Encontrando y enmarcando la verdad

Hace veintiocho años se emitió por primera vez la serie de televisión Cosmos, de Carl Sagan. Hoy en día su contenido resulta anticuado y hasta fácilmente desechable, pero ¿cómo olvidar la honestidad y entusiasmo con los cuales él presentaba lo que en la época eran revelaciones públicas acerca del contexto cósmico de la humanidad? El gozo descubierto y el genuino asombro con los cuales presentaba estos asuntos provocaron a muchos investigadores cínicos y “científicamente letrados”, y llegaron a preguntarle: “¿Así que todo esto es la mano y obra de Dios? ¿Cree usted en un Creador?” A ello, Sagan respondió emitiendo el siguiente desafío retórico: “¡Son tus matemáticas o tus dioses… las que deberán responder esto!”, mientras se conectaba con otra maravilla astro-física en la pantalla de su nave estelar virtual.

Junto con el entrevistador nos hubiésemos contagiado de su benigno virus, hubiésemos suspendido nuestra incredulidad y vislumbrado las maravillas que él revelaba. Gentilmente, él se mofó de materialistas y religiosos, señalando las insuficiencias de sus esquemas o marcos de pensamiento. Él provocó que ambos campos se extendieran más allá de sus límites, que no se conformaran con las presunciones de otros, que no se cegaran a sí mismos con prejuicios y preconceptos, para que se liberen de viejas presunciones acerca de cuál es la verdad, tanto de tipo mística como materialista.

Pero, mientras rechazaba creencias caducas e insostenibles, él promovía la idea de que los humanos existimos en la cima de algo maravilloso; de que somos capaces –y libres–  de vislumbrar algo numinoso insinuado por la verdad; para poder sentirlo hecho manifiesto en la belleza y poder del cosmos. Él dejo expuesto el cuestionamiento acerca de si es posible interactuar, y de qué manera, con lo “numinoso”, con aquel indefinible cimiento y fuente de la realidad. Él le permitió a los escépticos la libertad de poder reflexionar, sin la presión de tener que discutir o llegar a un acuerdo.

Esta refrescante aproximación a la exploración de la realidad tocó un fibra sensible, especialmente en aquellos que estaban saturados de los sistemas tradicionales de creencias, habiendo conocido ya, de primera mano, la respuesta que sobreviene a consecuencia de la intimidad con lo divino. Dichas almas no podían más suscribirse a creencias falaces conjuradas en los textos sagrados, pero su sed y pasión en búsqueda de la verdad eran más intensas que nunca. Tras su muerte, la colaboradora y tercera esposa de Carl, Ann Druyan, escribió:

 “¿Por qué separamos lo científico, que es sólo una manera de búsqueda de la verdad, de aquello que consideramos sagrado, aquello que constituyen verdades que inspiran amor y deslumbramiento? La ciencia no es más que una búsqueda incesante de la verdad. ¿Qué podría ser más profundamente sagrado que ello?”                                                                               Jamás existe conflicto alguno entre el verdadero conocimiento y la verdad. El conflicto se puede dar entre el conocimiento y las creencias humanas… [El Libro de Urantia, página 1459:4]costa de acumular conocimiento yto z sabidure se halle trayando su propio caminoero; verdades que inspiran amor z asombro?

La relación entre la fe y la creencia, entre la comprensión, los hechos y la verdad, continúa provocando a aquellos con tiempo para reflexionar. El credo materialista incluye la idea de que si algo no ha sido comprobado, no puede ser asumido como verdadero; que el reservorio humano de la verdad debe ser llenado sólo con la esencia de aquello que puede ser comprobado. Pero hay un problema con este ideal materialista moderno; a costa de que  el hombre, a nivel planetario, se halle trazando su propio camino, a costa de que esté acumulando conocimiento y sabiduría a través del creciente conocimiento evolutivo, el progreso podría darse al azar y los hechos podrían ser vislumbrados fuera de contexto. Tal es el caso de la mecánica cuántica: hemos descubierto la naturaleza intermitente y oscilante de la materia, antes de haber conocido algo acerca de aquello que produce la intermitencia. Ello condujo a los científicos hacia un marco de pensamiento (¿prisión?) con bases en el indeterminismo y la casualidad El conocimiento acerca del ultimatón podría haber desviado a la ciencia en torno a dicho embotellamiento conceptual; y pensar que éste fue precisamente revelado en el momento en que los científicos más necesitaban esta crucial clave.

Pero la verdad nunca puede convertirse en posesión del hombre sin el ejercicio de la fe. Esto es cierto porque los pensamientos, la sabiduría, la ética y los ideales del hombre nunca se elevarían más allá de su fe, de su esperanza sublime. [El Libro de Urantia, página 1459:5]

Para la generación que creció con los Beatles y “Star Trek”, Carl fue un catalizador que ayudó a combinar la ciencia y las matemáticas con lo personal y lo numinoso. Él nos exhortó  a percibir la vía hacia la verdad y a encontrarla, superando con creces los esquemas de pensamiento de nuestra infancia.

