida de servicio de todo hombre, mujer y niño que posea tan poderoso estímulo para todos los poderes inherentes de una personalidad humana” (178:1.13, 1931.4)
  • Prepararnos para responder de manera responsable y meditada las constantes preguntas que los niños hacen sobre la vida, relacionándolas con su verdadero propósito, el de nutrir espiritualmente sus almas. El documento 123 nos dice: “La parte más valiosa de la temprana educación de Jesús, la obtuvo gracias a las respuestas que sus padres daban a sus preguntas inteligentes y curiosas. José no dejó jamás de cumplir plenamente con su deber; siempre supo encontrar tiempo para contestar las numerosas preguntas… Aunque José y María no siempre podían contestar a sus preguntas, nunca dejaron de conversar con él, de discutir sus indagaciones y de ayudarle en toda forma posible en sus esfuerzos por llegar a una solución satisfactoria del problema que su mente despierta había sugerido” (123:2.3, 1357.7)
  • Confiar en la capacidad que tienen los más jóvenes de asumir esta responsabilidad. Este punto implica confiar también en la guía interna que estos niños estarán recibiendo, no sólo de la presencia del Padre en ellos su Ajustador del Pensamiento, pero también de los cuerpos de ángeles. Este es el caso de los “ángeles de la época encargados de la supervisión y dirección de los asuntos de cada generación” (114:6.5,  1255.4), así como el de “los guardianes religiosos… [quienes] Intentan mantener los ideales… de los valores morales de una época a la otra… y buscan trasladar constantemente de una generación a la otra los valores imperecederos de las formas antiguas y pasadas en los esquemas de pensamiento y conducta más nuevos y por lo tanto menos estabilizados (114:6.7, 1255.6)”. Esta guía, por supuesto, también será liderada por el Espíritu de la Verdad, “destinado a vivir en el hombre y, para cada nueva generación, formular de nuevo el mensaje de Jesús para que cada nuevo grupo de mortales que aparezca sobre la superficie de la tierra tenga una versión nueva y actualizada del evangelio, un esclarecimiento personal y una guía colectiva que sea una solución eficaz a las siempre cambiantes y variadas dificultades espirituales del hombre” (194:2.1, 2060.6)

(Acciones concretas que nos esperan)

  1. Asumir conscientemente un programa de transmisión de las enseñanzas a las generaciones más jóvenes, de modo que nos atrevamos a “abrazar el programa del Maestro, [así]  miles de jóvenes aparentemente indiferentes correrían a ingresar en dicha empresa espiritual, y no titubearían en recorrer todo el camino de esta gran aventura.” (195:10:10, 2085.2)
  2. Incluir a niños, adolescentes y jóvenes en diferentes eventos, encuentros, conferencias, dadas a nivel local, regional, así como en ambientes internacionales, ya que el «…evangelio del reino pertenece… aun a los niños pequeños.» (191:6.2, 2044.3)
  3. Contar con material suficiente y de calidad, basado en las enseñanzas de El libro de Urantia, para apoyar la educación de los niños y de las familias, utilizando los métodos  y patrones con los cuales Jesús enseñó a sus discípulos y a otros. Es decir, resaltando lo mejor de cada uno y reforzando sus aspectos positivos, permitiendo que la autoestima y la autovaloración crezcan en cada una de las personas con las que tuvo contacto (desde el más humilde hasta el más frío de corazón y autoritario).  
  4. Adaptar las enseñanzas a un formato amigable para niños y adolescentes (con imágenes, dibujos, niveles de información visual, infografías, mapas mentales, organizadores visuales). “La verdadera religión… no se opone a los esfuerzos inteligentes de la sociedad por adaptar sus usos y ajustar sus instituciones a las nuevas condiciones… y requisitos culturales” (99:0.2, 1086.2). “…al enseñar debéis siempre saber adaptar vuestra presentación de la verdad a la mente y corazón de los presentes” (151:3.1, 1691.4)
  5. Compilar el material para niños y adolescentes, que ya pueda existir, de forma organizada y en diferentes idiomas.
  6. Crear nuevo material en dicho sentido.
  7. Enlistar a colaboradores y voluntarios interesados en trabajar con niños y adolescentes en diversas tareas: administrativas, organizativas, educativas, así como en experiencias vivenciales, facilitando talleres, dinámicas, juegos de roles y otros.
  8. Recaudar fondos para dar paso a todas estas acciones. 

A modo de reflexión final, si revisamos los principios generales, ideas y acciones que hemos plasmado, todos ellos delinean oportunidades para impulsar el crecimiento del alma del niño, la actualización de su potencial interior, permitiéndole a su Ajustador del Pensamiento que guíe e ilumine su mente, de modo que éste escuche la presencia del Padre dentro de sí, como un paso necesario para desarrollar su proyecto de vida y dedicarse realmente a la misión y aventura de la eternidad que comienza en este planeta, tornándose a su vez, cuando crezca, en un portador de la antorcha de luz para la siguiente generación. Le corresponde a cada niño elegir la forma en que transitará este camino, haciendo contribuciones de carácter único que enriquecerán la experiencia de Dios como Ser Supremo. Pero, algún día, gracias en parte a tu propia guía, un niño podría fusionarse con su Ajustador del Pensamiento y realmente encontrase con el Padre en el Paraíso.

Si consideras que de alguna manera  podrías contribuir a esta magnífica tarea que tenemos por delante o si ya te encuentras haciéndolo, no dudes en contactarnos: ubforchildren[at]urantia-association[dot]org