Leí con gran interés su artículo del último Tidings y las respuestas de lectores jóvenes que lo acompañaban. De lo que dijo la joven (y extremadamente erudita) lectora venezolana, parece que los lectores jóvenes estarían más interesados en grupos de estudio si estuvieran compuestos de otros lectores jóvenes. Ella no lo mencionó, pero pienso que quizá un estudiante más experimentado como guía o fuente de aclaraciones sería útil, si no sumamente indispensable, para dicho grupo. Un problema que preveo con este modelo es, por supuesto, el de encontrar lectores jóvenes con el tiempo, lugar, recursos y dedicación para albergar o facilitar dichos grupos. Obviamente, la manera más fácil para abordar los tres primeros problemas es hacer que estos grupos sean virtuales. En cuanto a la dedicación requerida, eso depende totalmente de la inversión espiritual del joven lector fundador.
Por desgracia, no tengo sugerencias útiles que ofrecer respecto a encontrar a estos lectores jóvenes entregados. Mis propios intentos de interesar a la menor de mis dos hijas (34 años) para que leyera y estudiara El libro de Urantia solo han dado como resultado un éxito limitado y esporádico. Creo que a esta edad en particular (de los 20 a los 40 años) están más preocupados (y con razón) por casarse adecuadamente y formar una familia. La incorporación de una práctica espiritual a esa vida es ciertamente indispensable, pero creo que están en gran parte tan desilusionados con las prácticas religiosas institucionalizadas que consideran que dichas prácticas son inadecuadas, si no irrelevantes, para dirigir su vida personal. Por lo que he observado en mi hija mayor (40 años) desde que nació su hijo, el tiempo, energía y pensamientos requeridos para establecer sus propias prácticas espirituales y enseñarlas en su familia es increíblemente abrumador, teniendo en cuenta el ritmo y las complicaciones de la vida diaria. Sin un manual básico u hoja de ruta de prácticas espirituales establecidas e inspiradas en El libro de Urantia, simplemente no tienen el tiempo ni la energía para crear su propio camino, por mucho que quieran. En fin…
En amistad.
Cheryl Glicker