El hombre tiene que pensar dentro de un marco universal mortal, pero eso no significa que no pueda revisar otros marcos más elevados dentro de los cuales pueda tener cabida el pensamiento[El Libro de Urantia, página 1260:3]

La exploración de la verdad por parte de Sagan continuó en su novela “Contacto”. En la adaptación cinematográfica de la misma de 1996, él entrelaza las vidas de una científica y un religioso, dos personajes que encarnan, respectivamente, aproximaciones hacia la vida de tipo racional y con bases en la fe. Tanto la científica Ellie Arroway como el religioso Palmer Joss se hallan en búsqueda de la verdad de tipo más profunda y amplia. Pero su amor mutuo se ve afectado por lo que parece ser la incompatibilidad de sus puntos de vista, con respecto a cuál es la mejor manera de descubrir la verdad. La película alcanza su clímax cuando la científica (Ellie), en medio de una travesía relativista al centro de la galaxia, es forzada, por lágrimas de gozo, a interrumpir su metódico informe. Con voz y aliento entrecortados, ante lo que ella ve [en verdad], sólo logra murmurar: “demasiado hermoso…deberían haber enviado a un poeta”.

Sagan concluye la historia cuando estos personajes logran vislumbrar que, habiendo dado inicio a su búsqueda desde posturas opuestas de división conceptual, sus incansables e inflexibles travesías los han conducido a lo que parece ser el mismo lugar. Pero, cuando sus colegas les piden que demuestren, o incluso describan, sus descubrimientos personales, ambos se dan cuenta de que dicha descripción yace más allá del punto al que la razón puede llegar –más allá del “límite filosófico total”; y que la interacción con la verdad por parte de los mortales ha de ser necesariamente mediada por la fe.

Como lectores de los Documentos de Urantia, podemos ver que sus autores y personajes parecen estar listos para poner en marcha un marco de pensamiento hasta ahora inimaginable por la humanidad. Sin embargo, muchos de los modernos mortales han aprendido a buscar pruebas antes que a aplicar (lo que consideran) una desacreditada fe medieval. ¿Cómo se puede esperar que, alguna vez, dichas almas acepten “una revelación” como la de los Documentos de Urantia? De manera similar, ¿es realista esperar que cualquiera de la grandes tradiciones religiosas logre evolucionar atravesando el ojo de la aguja hacia un marco de pensamiento ampliado de quinta época? Tanto en uno como en otro caso, ello probablemente constituya un salto cuántico.

¿Cómo zanjar las brechas entre las culturas actuales de nuestro mundo y el marco de pensamiento erigido por los Documentos de Urantia? ¿Cómo acelerar a las culturas que han evolucionado dentro del  marco de pensamiento de “cuarta época”, de modo que puedan acompasarse con la quinta?

La transferencia de un estado al otro implica una interfaz que se conecte y sea compatible con ambos estados. ¿No es esto, acaso, lo que somos? Como seres humanos contemporáneos que hemos resistido la lectura de los Documentos de Urantia, ¿no nos hemos convertido, acaso, en un puente viviente entre los viejos estados humanos y los nuevos? ¿No estamos, acaso, preparados para servir como enlaces evolutivos, ayudando a que nuestro mundo avance hacia el mejor camino, el de Micael (Jesús), hacia dentro de su dulce, profunda y amplia verdad?

La revelación de época es una técnica para ajustar y expandir el marco de pensamiento utilizado por cualquier cultura influyente de nuestros días. Melquisedek utilizó a Abraham para inyectar el pensamiento en un solo y todopoderoso Dios, en el que sólo debemos tener fe. Jesús utilizó a sus apóstoles y a su Espíritu de la Verdad para establecer un nuevo cimiento de la verdad –que el Dios todopoderoso de Melquisedek es el Padre personal de cada uno de nosotros. Este apoyo clave de su marco de pensamiento torna verdadero el hecho de la hermandad de todos los seres humanos. Y, ahora, la significante quinta revelación de época extiende nuestro marco de pensamiento nuevamente. Los Documentos de Urantia ilustran esta verdad y reestructuran este hecho en un marco de pensamiento mucho más amplio, y luego se atreven a ir más allá todavía, revelando cómo Él es nuestro Padre, y conduciéndonos a vislumbrar el porqué de ello.

El hombre –un momento de oportunidad

Entonces, ¿cómo y por qué es Dios nuestro Padre? Pues bien, parece ser que somos aquel momento en el que Él alinea dos fragmentos de sí mismo, y luego espera a que manifestemos nuestra voluntad. Somos aquel momento de oportunidad de unión de dichas dos dádivas absolutas. Somos el momento en el que la Eternidad se abre y le da la bienvenida a un nuevo hijo, o en el que los ángeles lamentan la muerte de aquel hijo que sólo cada uno de nosotros puede llegar a ser.

Este es el fenómeno del hombre: que demos lanzamiento a un Finalista del Paraíso o que nos aniquilemos a nosotros mismos. En el esquema del Padre, Él nos ve navegando sus mares de amor hacia dentro de sus dominios absolutos o, en caso contrario, padeciendo el dolor de perder a aquel hijo… que sólo cada uno de nosotros puede llegar a ser.